Navarra, la pieza que falta en el puzzle autonómico

Por Pascual Tamburri, 8 de agosto de 2011.

Aunque los españoles son iguales en derechos no todas las regiones son iguales. La Constitución creó unas autonomías de primera, otras de segunda y reconoció algún caso excepcional.

El mapa autonómico no sólo es complicado, es que además está lleno de variantes y matices a veces muy difíciles de explicar. Si nuestra organización regional la hubiese trazado Napoleón Bonaparte tendríamos un número explicable de regiones uniformes en superficie, recursos, población, provincias y ciudades; y lo que es más, esas regiones tendrían una organización administrativa homogénea con una autonomía igual entre ellas. Pero nuestros «padres de la Patria» son los escribidores de 1978, y por varias razones a la vez resultó y resulta que nuestras autonomías son heterogéneas desde casi cualquier punto de vista que se quiera considerar.

Parece llegado el momento, en torno a las elecciones del 20 de noviembre, de rehacer nuestra autonomía. Hay una serie de razones de tipo ético que explican esta necesidad. Tiene algo más que un resto de ironía la curiosa circunstancia de que personajes que se llenan la boca, y a veces los bolsillos, hablando de la igualdad entre los españoles, viven casi profesionalmente de afirmar la desigualdad entre ellos. O no son conscientes de lo que hacen o su cara dura es digna de mejor causa. Pero estamos en tiempo de recordar la otra serie de razones que desacreditan las actuales autonomías: dicho brevemente, es que no funcionan, y se han convertido en otras tantas causas de ruina individual y colectiva para los españoles.

Necesitan ser reformadas, enderezadas, corregidas, enmendadas, mejoradas, todo lo cual implica su recorte, su poda, su disminución. Y hay gentes de derechas, de izquierdas y mediopensionistas unidas en torno a esta necesidad.

Por eso mismo (porque el coro es amplio y cualificado) es el momento de recordar que Navarra es diferente. La autonomía de Navarra no nace de que entre 1978 y 1983 le «diesen» una autonomía, como se les dio a otras regiones de España, algunas de las cuales incluso se inventaron más o menos en semejante tesitura (aunque ahora digan otras cosas más o menas divertidas). La Navarra que es autónoma hoy es una parte vertebral de la España medieval, es ininterrumpidamente la Pamplona romana, visigoda, vikinga, carolingia e íñiga y el reino pamplonés alzado como tal e incorporado gloriosamente a la lucha contra el Islam en 905. Tal Navarra es la que recibe y conserva sus fueros, testimonio de su identidad española y cristiana y de su personalidad jurídica, y en muy complejas vicisitudes conservó tal personalidad en 1512, en 1714, en 1808, en 1841 y finalmente en 1936.

Puede y seguramente debe enmendarse una larga serie de errores del siglo XX sobre la configuración autonómica. Ahora, la crisis ha marcado el momento. Pero como un error no corrige otro, no es quitando a Navarra la autonomía que la configura como se soluciona el problema de la autonomía. Una cosa son las autonomías creadas por y para los nacionalismos, y sus consecuencias de desorden y ruina para España que estamos viviendo. Y otra cosa, con otra naturaleza, otro origen, otras dimensiones y otro futuro, es la autonomía foral de Navarra. Sin nada que ver con el resto, puesto que esta autonomía es parte necesaria de la unidad y de la identidad de la nación; recordemos siempre, en estos tiempos de cambio, la especial posición de Navarra y de los navarros, que no niega ni enmienda ninguno de los pasos que hayan de darse en cuanto al resto.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 8 de agosto de 2011, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/navarra-pieza-falta-puzzle-autonomico-116313.html