Lo que debemos a Garzón, más por totalitario que por corrupto

Por Pascual Tamburri, 13 de febrero de 2012.

Muchos españoles defienden a Baltasar Garzón, guiados por sus periodistas y sus políticos. Pero el exjuez ha sido condenado, y así se abre una puerta a una libertad más auténtica.

Son muchos los «Solidarios con Garzón«, miles en Madrid y quizás millones por toda España. Sin embargo, muchos otros, que resultan ser más, no comparten la idea de que Baltasar Garzón actúa bien haga lo que haga, y comparten la aplicación que de la Ley han hecho unánimemente todos los jueces que se han ocupado del caso en el Tribunal Supremo. Aunque una mayoría de ciudadanos creyese en la inocencia de Garzón, éste ha sido condenado conforme a la Ley, y por el momento seguimos viviendo en lo que llaman un Estado de Derecho en el marco de las normas de convivencia establecidas entre 1976 y 1979. Si alguien quiere romperlas, Garzón podrá ser absuelto y sus jueces condenados, pero estaremos ya en otro tipo de Estado.

Otra cosa que convendría revisar, ahora que el Gobierno debe cambiar la dirección de Radiotelevisión Española y también las distintas formas de subvencionar y apoyar con dinero público otros medios de comunicación, es cómo se ha presentado la condena de Garzón a la opinión pública. Con algunas excepciones, y no muchas, en la prensa, la radio y los medios impresos parece que los magistrados del Tribunal Supremo son Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla, Jack el Destripador, Al Capone, Atila, Gengis Khan y Drácula; de manera que, salvo que uno se detenga a leer la sentencia y a valorarla conforme a los hechos demostrados y a la ley en vigor, a los españoles se les está dando la imagen de que Garzón es la víctima, también en TVE y en RNE. Ni eso puede volver a suceder, ni tampoco que en los mismos medios la manifestación de unos cientos de personas contra el Supremo, encabezados por Cristina Almeida, Gaspar Llamazares, Inés Sabanés, Pedro Zerolo y supongo Marcos Ana y algún otro admirador de la democrática Unión Soviética, sea un movimiento de masas, «la voz de la calle». Sobre todo porque en esos mismos medios, cuando cientos de miles y millones de personas han pedido en las calles de Madrid el fin de ETA, el fin del aborto o el fin de la educación socialmarxista, se les ha despreciado, ignorado o, simplemente, insultado. Será que la libertad no es igual para todos. Bueno, sí, claro, justamente es lo que Garzón defendía y por lo ha sido condenado.

Lo verdaderamente importante: por qué ha sido condenado

Los principales imputados en la trama Gürtel no han sido absueltos por esta sentencia, en la que no se juzgaba, ni era realmente importante, la materia de la que Garzón pretendía ocuparse. Lo crucial es que ni Garzón ni nadie, en esta España, puede usar cualquier medio para alcanzar sus fines. Y ha sido justamente condenado por usar medios procesales que violaban derechos constitucionales de algunos acusados. Él, que a lo largo de su carrera ha usado los derechos (y otras cosas) casi a su capricho, se ve condenado justamente por no respetar algo que él quiso convertir en Bien Supremo, eterno, intangible y, además, supraconstitucional.

En un Estado totalitario, por definición, lo que Garzón defendía como legal aquí lo es siempre. Los límites a los derechos constitucionales sólo pueden justificarse, excepcionalmente y con control judicial, defendiendo derechos y bienes superiores, como en casos extremos de terrorismo. Si no, todos podríamos ser escuchados o, por qué no, torturados. Y eso, en realidad, es lo más importante que se deriva de esta condena: que al menos algunos principios fundamentales del Derecho –que suelen ser, de un modo u otro, Derecho Romano- aún pueden defenderse.

Sin derecho a la defensa, en el fondo, no es que no haya democracia: es que no hay civilización (en el sentido europeo de las cosas), que viene antes. Y por la misma razón la retroactividad, o no, de las leyes, no es una cosa indiferente. Cuando se dicta una Ley con efectos retroactivos, éstos sólo pueden ser favoreciendo a las personas. Por ejemplo, guste o no, una Ley de Amnistía, o una Ley de Punto Final, puede valer hacia el pasado (y de hecho, en normas así se basa la convivencia humana) pero en cambio una normal penal presente, aplicada hacia el pasado con efectos punitivos, sólo puede generar el caos. Técnicamente, lo que genera es inseguridad jurídica, ya que nadie hará nunca nada que la ley vigente ordene o permita si sospecha que en el futuro alguien, en su país o en otro, se considerará tocado por el dedo de Dios (o de la Diosa Razón, en fin) y legitimado para aplicar otra ley. ¿Van a ser procesados todos los combatientes y servidores civiles del bando nacional, con intención de condenar a los que sobreviven y de multar a las familias de los fallecidos? Por ese camino llegaremos a las guerras carlistas, y a las de Italia, y a la Reconquista, y a las guerras púnicas. Si es posible romper un criterio de seguridad jurídica así, asistiremos al proceso por la destrucción de Numancia. Y queda por explicar por qué los muertos de Annual son más muertos que los de Paracuellos, o por qué el razonamiento de Garzón para no investigar Paracuellos no vale para otras fosas. Veremos qué criterios tiene los magistrados en las siguientes causas de Garzón, pero si algo es seguro es que ahora hay esperanza de sentido común y que, en cualquier caso, Baltasar Garzón no intentará procesar a Aníbal, y que su sucesor, si lo hace, antes tendrá que encausar a Santiago Carrillo.

¿Una corruptela americana? Casi lo de menos

Intento ser modelo y consiguió ser ejemplar. Es el sino de Garzón, que convirtió la toga en mecanismo de ascenso social. Su ambición era la relevancia, la visibilidad mediática, política y social, y bien lo demostró con su gestión personalísima de los GAL, y de algunas causas contra etarras, inseparables de su entrada y salida del PSOE. Ambición, ahora frustrada, que no excepcionalidad en la vocación de servicio: las causas que pasaron por sus manos –aparte de las que él mismo creó- son las propias de su juzgado de la Audiencia Nacional (ahora perdido), no el resultado de sus virtudes ni de sus defectos. Resulta en esto curioso leer El País en referencia a Garzón según las variantes posiciones del exjuez respecto a las causas defendidas por el diario de Prisa. Es difícil ver análisis más distintos de un mismo personaje.

Estoy seguro de que a la opinión pública la causa de Garzón que resultaría más escandalosa es la que se refiere a los favores económicos recibidos, o no, por el exjuez para viajar a Estados Unidos. Las cosas de dinero son siempre más llamativas, y más en tiempos de crisis. Pero el dinero no era la principal ambición del personaje, y en las otras causas es donde de verdad nos jugamos todos partes de nuestra libertad. Justamente en esas «prácticas que en los tiempos actuales solo se encuentran en los regímenes totalitarios en los que todo se considera válido para obtener la información que interesa, o se supone que interesa, al Estado«. El que se queje es que quiere que le escuchen y, en el fondo, quizá también que le torturen. Hay gustos para todo.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 13 de febrero de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/debemos-garzon-totalitario-corrupto-119748.html