La crisis es culpa de los mismos que la aprovechan

Por Pascual Tamburri Bariain, 7 de octubre de 2011.

El desorden financiero y la especulación improductiva no son muestras de libertad económica, sino peligros para muchos y riqueza para una oligarquía. Y esto no es un discurso de izquierdas.

Max Otte, ¡Frenad el desastre del euro¡. Traducción de Lluís Miralles de Imperial. Ariel, Madrid, 2011. 64 pp. 5.95 €

Cuando se estudia Derecho Mercantil, suponiendo que a uno no se lo pregunten en exámenes de respuesta alternativa, se dedica mucho tiempo a estudiar los detalles de los servicios bancarios, ya que por las entidades a las que llamamos «bancos», antes incluso de que hubiese realmente un Derecho mercantil distinto del civil y mucho antes de que la misma palabra «mercado» se sacralizase, corre el flujo vital de nuestra economía. Ese flujo es lo que llamamos dinero.

Si uno acierta previendo algo, sobre todo si ese algo es un acontecimiento luctuoso que muchos otros negaban como imposible, tiene la tentación de recorrer el mundo recordando a todos que, al fin y al cabo, hay pruebas públicas de que uno acierta cuando otros yerran. Puede que haya algo de esto en Max Otte, puesto que al fin y al cabo el economista alemán acertó no sólo previendo que el euro no iría necesariamente bien, sino además concretando con acierto, y más de diez años de adelanto, algunas de las cosas que fallarían en el sistema.

Calificar de «desastre» al euro no deja de ser un buen truco para conseguir un titular llamativo. Salvo que, de verdad, uno esté convencido de la relación directa entre la moneda única y la crisis que vivimos, o al menos sus elementos más sangrientos y llamativos. Por eso acierta Planeta al traducir esta misma semana que termina el breve opúsculo en el que Otte no sólo proclama sus principios sino que, en un lenguaje comprensible por el común de los mortales, expone qué haría él, o qué debería hacerse en su opinión ahora en Europa.

Es fácil reducir a «socialismo» cualquier crítica al modelo de mercado existente, como si la verdadera libertad fuese la que propugnan algunos economistas, financieros, políticos y publicistas, dueños de la corrección política. Y es fácil porque, en verdad, demasiadas veces el totalitarismo marxista se ha escondido de ciertas críticas… que no por torpe, impresentable y criminal que sea el comunismo dejan de tener fundamento. Otte es sólo un ejemplo más de cómo la ortodoxia económica (y política) liberal puede llevar a abismos, y de cómo hay liberales entre los culpables de esta crisis, tanto o más que entre los que tratan de solucionarla.

Leer a Otte es extremadamente interesante, y no especialmente por entender cómo el euro no ha sido una buena noticia para los españoles… aunque desde luego sí para algunos. Explica por ejemplo, y cualquier lector con buena intención le entenderá, cómo son dos cosas genuinamente distintas la banca comercial y la banca de inversión… y esa explicación ayuda a entender por qué se utiliza la imagen de las ancianitas griegas para justificar que se use masivamente dinero de otros contribuyentes europeos para proteger las inversiones de unos relativamente pocos especuladores (y así sucesivamente) .

Una salida ordenada del euro de los países que necesitan otra política económica, y una quita de su deuda para que no nos ahoguemos todos en burbujas, puede parecer herético y hasta criminal, pero es una solución justa que defendería curiosamente a la inmensa mayoría y a la economía productiva, y que perjudicaría a los especuladores, especialmente los de cuño anglosajón. Otte es un alemán que se ha liberado del complejo nacional que ha impedido a la República Federal asumir su rol político y financiero, y que ha dado el poder en Europa a quien ni lo merecía ni ha sabido usarlo.

Es verdad que si mi Caja provincial ha empaquetado como activo de inversión el resultado de la especulación inmobiliaria estimulada por un Ayuntamiento torpe, incompetente, engreído y dilapidador como el mío… no es culpa ni de Alemania, ni del euro. Pero Otte explica, además, por qué esta suma de elementos ha creado un escenario catastrófico que sólo puede solucionarse prescindiendo de etiquetas y de prejuicios, y para el que lo primero que hay que admitir es que tiene un liberalismo entre sus culpables y no puede tener sólo liberalismo purista en sus soluciones. Puede no gustar, pero no puede leerse sin gusto.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 7 de octubre de 2011, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/crisis-culpa-mismos-aprovechan-117354.htm