Por Pascual Tamburri, 8 de febrero de 2012.
El PSOE recibe continuas llamadas a volver a aliarse con los abertzales en Navarra. Y los hombres que lo sacaron de esa cloaca, como Víctor Manuel Arbeloa, son insultados cada día.
El escritor Francisco Zamora Aznar, periodista en algunos medios nacionalistas y de extrema izquierda, es conocido principalmente por ser autor de Urralburu. Corrupción al servicio del Estado (Txalaparta 1996), considerado la versión clásica proabertzale de la ruptura en 1996 de la última coalición (hasta ahora) entre el PSOE navarro y los separatistas. En julio de 2011 publicó un artículo, con la vista puesta en el socialismo de hoy y de mañana, que descalificaba gravemente a Víctor Manuel Arbeloa Muru, líder histórico del socialismo navarro proespañol.
Acusar a don Víctor Manuel Arbeloa, a estas alturas de la película, de un «chivatazo» para «denunciar que el sucesor de Urralburu al frente del Gobierno, Javier Otano, también tenía una cuenta en Suiza«, es no sólo una calumnia, sino además una falacia demostrable y, sobre todo, una cobardía. Pero es una calumnia bien estudiada y muy reveladora de los vientos que soplan en parte de la política navarra. Es una pena que la Comisión de Quejas y Deontología de la Federación de Periodistas de España no lo haya entendido así, y haya considerado la afirmación contra Arbeloa digna de ser protegida por su Código Deontológico.
La información contra Javier Otano, que luego se demostró tan cierta y probada como la referida al presidente Urralburu, sólo que caducada, podía provenir de muchas fuentes, puesto que muchos eran los intereses cruzados en aquella Navarra en mover al PSOE en una u otra dirección, y también las voluntades de premiar o castigar las lealtades y las traiciones en curso. Aquella información, sin duda, sirvió para sacar al profesor Otano del poder, para debilitar ulteriormente las instituciones, pudo servir para premiar la voluntad de poder de Juan Cruz Alli (pero no fue así al final), y muchas otras cosas. Pero a quien no benefició en nada su publicación y sus consecuencias fue justamente al doctor Arbeloa, que fue primero miembro y luego presidente de la Gestora que dirigió al PSOE navarro en 1996-1997, y que a raíz de aquello se ganó enemigos por doquier y cerró una hasta entonces brillante carrera política. Y si en algún sitio aquello fue malo para Arbeloa, aparte de obviamente entre los abertzales, fue en una parte notable del PSOE. Así que no entiendo yo muy bien si esto es «libertad de información y de expresión» o más bien simple «descalificación personal». O calumnia.
Pero lo que no parece ser es una calumnia a ciegas: esto se digo, y se repite, como otras cosas, por muy buenas razones presentes. Descalificar a Víctor Manuel Arbeloa en 2011-2012 sirve para devaluar su acción política y para estimular hoy y mañana decisiones políticas que vayan en otra dirección. Calumniar a Arbeloa, hoy, sólo tiene sentido si entendemos que muchas voluntades (algunas sorprendentes) dan por hecho o al menos por probable un avance del nacionalismo vasco en Navarra, un avance que, si se da la mano con el socialismo, pueda relegar a los partidarios de la Navarra foral y española a la oposición política. Aunque siguen y seguirán siendo mayoría en la sociedad navarra, como bien analizó en su momento Arbeloa (y eso permitió al PSOE ser fuerza de Gobierno, algo que nunca terminarán de agradecerle… y quizá tampoco de entender) .
En la España de Jesús Eguiguren y de Patxi López (casi) todo es posible, incluso que se quieran invertir decisiones tomadas hace tres décadas. El Tripartito de Otano fue, justamente, el último coletazo proabertzale de un PSOE que debería ya tener claro que, con el centroderecha, tiene siempre cuotas de poder de una forma u otra y en cambio con los nacionalistas siempre tiene crisis y retrocesos. La afirmación de Francisco Zamora no es a la ligera, sino que responde a un proceso largo y estudiado de reorientación del PSOE y de bloqueo de todo lo que en el PSOE representó sentido, no ya de Estado, sino común.
La gran pena es que, además, esa gente convierta en víctima personal a Víctor Manuel Arbeloa. En una política navarra choricera y mediocre, con un nivel académico nada glorioso y uno intelectual patético (salvo que valoremos twitter como literatura y los enredos vía móvil como lírica), Arbeloa ha sido una de las pocas excepciones de calidad durante mucho tiempo. Culto, educado y amable, a algunos nos ha parecido siempre más hecho para la mejor política romana que para el deprimente pasilleo foral –sin distinción de izquierdas o derechas. La calumnia, además de injusta, revela mucho del nivel colectivo que a algunos tanto parece gustar. Y retratar.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 8 de febrero de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/calumniar-caballero-anuncio-politica-quieren-119672.html