Por Pascual Tamburri Bariain, 6 de enero de 2012.
Que nadie espere encontrar en la ficción de Erskine Caldwell ‘claro de luna y magnolias’ para retratar el Sur. No hay concesiones al romanticismo, sino si acaso un alarde de realismo.
Erskine Caldwell, Un lugar llamado Estherville. Traducción y prólogo de Carlos Mayor. Navona Reencuentros, Barcelona, 2011. 240 pp. 14,50 €
Erskine Caldwell, El sacrilegio de Alan Kent. Traducción y prólogo de José Luis Piquero. Navona Reencuentros Breves, Barcelona, 2011. 80 pp. 8,30 €
Erskine Caldwell es bastante más que un simple narrador. Como prosista, es verdad, refleja sin falsos pudores la vida del Sur de los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX. Pero la prosa de Caldwell no se conforma con un realismo naturalista, sino que tiene un lugar para todos los elementos de la vida sureña. Caldwell ama la vida que describe, pero no la idealiza, ni nos la intenta contar como no es. En el Sur de Caldwell hay mentiras, como hay dolor y hay hipocresía, como partes de la vida, de una vida que no se mitifica, pero que tampoco se rechaza.
Es un Sur que sufre, qué duda cabe, pero que a la vez se intenta comprender, que tiene su lógica interna que se trata de explicar, su propia manera de enlazar las cosas y las decisiones. Erskine Caldwell, maestro de prosa, nos hace comprender cómo y por qué las cosas son de un cierto modo en el Sur.
La obra más conocida y probablemente más vendida de Erskine Caldwell es aún hoy La parcela de Dios (que por cierto ha editado y traducido también Navona), pero Un lugar llamado Estherville nos remite al mismo Sur bello y placentero, pero al mismo tiempo racista, sectario, marcado por los prejuicios y marcado a un tiempo por el pasado y por la derrota. La belleza singular que Caldwell nos ofrece es exactamente esa: la de conocer las debilidades y defectos de la sociedad en la que se vive, y al mismo tiempo comprender sus grandezas y sus bellezas hasta el punto de amarla aun comprendiendo todas sus miserias. Quizá este doble filo de la prosa de Caldwell explique su éxito original, dentro y fuera de América, su posterior resistencia en Estados Unidos y su relativo olvido entre nosotros, y también ahora su regreso y resurgimiento.
Un tiempo de crisis, de dolor y de cambio como el nuestro, en una comunidad que fue grande pero camina hacia la marginalidad, como la nuestra, es tiempo que puede apreciar los matices y los detalles de la literatura, de los sentimientos y de los personajes de Erskine Caldwell. Que el sexo y el deseo sea un sentimiento central en estas obras de ficción y en el verso asociado a ellas es sólo una razón secundaria para que sea hoy de nuevo una prosa rica y sugerente para más de nuestros contemporáneos, y en España más que en otros sitios.
Gente sin esperanza lucha por la vida
Alan Kent es la excusa, en la pluma de Caldwell, para un auténtico experimento de un nuevo tipo de texto, ni novela, ni verso propiamente dicho, sino prosa poética que en pocas páginas tiene la capacidad de describir a la vez el Sur que fue y de ambientar en él y en sus gentes una acción que sólo allí puede situarse. El Sur de Alan Kent es el mismo que había sido el de El Camino del Tabaco (Navona), pero en este caso se trata de un punto singular entre el verso y la prosa. Leer y comprender El sacrilegio de Alan Kent es un regalo de singular belleza: frases breves y contundentes definen y muestran cómo se carece de la felicidad y se busca la misma en un mundo de miserias y de grandezas.
Erskine Caldwell no se limita a contar para el lector las difíciles condiciones de vida de los campesinos y trabajadores sureños, blancos o negros cada uno a su modo. Hace de esa situación razón para un sentimiento especial, mezcla de sufrimiento, de deseo de mejora y de disfrute de lo que de excepcional tiene.
No se regodea en lo atrasado, pobre o difícil de tal sociedad, pero tampoco se contenta con plantear problemas que necesitan respuesta. El Sur de Caldwell puede no ser deseable sin más, pero no es tampoco sin más algo que pueda ser suprimido sin asumir su belleza y la delicadeza de sentimientos que puede albergar. Qué duda cabe, la vida es también suma de todas esas contradicciones, teóricamente imposibles y sin embargo inevitables.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 6 de enero de 2012, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/descarnado-naturalismo-desnudez-moral-piedad-acumulada-119051.htm