Los falsos secretos de un Papa moderno, soberano y adorado

Por Pascual Tamburri Bariain, 19 de agosto de 2011.

El Papa ha sido protagonista en la Europa medieval, en la moderna y en la contemporánea. La secularización no es ni universal ni unívoca, y vamos a asistir a unas cuantas sorpresas.

Paolo Prodi, El soberano pontífice. Un cuerpo y dos almas: la monarquía papal en la primera Edad Moderna. Traducción de Eduard Juncosa i Bonet. Traducción de los textos latinos de Santiago López Moreda. Akal, Madrid, 2011. 392 pp. 34,00 €


Grace Davie, Sociología de la religión. Traducción de Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar. Akal, Madrid, 2011. 368 pp. 28,00 €

Benedicto XVI se ha convertido en el protagonista del verano español. Lo ha sido por la expectación creada, lo ha confirmado por la inmensa masa que ha reunido, incluso la polémica y resistencia que ha despertado no han hecho sino reforzar la imagen de fuerza, influencia y poder del líder espiritual más vigoroso en nuestra sociedad. Y lo cierto es que, pese a los esfuerzos anticristianos y genéricamente laicistas, una vez más la sede de san Pedro ha demostrado su capacidad de conocer una época y adoptar sus formas para ejercer su misión; y una vez más se ha comprobado que la religación no es una superestructura sino un hecho esencial que en una Europa que cambia sigue siendo protagonizado por un catolicismo que cambia sin cambiar. Akal nos ofrece dos textos clásicos para entender esta apasionante maraña a la vez desde la historia y desde la sociología.

Las formas del XVI no son las del XXI, pero el Papa sí lo es. ¡Como siempre!

Un Papa tan vestido de blanco como san Pío V –el primero que lo hizo- ha invadido España cinco siglos y medio después de Lepanto. El patriarcado de Occidente ha sabido crecer, madurar y evolucionar al mismo ritmo al que esta parte del Imperio lo ha hecho a través de las épocas. Lo singular del caso es que, cierto, el Papa censura a los que «se creen dioses» y deciden quién puede vivir y quién no; pero no es una novedad, pues todos los Papas lo han hecho o lo habrían hecho si lo hubiesen necesitado. Es desconcertante comprobar cómo una institución de este calibre, además de no eclipsarse, consigue decir lo mismo de diferentes modos, sin cambiar de misión pero sin anclarse en lo pasajero.

Paolo Prodi –y nos ahorraremos las chanzas comparando su peso intelectual con el de su hermano Romano– ha enseñado durante muchos años historia moderna en Bolonia, donde ha renovado la investigación y la divulgación sobre la teoría y las formas del poder. Ha sabido unir aspectos aparentemente heterogéneos del pasado para comprender éste y para hacerlo útil en la inteligencia del presente y del futuro. Y ha demostrado, entre los siglos XX y XXI, que el rito y la fuerza, la forma y el fondo, el espíritu y la potencia, son completamente inseparables… como han tenido ocasión de comprobar muy a su pesar todos los que a lo largo del tiempo han querido ir por otros caminos, al menos en la Europa cristiana.

Su estudio sobre el Soberano Pontífice es un clásico de investigación y divulgación aplicado a la transición de la Edad Media a la Moderna a través de las vicisitudes de la Sede romana. Porque era lo procedente en aquel tiempo, «el papado desarrolló un papel fundamental en la política europea y en la construcción del Estado moderno». Y por la misma razón no lo había hecho antes ni lo hace ahora, porque tales modos de conjugar el poder espiritual y el temporal eran sólo circunstanciales. El Papa-Rey fue una construcción brillante, que sirvió además de modelo a toda Europa, pero que tuvo su tiempo, y su cambio no supone la derrota de los Papas, sino por el contrario anuncia una nueva victoria. Como la que estamos viendo y necesitamos entender.

Benedicto XVI lucha contra un rechazo al cristianismo, un «eclipse de Dios» en un mundo materialista al que calificó de «relativista y mediocre». Utiliza los medios del siglo XXI, moviliza los medios, las redes, las masas y las formas de este siglo para luchar contra los enemigos de Roma hoy con los instrumentos de hoy y de mañana. El libro de Prodi, reeditado precisamente ahora, sirve para comprender en la romanidad la diferencia entre lo esencial y lo circunstancial. Si hoy procede ganar la batalla de la imagen y de las masas y rezar por los que actúan «como dioses» sin tener más raíz que ellos mismos –contra la modernidad materialista, en suma-, ayer podría haber sido el momento de un Imperio, de una Cruzada, de una Reconquista, de un Estado o de un Renacimiento.Alejandro VI, León X, Julio II ó san Pío V no significaron nada esencialmente distinto respecto a Pío IX en su concilio, Pío X antimodernista ó Pío XII coronado y en silla gestatoria; y Benedicto XVI es una parte más de la misma batalla.

Prodi es una lectura agradable en sí mismo, y ayuda a entender en general cuál es la manera de estar del pontificado en el mundo, y en concreto qué legado manejó y dejó el papado moderno. Hoy vivimos otra época, pero olvidar que la Iglesia es la misma y que en su núcleo nada afectan los cambios circunstanciales del mundo significa no entender nada. Como de hecho muchos han hecho en la España de Zapatero.

¿Una masa de fanáticos en la calle o la voz del futuro?

¿La religión sigue siendo importante? Frente a la sociología materialista de moda en el siglo XX, Grace Davie desarrolla toda una sociología de la religión entendiendo ésta como una pieza irrenunciable de la vida en sociedad. El asunto no es menor, porque desde la Ilustración se había explicado, desde las distintas formas de materialismo, la religión como un resto del pasado. Todos hemos escuchado y leído esta interpretación, que es la moda creciente desde el siglo XVIII y que hoy es la cima de la corrección política e intelectual: las religiones en general y el catolicismo en particular se entienden por la debilidad y la ignorancia de nuestros antepasados, pero hoy nuestro bienestar y sabiduría derivados del progreso hacen cada vez más inútil la fe y la práctica religiosas, condenadas a debilitarse, cambiar radicalmente y desaparecer. Ya.

Y luego resulta que llega el Papa a Madrid y es el mayor movilizador de masas, que sus ideas llegan donde ninguna otra lo hace, que en cantidad y calidad su impacto no admite comparación… y eso en una España expuesta a toda la fuerza del laicismo durante dos generaciones, y en la que ningún partido hace plenamente suyos los principios de Roma. Hete aquí que Roma puede sacar a la calle a más gente que ningún partido, sindicato, equipo de fútbol o artista moderno. ¿No era imposible ser a la vez moderno y religioso?

El manual que publica Akal compara la situación de los distintos países de Occidente y de las distintas confesiones existentes, y renueva totalmente el contexto teorético y metodológico: la religión no es un residuo despreciable, sino una fuerza viva, cambiante, potente, que debe ser entendida para entender cualquier sociedad moderna. Las sociedades que han intentado negarla o rehuirla han terminado con enormes e inesperados problemas y, además, con un retorno a menudo sorprendente de la religión. Los debates entre sociólogos serán muchos y convendrá entenderlos, pero la foto es la que es: la significación de la religión no sólo sigue existiendo sino que sigue teniendo un peso público a veces creciente.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 19 de agosto de 2011, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/falsos-secretos-papa-moderno-soberano-adorado-116453.htm