Ladrillo a ladrillo, la construcción de una gran Monarquía

Por Pascual Tamburri Bariain, 20 de enero de 2012.

Hasta el día de hoy, el Estado español debe su ser y muchas de sus características a Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Nada sería igual sin ellos y sin su voluntad.

Luis Suárez Fernández, Isabel I, Reina. Ariel – Planeta, Barcelona, 2012. 496 pp. 19,90 €

Durante la mayor parte de la Edad Media, España siempre corrió el riesgo de ser la «hermana pequeña» de Francia, de tal modo que los mismos castellanos y aragoneses, por no hablar de los navarros, habían interiorizado ese complejo de inferioridad. ¿Quién iba a discutir la importancia de los caballeros y cortesanos de la que hasta entonces había sido la primera monarquía de Europa? Sin embargo, y desde mediado el siglo XV, la unión dinástica de todas las monarquías hispanas, la liquidación de la Reconquista y la aparición del Estado moderno en España, incluyendo sus medios bélicos, cambia las tornas y altera los equilibrios. La generación de los Reyes Católicos es la protagonista de ese cambio decisivo en la historia de Europa.

Los Trastámara, reyes a la vez de todos los reinos hispanos, compartieron desde su origen un programa político e institucional de reforzamiento de los tronos que ellos estaban llamados a ocupar. Isabel y Fernando, hijos de primos y educados, por diferentes razones, en situaciones espinosas, encarnaron a la perfección el proyecto político de sus antepasados inmediatos, sólo que contaron con las habilidades sociales de las que Enrique IV careció en Castilla, tuvieron la prudencia y las colaboraciones que Juan II no tuvo en Aragón y desde luego tuvieron la visión a largo plazo de todas las jugadas políticas, de la que justamente careció el primer príncipe de Viana, hermano mayor de Fernando y rebelde contra el padre de ambos en medio de la guerra civil navarra.

El entramado político en medio del cual se logró la unidad de reinos hispanos queda perfectamente retratado en este libro de don Luis Suárez; se trata de un ejemplo de alta divulgación y de voluntario olvido de las notas al pie. Utilizando los materiales por él reunidos para otros trabajos de investigación, el autor consigue presentar la trama de manera apta para todos los públicos, es decir combinando rigor en la información y amenidad en la exposición.

Tanto en la generación de Isabel y Fernando como en la de sus hijos, las desgracias se sucedieron en la familia Trastámara. Familia real y bien consciente de sus muchas obligaciones, los Trastámara de esta rama principal fueron bien conscientes de los múltiples deberes que se acumulaban en ellos. Isabel y Fernando consiguieron combinar las diversas tradiciones políticas de sus reinos (en el fondo, muy similares entre sí) con vistas a crear un sujeto político unido pero no uniforme, es decir que fuese capaz de sobrevivir a la coyuntura, precisamente por respetarse la pluralidad mientras se trataba de lograr la unidad.

Nada volvió a ser como antes desde Isabel. España, antes relegada y marginada, pasó a ser durante dos siglos señora y protagonista de la política europea. Las rutas del mundo, recién abiertas, fueron posesión de la misma España y de sus buques. La Iglesia, a su vez olvidada, encontró un nuevo campeón frente a sus múltiples enemigos. Un Estado, tan moderno como se quiera, pero fiel como ninguno a los principios católicos: tal fue el legado de Isabel a sus sucesores, y el paso de los siglos ha demostrado que el reinado de otros en España ha sido tanto más difícil cuanto más lejano de los principios morales que informaron estos inicios de la Monarquía, tan amenamente relatados. Además de un libro de historia, éste podría ser un manual de políticos contemporáneos.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 20 de enero de 2012, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/ladrillo-ladrillo-construccion-gran-monarquia-119315.htm