Esperanza, la revolución femenina: un libro que dolerá a los políticos

Por Pascual Tamburri Bariain, 21 de abril de 2011.

La igualdad de derechos entre hombres y mujeres ya es indiscutible. Pero no en todas partes, y no puede servir de excusa para otros proyectos ideológicos.

La igualdad de derechos entre hombres y mujeres ya es indiscutible. Pero no en todas partes, y no puede servir de excusa para otros proyectos ideológicos.


Teresa Gómez-Limón e Isabel González, Las tradiciones que no aman a las mujeres. Prólogo de Esperanza Aguirre. Foca Ediciones, Madrid, 2011. 432 pp. 18,00 €

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha prologado un libro de la editorial Foca que será presentado en la misma Casa de Correos el miércoles 27 de abril y que tiene todos los visos de convertirse en un best seller. Algo más importante, considerando las fechas: aunque no está pensado para ello, es toda una llamada de atención a los políticos, y a las políticas, sobre el peso, el enfoque y el sentido común que la cuestión femenina tiene en nuestra vida pública.

Aguirre marca sin complejos en sus palabras iniciales los límites de este asunto para ella. «La única revolución que ha triunfado en el siglo XX… ha sido la revolución de las mujeres (…) Ese triunfo se ha debido a que ha sido y es una revolución de la libertad, una revolución que venía a dar a la mitad de la humanidad la posibilidad de ejercer su libertad en igualdad de condiciones con la otra mitad. (…) Esa legítima y justa pretensión ha sido aceptada por todas las sociedades y todas las naciones que tienen sus fundamentos ideológicos y jurídicos en la civilización que nace de Grecia, Roma y el cristianismo«.

Teresa Gómez-Limón es una jurista profesional especializada en la cuestión femenina; e Isabel González, aparte su preparación profesional, es una colaboradora política en la dimensión femenina del gobierno de Aguirre. Juntas, unidas en la Comisión de la Mujer de la Asamblea de Madrid, reúnen en un volumen, legible y manejable, los testimonios de ocho mujeres, de ocho distintos contextos geográficos y culturales del mundo, que han resistido y padecido situaciones que por diferentes razones aquí y ahora consideraríamos de intolerable falta de libertad.

El objetivo de las autoras no es informar al lector de los detalles de las situaciones religiosas, culturales, sociales, legales o sexuales de las mujeres en ciertos contextos islámicos, africanos, hindús, o simplemente bélicos o de crisis. Esos detalles son expuestos y utilizados para que el lector comprenda que estos ocho casos, y las cinco realidades brutales que se analizan, no son una excepción en el mundo de 2011. Es verdad que en nuestra parte del mundo las mujeres no sólo tienen la igualdad jurídica, sino que se ha avanzado mucho más en esa dirección. Pero no hay que olvidar, y tal es el objetivo, que fuera del mundo occidental y cristiano y palabras aparte la realidad es otra.

El capítulo VI del libro será, para una gran parte de los lectores y en especial de los lectores de izquierdas, polémico. Porque esa situación dramática de las mujeres fuera de nuestro entorno cultural abre un debate inexcusable sobre el relativismo moral inherente a un cierto multiculturalismo. Si todas las culturas y tradiciones son iguales, e igualmente dignas, las tradiciones que generan una determinada situación de las mujeres no son criticables. Por tanto el feminismo de las multiculturalistas pecaría, y peca, de una profunda hipocresía: se estarían exigiendo más y más pasos, incluso desmedidos y absurdos, a las sociedades y naciones europeas y cristianas que ya han hecho su tarea y su revolución; y se estaría tolerando un conjunto de situaciones bárbaras en otros entornos. ¿Estamos hablando de valores universales, como hacen las autoras, o de valores relativos, como de hecho se hace desde otros contextos? Un debate interesante, que dará o quitará peso intelectual y moral al cualquier feminismo futuro.

«Hoy en los países occidentales, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres ya es un hecho indiscutible (…) todavía no se plasma en una igualdad real de oportunidades«. La opinión de Esperanza Aguirre no es, desde luego, dudosa. Esa igualdad, aquí ya conseguida, puede y debe hacerse universal. Y no debe en cambio convertirse en excusa para imponer una ideología de género, no sólo sesgada sino ridícula o contraproducente. Por eso, a la vez que se logra y extiende la igualdad, ha de velarse por evitar la desigualad y sus consecuencias. España está yendo a las elecciones más femeninas de su historia, y eso sin duda es bueno y es la prueba de que hemos superado las situaciones angustiosas que aquí se analizan; pero la política de cuotas, el hecho de que en muchos lugares las mujeres no sean candidatos por sus méritos, su formación, su capacidad o su brillantez sino sólo por ser mujeres es un insulto a la condición femenina y, en realidad, un paso atrás hacia la desigualdad. Lo mismo puede decirse en la empresa, en la enseñanza o la política. Es la última extensión de un debate entre valores universales e ideología de género en el que Aguirre, a diferencia de otras mujeres y hombres de todos los partidos, no se calla ni se somete, y su equipo tampoco.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 21 de abril de 2011, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/esperanza-revolucion-femenina-libro-dolera-politicos-114048.htm