Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de diciembre de 2011.
A un siglo del nacimiento de Naguib Mahfuz, gobiernan Egipto los mismos a los que retrató en sus obras, incluyendo a los integristas que quisieron matarlo.
A un siglo del nacimiento de Naguib Mahfuz, gobiernan Egipto los mismos a los que retrató en sus obras, incluyendo a los integristas que quisieron matarlo.
Naguib Mahfuz, Un señor muy respetable. Traducción de María Luisa Prieto. Martínez Roca – Biblioteca Naguib Mahfuz, Barcelona, 2011. 256 pp. 19,50€
Los extremistas musulmanes del partido Libertad y Justicia (que es el partido de los Hermanos Musulmanes) y de Al Nur alcanzan el 60% en las elecciones legislativas egipcias celebradas tras la deposición de Hosni Mubarak. El mariscal Mohamed Hussein Tantawi, al frente del país y de sus poderosas Fuerzas Armadas, no ha impedido el triunfo islamista, ni tenía razones para hacerlo teniendo en cuenta la rapidez con la que las potencias occidentales abandonaron a su antes aliado Mubarak en favor de una revolución que creyeron democrática. Como si un país milenario o las pasiones eternas del alma humana pudiesen cambiar de un día para otro.
Entendió de otro modo las cosas el Premio Nobel de Literatura Naguib Mahfuz, el mayor y mejor prosista egipcio contemporáneo, de cuyo nacimiento en El Cairo se cumplen cien años el 11 de diciembre. Mahfuz, que retrató desde diversos puntos de vista el alma de su país, fue considerado un enemigo por los extremistas islámicos, de cuyo terrorismo fue víctima en 1994. Entre 1996 y 2006, los diez últimos años de su vida, vivió condenado a muerte por los integristas y prácticamente encerrado en su casa.
Martínez Roca nos ofrece, justo en el centenario, la novela Un señor muy respetable, que tiene la doble virtud de reflejar la vida de la sociedad egipcia que tan mal hemos entendido y de hacerlo a través de un protagonista de ficción que se inspira en no poco en la vida del mismo autor y de su familia. Naguib Mahfuz hace uso de su estilo más sobrio y realista, consiguiendo, además de reflejar el suceder de acontecimientos incluir en ellos los vaivenes intelectuales y morales del protagonista. El trabajo de traducción de María Luisa Prieto seguramente no ha sido fácil, pero está muy logrado, porque esta prosa consigue dar al lector español una sensación a la vez cercana y grata de la vida en los distintos ambientes de El Cairo que se retratan.
La vida del funcionario Suman Bayyumi se cuenta desde su ingreso en la Administración hasta su muerte, con amplias referencias a su entorno social y vital. El funcionamiento de la Administración en época monárquica –quizá no cambiada en algunos aspectos- se combina con la vida privada del protagonista, y una y otra se entrelazan en sus consideraciones morales. Lo exterior y lo interior forman aquí una sola realidad, magistralmente unidas por Mahfuz.
«Se dijo a sí mismo que la verdadera vida del hombre es su vida interior, la que hace latir el corazón a cada instante, la que conduce al esfuerzo, la entrega y la creatividad. Era algo sagrado, religioso. A través de ella se logra la realización personal al servicio del aparato del Gobierno o Estado. Gracias a ella se cumple el glorioso destino del hombre en la tierra y la voluntad de Dios«. Suman Bayyumi, educado, modernizado, hablante de idiomas, busca ascender en el Estado occidentalizado existente sin perder su fe religiosa. La misma ambigüedad recorre su vida familiar, y nadie más adecuado que el mismo Mahfuz, funcionario e hijo de funcionario, para que podamos entender cómo es de verdad Egipto.
Leer a Mahfuz ayuda, por ejemplo, a no caer en el error de actuar como si Egipto fuese un invento reciente, o como si sociedades milenarias de esta envergadura pudiesen ser tratadazas con ligereza y presunción desde el Oeste. «En la historia de Egipto, el desempeño de un cargo público era algo sagrado, como la religión, y el funcionariado egipcio era el más antiguo en la historia de la civilización«. Nasser, Sadat y Mubarak lideraron una profunda modernización del país, pero su éxito dependía de su respeto por lo esencial del Egipto eterno, retratado por Mahfuz, y del apoyo externo. Perdido el segundo, renace sin paliativos el primero, y la modernización democratizante pasará a ser menos que una ficción literaria. Consecuencia en parte de que quienes tenían que decidir no habían leído este libro.
«El tiempo, como la espada, si no lo matas te mata» (Naguib Mahfuz).
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 9 de diciembre de 2011, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/siempre-primavera-egipto-donde-cambios-como-deberian-118591.htm