Por Pascual Tamburri, 14 de noviembre de 2011.
La Carta de 1978, en el mejor de los casos, ya ha cumplido su misión. Y por lo mismo ya no sirve, y debe ser corregida. Lo que no vale es adorarla como si fuese sagrada.
Entre las muchas cosas que Mariano Rajoy ha dicho en Navarra en la penúltima semana de campaña una ha creado cierto escándalo: el Partido Popular, de la mano de UPN, está dispuesto a incluir la Transitoria Cuarta en cualquier posible reforma constitucional, y esto saca de sus casillas no sólo a los tifosi abertzales sino también a los socialistas de guardia. ¿Sorpresa? Pues no, no hay sorpresa en ello. Más bien debería sorprender lo contrario.
La petición de reforma constitucional, antes incluso de que entrase en vigor ésta, forma parte necesaria de la identidad política de la derecha navarra. Desde 1978, la derecha foral se ha distinguido por su descontento con el ordenamiento constitucional referido a Navarra y por su petición, reiterada, de una reforma que sí recoja las peticiones de los navarros. UPN nació exactamente con esa petición, y si no la obtuvo de José María Aznar fue por no pedírselo al entonces presidente con la fuerza necesaria.
El momento parece llegado. La Constitución ya tiene los 32 años cumplidos, y Rajoy ha hecho su promesa varias veces desde que UPN y el PP se volvieron a separar en Navarra en 2008. También la ha repetido cuando las dos derechas se han vuelto a juntar, y ahora parece que tienen no sólo la voluntad de cambiar la Constitución sino además toda la capacidad legal de dar los pasos necesarios. A ninguna de las derechas navarras le va a reprochar nadie que ejerza esta señal distintiva en política, porque desde Alianza Foral Navarra a esta parte todos sabemos que la manera más coherente de pertenecer al centroderecha navarro es rechazando la Constitución en su texto ucedero. Si hubiésemos visto lo que iba a venir añadido, es muy probable que los votos contrarios en 1978 hubiesen sido muchos más. Es tiempo de corregir errores colectivos, y quedan algunos en el ordenamiento navarro.
La Constitución, respetable sí, lo que no es es sagrada. Nuestra Constitución tiene de sagrado lo mismo que el presidente Giorgio Napolitano de sacerdote, y parece creerlo él mismo. Navarra necesita aire fresco en las instituciones, pero eso implica una limpieza a fondo de los inquilinos de lo público que no creo que precisamente los eternos asociados de la ETA sean los más indicados para ofrecernos. Al contrario, si a alguien hay que mantener lejos es a ellos. Por lo demás, el objetivo para la legislatura es relativamente sencillo: que a lo largo de toda ella los votos de los delincuentes sean inútiles, y que se arbitren los métodos legales necesarios para que vuelvan a serlo después y sin más interrupción. Si la Constitución es un marco de convivencia, no hay lugar en él para quienes no quieren convivir en esta nación.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de noviembre de 2011, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/rajoy-afronta-complejos-necesaria-reforma-constitucional-118119.html