Por Pascual Tamburri, 5 de diciembre de 2011.
Eguiguren confirma lo que Mayor Oreja advirtió. Los abertzales han cambiado sólo de medios, sólo en apariencia y sólo de momento. El PSOE lega a Rajoy los mismos problemas de siempre.
Ha estado de moda últimamente criticar al líder socialista vasco Jesús Eguiguren, que abrió la polémica sobre la negociación entre ETA y Zapatero-PSOE-Gobierno. Según el presidente del PSE-EE, «ETA y el Gobierno del PSOE están hablando desde hace tiempo» y que el documento que se aprobó en la Conferencia de Paz del Palacio de Ayete (San Sebastián) fue resultado de esa conversación. ¿Tan terrible es lo que ha dicho Eguiguren, tanto como para que sus jefes en el PSOE, como José Blanco, lo descalifiquen, o como para que el PP pida su cese?
La batasunización no es ningún invento
Jaime Mayor Oreja avisó en su momento, hace unos meses, que la ceremonia de ETA y su séquito político San Sebastián era «una fase más de un proceso pactado entre ETA y el Gobierno». Los que creen que Jesús Eguiguren miente ahora habrían podido denunciar, por anticiparse a la misma mentira, a Mayor Oreja. Y no lo hicieron. Eguiguren aclara incluso que los socialistas se declararon en octubre contrarios al texto de los abertzales, pero que el contenido de ese texto, el elenco de los presentes en Ayete y los matices de las reacciones del Gobierno y del PSOE, hacen pensar que el PSOE y el Gobierno estaban al corriente de la ruta de la ETA. Vamos, que diga lo que diga el ministro Blanco sin un conocimiento suficiente del Gobierno no habrían estado allí ni Kofi Annan, ni Betie Ahern, ni Gerry Adams, ni Pierre Joxe.
Jesús Eguiguren y el periodista de El País Luis R. Aizpeolea ha presentado, a mayor abundancia, el libro ETA Las Claves de la Paz. Confesiones del negociador. Cierto es que no se habla allí de la negociación probablemente en curso durante el zapaterato final, pero se dan detalles sobre lo que fue –de la mano de Eguiguren– la negociación durante la anterior «tregua» de los asesinos y fuera de ella. Es muy poco atractivo parecerse a Patxi López o parecerse a él, pero ahora mismo parece incluso más repugnante parecerse a según qué otro socialista vasco.
Maite Magazaurtundúa llama «batasunización» al proceso que experimentan Bildu, Amaiur, Aralar y demás. Es cierto e indiscutible que la «izquierda abertzale» representa cada vez mejor la vanguardia política de la banda criminal nacionalista. Pero no es menos cierto que una parte del PSOE entra, ha entrado o desea entrar en el proceso de batasunización. Junto a ellos.
Una victoria electoral sin paliativos
Del mismo modo que es muy difícil llamar mentiroso a Eguiguren (y llamárselo no impide que lo que cuenta sea una dolorosa verdad), la otra verdad es que todos los nacionalistas vascos, dirigidos física e intelectualmente por la ETA y con el PNV sólo a rastras, han triunfado el 20-N. Avanzan ellos, y con ellos avanzan sin duda sus planes. Como ha explicado brillantemente Fernando Vaquero, «unos magníficos réditos electorales, aproximando con pasos de gigante a Amaiur, brazo político del engendro, a su objetivo de siempre: el liderazgo del conjunto del nacionalismo vasco y, simultáneamente, el avance en sus posiciones rupturistas con el Estado español. Y con una mirada fija y una férrea voluntad planeando a medio plazo… Pero hay que subrayar un factor incómodamente novedoso en este escenario: han plantado, de semejante modo, un jalón más de ese denominado proceso de paz que, pese a su naturaleza esotérica e inédita para la inmensa mayoría de los mortales, y siguiendo el modelo irlandés, han aplicado Josu Ternera, Arnaldo Otegi y compañía, con el beneplácito cegato y arcangélico de los mal llamados mediadores internacionales y el colaboracionismo –explícito o implícito, algún día se sabrá aunque sea por Gara- del PSE/PSOE… Como guinda de tan voluptuoso e indigesto pastel, además de las tópicas invocaciones a la paz y a las víctimas, no han sido pocos los políticos y agentes mediáticos que han apelado a la necesaria regeneración democrática, a la pacificación y a la normalización; como supuestos objetivos últimos de tamaño despropósito» .
Nótese cómo el poderío institucional de los nacionalistas (que se debe a la legalización querida por Zapatero antes y más que a los votos populares) coincide con las decisiones y las órdenes de la ETA. Los terroristas dirigen el rumbo de la sociedad. ¿Hacia alguna parte nueva? No por cierto: quieren lo mismo, sus metas son las mismas. Y eso debería sonrojar a tantos tiernos bienpensantes, tantos candorosos católicos profesionales o empleados de instituciones eclesiales, que no deben ocultar a nadie, ni siquiera a sí mismos, que están colaborando –desde Amaiur, desde Geroa Bai o desde donde sea- con los fines de los marxistas encapuchados y las manos ensangrentadas.
Y no sólo es que ganaron: es que a sus rivales, PP en las provincias vascas y UPN y PP en Navarra, les fue muy mal. El crecimiento electoral de Rajoy no llegó aquí, y eso también hace más relevante el éxito de los malos, más irrelevante su teórica división en siglas y más grandes las responsabilidades de los protagonistas del mal resultado. Que los hay, y tan responsables de la batasunización en curso como los mismos batasunos. Será una estrategia muy atrevida confiar la lucha contra ETA a los mismos que no creyeron a Mayor Oreja ni a Eguiguren, responsables además del avance de las ikurriñas en una Navarra que, dejada en verdadera libertad, las quemaría muy a menudo.
¿Y qué hacer frente a una ETA legal que avanza?
Recuerda Fernando Vaquero que «Patxi López y los suyos han eludido esa batalla tan necesaria como legítima»: la de las ideas. «Les ha faltado altura de miras, medios humanos tal vez; en cualquier caso, la necesaria voluntad imprescindible para tan ambicioso proyecto. Seguramente, sus servidumbres ideológicas y sus compromisos políticos les han anulado para tal envite; si es que alguna vez se lo propusieron con la dolorosa lucidez que ello exige«. El PSOE no está unido contra la ETA política, porque se siente más enemigo de la derecha española.
No basta derrotar en las urnas a los batasunos, y menos aún si nos dirigen líderes intonsos y miopes hasta la ceguera: «contenerlos» no es solución. El nacionalismo, más aún el nacionalismo revolucionario izquierdista, debe quedar fuera del juego político, sus objetivos fuera de lo constitucionalmente imaginable (de hecho, ya es así) y su visión del mundo fuera de lo socialmente admisible. Derrotarlos en los campos, en las calles, en los tribunales y en las urnas, sí, pero antes y además en las aulas, en las ideas y en la vida en su conjunto. Y eso ahora mismo está en manos de Mariano Rajoy, que tiene no sólo la responsabilidad sino también el poder necesario. «Finalmente situado en inexcusable primera línea de la responsabilidad nacional, el Partido Popular viene afirmando, por activa y por pasiva, que los imperativos de la recuperación económica serán su prioridad. Pero, pensamos, que tal determinación no puede ignorar la inevitable confrontación política, en sus nuevas expresiones, que se avecina… En esa ineludible empresa por la verdadera regeneración democrática, el Gobierno de Madrid, y la mayoría parlamentaria que lo sustenta, tendrán que responder sin excusas al reto del nacionalismo radical: su presencia en las instituciones, la pervivencia larvada –o mutada- de ETA, sus previsibles desaires cotidianos, sus seguros desafíos rupturistas, su irrenunciable avance social… Semejante herencia envenenada, de no pocas cláusulas acaso inéditas o imprevisibles, deberá ser desbrozada por el Partido Popular; y sin el aval del antaño filón de la tradición socialista vasca, ni la de su agónico Gobierno Vasco en retirada» .
¿No era la economía lo más importante? Algunos, y no pocos, creemos que lo primero es España, a cuyo servicio ha de estar en todo caso la finanza. Y por España hay que derrotar a este enemigo que se alza con nuevo rostro pero el hedor de siempre.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 5 de diciembre de 2011, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/triunfo-elecciones-rajoy-tendra-reventar-planes-118533.html