Por Pascual Tamburri, 25 de abril de 2011.
Los partidos echan mano de sus líderes juveniles para sus listas, a veces incluso para encabezarlas. Algunos de ellos son producto genuino de este sistema político y de su modelo educativo.
El Partido Popular tiene una tradición consolidada de dar espacio a sus jóvenes en la dirección y en los proyectos de futuro. Es un ejemplo nuestro Director, pero antes y después que él muchos otros, desde Loyola de Palacio hasta Beatriz Jurado. Precisamente hace diez días, en el congreso de Nuevas Generaciones en el que ésta asumió la presidencia, María Dolores de Cospedal tocó algunos temas de la política juvenil que afectan al PP y deben preocupar a sus adversarios.
La cuestión, planteada por la número dos de Mariano Rajoy, es la vez de ideas y de cifras. Es, desde luego, de cifras si «la tasa de desempleo juvenil en España alcanzó el 43,5% en febrero de este año, frente al promedio del 20,4% de Europa«. Los grandes y pequeños números hacen preocupante la situación de los jóvenes españoles, y por tanto también la de los jóvenes políticos de este país. Y es a la vez de ideas, pues «hay muchos jóvenes que desconfían de la política. Nosotros no vamos a abandonarles (…) Tenemos la obligación de hablar con la verdad y por eso queremos dar a los jóvenes un mensaje de optimismo, de ánimo y decirles que tienen aquí un proyecto de futuro que se llama Nuevas Generaciones«. Veamos.
En cuanto a las cifras, la historia reciente y la situación presente de la juventud española es la historia de un fracaso. No sólo un fracaso económico y laboral. También es ruinosa la formación en su conjunto, y no sólo en la apariencia de los porcentajes sino también en la realidad de las calidades. La gente no estudia sólo, señores burócratas, para tener una formación laboral, o un título útil o prestigioso. Se estudia también por voluntad de adquirir una cultura, una preparación, también por tradición, y hay quien no sabe por qué lo hace, o de hecho preferiría no hacerlo.
Los porcentajes y números relativos a la economía juvenil son igualmente tristes. Tenemos, cosa que no se dice en los grandes foros políticos, una creciente emigración a otros países. Y es una emigración desastrosa para España, porque naturalmente los puestos en el extranjero se ofrecen a los mejores. Si las cifras son malas, la realidad es aún peor: se van los más preparados o capaces, y los que se quedan padecen desempleo o trabajan a menudo por debajo de su formación teórica, que a veces ni siquiera tenían en su momento verdadera vocación de adquirir.
Y si las cifras nos llevan a ese punto, qué no diremos de las ideas. La desesperanza no debe ligarse sólo a la crisis económica: es, de verdad, una crisis de valores, aquélla que hace pensar a una gran parte de la España joven que no hay una solución ilusionante de futuro, un gran proyecto nacional del vida en común. Es verdad que para algunos bastan las metas rencorosas y resentidas del socialismo, y para otros el puro egoísmo individualista del «enriquecéos». Pero un país navega hacia algún punto cuando sus jóvenes sueñan juntos. No es por eso un error que Esteban González Pons recomendase a sus jóvenes que leyesen a Stéphane Hessel, que podrá gustar más o menos pero que trata de dar una explicación y una salida a la crisis nacional, una que la tradición de la derecha social española viene pidiendo. Si ustedes han escuchado a Nacho Uriarte comprenderán que no puede ser acusado, como tampoco muchos de quienes han crecido con él, de haber leído a Hessel o, en su caso, de haberlo entendido.
Los políticos tienen entre los jóvenes, mientras tanto, una merecida pésima imagen. Políticos jóvenes, como el líder socialista navarro Roberto Jiménez, no se libran de ella. No se trata sólo de saber cuánto ganan o de poner un límite a esa cantidad, sino de saber cuánto ganaban antes de ser políticos o cuánto ganarían sin serlo: en esa comparación está el verdadero escándalo, pese a un intento reciente del mismo Jiménez. Cifra por cifra, lo de menos es que viajen en primera o en segunda, sino que usen para sus viajes de familia o de partido los transportes del Estado. Poco preocupan unas dietas, cuando el riesgo es que se creen verdaderas cortes de clientes del dinero público. Y así todo, pero sobre todo lo esencial. De Beatriz Jurado en el conjunto de España y desde la derecha, y de Roberto Jiménez, en lo local y desde la izquierda, lo que queremos es, primero, que hayan adquirido una formación excelente (y si no ha sido así que no mientan, porque nos enteraremos, sino que, sencillamente, dimitan), y después que sean capaces del poner esa formación y todos sus medios al servicio de los españoles y de los navarros. Son hijos de la formación recibida, son consecuencia de un modelo político y educativo que ellos mismos están obligados a enderezar en cuanto puedan, precisamente porque conocen sus fallos. Los jóvenes que van en las listas tienen, sin duda, el deber de cambiar de imagen. Por su bien y por el de España.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 25 de abril de 2011, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/juventudes-politica-seleccion-invertida-114119.html