Historia de una llamada tres años tarde, y de sus dispares enemigos

Por Pascual Tamburri, 12 de septiembre de 2011.

La mejor prueba de que PP y UPN ganan con el pacto Rajoy – Barcina son las críticas a la unidad. Las más agrias no vienen del PSOE ni de Bildu. La unidad ha tenido enemigos. ¿Tendrán premio?

La crítica más esperada del pacto, y también la que verdaderamente puede calificarse de sincera y de buena fe, es la del ex presidente Miguel Sanz. Sanz creyó que acercarse al PSOE era la única manera de evitar un pacto PSOE – abertzales (por más que eso sea ceder al chantaje de Blanco y sus comensales, y sin tener en cuenta la posibilidad de aplastar políticamente al PSOE), y en consecuencia creyó y cree que mejor lejos del PP. Esta semana será de batalla política dentro de UPN, pero ya en su carta publicada en los medios el sábado 10 Sanz prevé que Barcina triunfará. Sanz sí dice, junto a su crítica, dos verdades que todos los implicados en el debate han de tener en cuenta: el PP gana con el pacto (pero UPN también, y Navarra más), y no es imaginable que sean recompensados ahora las personas y grupos que durante mucho tiempo han construido su proyecto de carrera política sobre el insulto público y privado a la otra parte.

No habrá batalla política en el PP, puesto que las decisiones se han tomado ahora y se van a seguir tomando en Madrid, sin duda como conclusión de experiencias anteriores menos felices. Ana Mato ha viajado a Navarra a explicar cómo son las cosas a personas, algunas de las cuales no comparten la alegría de los afiliados y votantes de base del centroderecha, que nadie puede no ver. Tiene toda la razón Santiago Cervera, en su valoración del 8 de septiembre, «este acuerdo es lo mejor para Navarra» (Act 9, 3-4); pero eso quiere decir que no la tenía al imputar a Barcina «insustancialidad y falta de personalidad política propia«, al asignar a UPSN «sonrisas tan falsas y actitudes políticas tan falaces«, proclamándose alternativo al Frankenstein manchado de «pérdida de dignidad y valores«, y otras muchas cosas que ahí están.

Después eso y de las garantías públicamente dadas que le llevaron a controlar el PPN y a encabezar su lista foral, el futuro político que tenga nuestro presidente debe estar vinculado al Parlamento navarro, salvo que tanto él como el partido renuncien a su credibilidad y se deje el pequeño PPN en manos notoriamente menos brillantes, capacitadas y leales. Hoy la realidad política es el acuerdo que hace unos días era motivo de ofensa, descalificación y querella, verbal y escrita, no siempre suave. Por tanto, es razonable prever queel grupo protagonista de la desunión, promotor de su continuidad, enemigo de su solución y negador hasta hace muy poco incluso de su posibilidad (ahí están los mensajes llegados a todos los medios) no podrá ser a medio plazo su gestor. Y ahí termina la cuestión, para bien de todos.

El viernes 9 de septiembre La Gaceta publicó este análisis de la reconciliación PP-UPN, llamándolo Barcina y Rajoy, tres años de espera. No ha gustado a todos, pero sí a los que la han llevado adelante. A otros ha gustado, pero han callado porque usan la misma prudencia que hace tres años. Y otros añaden sus matices, en medio de una aprobación general. Con eso sobra.

Rajoy y Barcina se han esperado tres años (historia de una llamada)

Entre la noche del 5 y la mañana del 8 de septiembre de 2011 se produjo el acontecimiento político que muchos navarros –la mayoría objetiva de los navarros- llevan esperando desde octubre de 2008. La presidenta de UPN y del Gobierno de Navarra, Yolanda Barcina, y el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, han acordado rápidamente presentar listas conjuntas de los dos partidos de centroderecha en Navarra, al menos en las elecciones generales de noviembre de este año. Respaldada por su propio partido, Barcina abre una puerta a terminar con un divorcio incomprensible. En términos nacionales, es una buena noticia para una victoria de Rajoy; en términos regionales, puede ponerse fin a una situación equívoca, desagradable y peligrosa. Eso sí, nunca se podrá actuar como si no hubiese sucedido.

Pueden decirse muchas cosas, pero no que Rajoy y Barcina pequen de incoherentes. En 2008, los dos quisieron salvar una alianza que había durado desde 1991, e intentaron impedir la ruptura entre dos partidos hermanados. Había sido la historia de un éxito, un éxito que terminó al interpretarse interesadamente el acuerdo electoral de 2007 y sobre todo al terciar Pepiño Blanco y algunos parvenus de origen navarro. En 2008 hubo separatistas y hubo separadores, y por eso el regreso a la unidad es fruto directo y exclusivo de la claridad de ideas y de principios de Rajoy y de Barcina (y de sus equipos allegados de ayer y de hoy) .

Una comunicación personal y una negociación muy clara

Rajoy y Barcina han querido negociar directamente, en este caso las listas conjuntas de noviembre. ¿Qué ha cambiado desde 2008? Unas cuantas cosas, que demuestran que los acuerdos son posibles y deseados, y que las intermediaciones y los correveidiles, sea cual sea su edad, su proveniencia y su estatus, no suelen llevar a nada bueno. Cara a cara evitan errores pasados y buscan un triunfo político.

La primera novedad que ha pesado en la negociación y en su éxito es que UPN ha gestionado con brillantez estos tres años. Su estructura local sigue siendo incomparable. Con ese bagaje y sin atisbos de división Barcina sucedió a Miguel Sanz al frente del partido y del Gobierno. En las elecciones del 22 de mayo UPN consiguió en solitario 19 escaños forales, ganando las elecciones en Navarra. UPN es fuerte en Navarra y Barcina fuerte en UPN. Siendo así, ¿por qué negociar? Primero, porque Bildu sumado a Aralar amenaza con un pisotón abertzale a Navarra, y Barcina sabe que sólo uniendo PP y UPN se les detiene seguro. Pero sobre todo porque la presidenta siempre quiso esa unidad.

El segundo cambio respecto a 2008 es la posición del propio PP. El PP de Rajoy es hoy sinónimo de victoria, mientras que en 2008 salía justo de una derrota. A la inversa, el PP navarro nació cargado de esperanza, dirigido por José Ignacio Palacios. Tres años después, en cambio, el gallego tiene en cambio su gran debilidad en la posición de Santiago Cervera: máxima tensión con UPN, malos resultados en las elecciones forales, incapacidad para contrapesar al PSOE en las instituciones. Rajoy ha buscado el pacto porque quiere una victoria que no le da Cervera y sí Barcina, pero además porque él siempre quiso la unidad.

Interlocutores, divisores, candidatos

Dos personas, y si se quiere media docena de interlocutores, han resuelto tres años de discordia. Durante casi 36 meses pequeños grupos de personas, en uno y otro partido, han tratado de hacer su fortuna política a partir de la constante y sistemática crítica del antes aliado y luego adversario. Algunos en UPN, amparados en el nombre de Miguel Sanz, se veían cercanos al PSOE, incluso al de Zapatero, y alternativos a la derecha del PP. Otros en el PP, en torno a Santiago Cervera y con el monopolio aparente del pequeño PPN, han llenado medios, redes, cámaras y pasillos de descalificaciones de «UPSN» y de negaciones eternas de cualquier reunificación. En buena lógica, Rajoy y Barcina han mantenido a unos y a otros lejos de la negociación reconciliadora y los mantendrán lejos de las candidaturas e instituciones.

María Dolores de Cospedal, que es una mujer práctica, es claro que ha transmitido a Rajoy las consecuencias de su experiencia navarra de 2008 y posterior. Las cosas van mal si se hacen dirigentes y candidatos quienes ganan personalmente con la discordia y la división. Hoy los intereses de UPN y PP son los mismos, y se trata ante todo del futuro de la Navarra foral y española, que pasa por una gestión de principios en los Gobiernos de la nación y de la región y cuando sea posible por una reforma foral como la que ambos partidos prometen y Navarra necesita. Si en ese camino han de sacrificarse intereses personales, empezando por las personas que hace una semana deseaban la desunión, así sea. Empezando por una candidatura unida en noviembre, buscando una fórmula distinta y mejor de la anterior, es también un paso necesario para el futuro de UPN, una UPN que nació contra la imposición constitucional abertzale y que nunca quiso ser precisamente de centroizquierda.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 12 de septiembre de 2011, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/historia-llamada-tres-anos-tarde-dispares-enemigos-116827.html