La crisis de un sistema es total cuando ni su oligarquía cree en él

Por Pascual Tamburri Bariain, 14 de octubre de 2011.

Recordar la Alemania comunista sin nostalgia y sin rencor. Una tarea difícil incluso a los veinte años, que requirió resignación y rebeldía entonces, ironía e inteligencia siempre.

Recordar la Alemania comunista sin nostalgia y sin rencor. Una tarea difícil incluso a los veinte años, que requirió resignación y rebeldía entonces, ironía e inteligencia siempre.


Uwe Tellkamp, La Torre. Traducción de Carmen Gauger. Anagrama, Barcelona, 2011. 896 pp. 29.90 €

Alemania ha oscilado entre 1991 y 2011 del rechazo absoluto a la nostalgia ciega hacia la República Democrática Alemana. La DDR es para los enemigos del marxismo el ejemplo histórico del fracaso de esa ideología totalitaria, la razón encarnada de por qué debía ganar Occidente en la Guerra Fría. Pero a la vez la DDR es, en la memoria de los marxistas y en la ansiedad de muchas víctimas de esta crisis, el «primer Estado socialista alemán» y un ejemplo de «sociedad de obreros y campesinos» cuajado de buenas intenciones. Los dos extremos, que se excluyen, impiden que la memoria social –alemana o no- haya sido objetiva con lo que sucedió desde 1945 en la vieja zona soviética de ocupación en Alemania. Por la misma razón, la literatura y otras artes, como el cine, han aludido sin cesar durante estos veinte años a la RDA pero lo han hecho poniendo la atención en sus virtudes o en sus vicios, sin ser capaces de dejar el protagonismo a la vida de la comunidad y de las personas, de ser ecuánimes con una y con otras… ni tanto menos de dejar espacio a la genuina creación literaria.

Uwe Tellkamp, nacido ciudadano de la DDR pero muy joven a su extinción, ha roto muchas barreras con su novela La Torre, ya muy premiada en Alemania y traducida por Anagrama este mismo mes. La Torre es una gran novela de estructura, contenido y formas clásicas, muy lejana de la narrativa descafeinada e insulsa que algunos parecen preferir en nuestros tiempos. Comprensible para todos los públicos adultos, va a convertirse sin duda en un objeto de satisfacción y quizá de veneración para los lectores con un nivel cultural consistente. Es una novela alemana como las que las mejores plumas germanas nos han ido regalando desde el Romanticismo.

La vida de Christian Hoffmann desde el bachillerato, la pubertad y el acné hasta el servicio militar, la ilusión y el escepticismo es también la vida de Dresde y Sajonia entre la muerte de Leónidas Breznev y la caída tanto del Muro como de todo el sistema comunista. Tellkamp no cae en la tentación de escribir un libro de recuerdos, de estampas o de imágenes de la DDR que fue (para bien o para mal), sino que realmente tenemos, a través de los ojos de un protagonista que no ahoga el texto, una película sobre la alta burguesía… de un Estado sin burguesía.

Las contradicciones de los Hoffmann, de su familia, de sus amigos, de sus vecinos, de los profesionales, artistas, literatos, músicos, médicos y dirigentes de la Dresde «socialista» son el escenario en medio del cual crece y madura Christian a la vez como hombre educado para una sociedad soviética y como hombre libre, con una extensa cultura clásica, con una formación académica exigente aunque no siempre coherente y más preparado para desarrollar en una sociedad de tipo occidental la poca ilusión de la que es en definitiva capaz. Queda retratado el protagonista, su familia y su mundo, y con ellos en suma toda su época y su país. Una época, un país y un sistema que ya no existen, que fueron suprimidos de raíz.

No puede olvidarse una mención al trabajo de traducción de Carmen Gauger. No se trata sólo de verter del alemán de Tellkamp –afortunadamente no cede a la moda de las oraciones simples concebidas por cierta narrativa moderna como si toda la sociedad pasase por centros de adaptación curricular- al español un texto denso y largo. Además, se trata de hacerlo comprensible teniendo en cuenta que el contexto cultural es imprescindible para entender la obra, y que la DDR de 1982 es ya algo muy lejano para los alemanes de 50 años… no digamos para los españoles de 20. Las notas al pie son acertadas, necesarias y bien trabajadas. Haría falta incluso un plano de la ciudad y un mapa de la región, para mejor comprensión… y un organigrama del Partido, claro, pues los españoles de hoy estamos muy hechos a un sistema absolutamente distinto.

Tellkamp se sirve de la memoria para darnos belleza, y a eso llamamos, sin excusa ni pretexto, literatura. Ahora bien, el lector inquieto puede tener aún más. Vista una sociedad en funcionamiento y en crisis, y sabido que esa crisis terminó en extinción, ¿cómo viviría cada uno de nosotros la extinción de nuestra propia sociedad y nuestro propio modelo, si esta crisis nuestra fuese, como la comunista, fatal? ¿O compartimos todos la presunción de que nuestro modelo es esencialmente superior y destinado a la victoria material sobre todos sus rivales? Porque la generación de Christian Hoffmann fue educada para creer lo contrario de lo que ha vivido, en cierto modo como hace un siglo hicieron, a su modo, Los Buddenbrook de Thomas Mann. Sin por ello despreciar todo lo que la DDR habría sido capaz de dejar en legado; un legado -¿académico, cultural, tradicional?- quizá hasta útil en esta otra crisis nuestra.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de octubre de 2011, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/crisis-sistema-total-cuando-oligarquia-cree-117500.htm