¿Es posible una Grecia nazi? ¿Qué atrae de un régimen antidemocrático?

Por Pascual Tamburri Bariain, 14 de mayo de 2012.

Europa se lleva las manos a la cabeza porque en Grecia un movimiento juvenil de masas nazca bajo algo parecido a la esvástica. Un periodista republicano contó cómo pasó en Alemania.

Europa se lleva las manos a la cabeza porque en Grecia un movimiento juvenil de masas nazca bajo algo parecido a la esvástica. Un periodista español ya contó cómo pasó en Alemania.


Manuel Chaves Nogales, Bajo el signo de la esvástica. Cómo se vive en los países de régimen fascista. Edición del texto: María Isabel Cintas Guillén. Almuzara, Córdoba, 2012. 152 pp. 15,95 €

Europa se lleva las manos a la cabeza porque en Grecia un movimiento juvenil de masas nazca bajo algo parecido a la esvástica. Un periodista español ya contó cómo pasó en Alemania.

Manuel Chaves Nogales, sevillano, fue un muy conocido periodista republicano, laicista y liberal de la primera mitad del siglo XX. Tan indudable fue su compromiso con la vertiente más izquierdista de la Segunda República que se exilió tras la derrota del Frente Popular y murió en Londres. Desde el comienzo mostró un gran interés por el régimen fascista, por el comunista y por el nacionalsocialista, siempre desde un punto de vista democrático pero con una sorprendente honestidad intelectual que le llevó a conclusiones, por demasiado sinceras, al menos embarazosas. El resultado de sus viajes se concretó en numerosos artículos en la prensa de Sevilla y en la de Madrid. Almuzara publica ahora la serie «Cómo se vive en los países de régimen fascista«, que apareció en la primavera de 1933 en el republicano «Ahora» de la capital y que en los proyectos del autor debía haber sido sólo el inicio de un proyecto más amplio.

Almuzara pone en nuestras manos, en definitiva, el relato de un viaje a la Alemania de Hitler en sus primeros meses, en la pluma insobornable de un escritor antifascista que rechaza el fondo de lo que ve como rechazó también lo que conoció en la Italia y en la Unión Soviética de los mismos años. Chaves Nogales, sin embargo, no se resignó a hacer simple propaganda de la maldad del régimen y del horror de sus actos, porque conoció la Alemania real y profunda, viajó por ella y contó a sus lectores qué hondamente había calado el nazismo, en sus formas y en su fondo, en la sociedad alemana del momento.

Si el libro de Chaves es propaganda será, en todo caso, propaganda antinazi, puesto que a cada paso proclama su análisis de demócrata de lo que allí estaba sucediendo. Pero en su recorrido por Alemania, liberal y no imparcial, nos topamos con una de las grandes contradicciones de la modernidad: cuando todo se hunde, cuando la alternativa es el caos y cuando deja de haber esperanza, llega el momento, político, social y cultural de los que ofrecen una alternativa heterodoxa, fuera del sistema, maldita si se quiere, pero capaz de redimir a un pueblo y de devolverle la unidad y la ilusión, aunque el precio sea abrumador y en circunstancias normales hubiese sido marginal por entero.

«Así, declarados superfluos, hay muchos millares de hombres en Alemania; técnicos de todas las técnicas que, con sus diplomas en el bolsillo, barren las calles o escardan los sembrados. Estos hombres que, habiendo renunciado ya a todos los derechos, incluso el de comer, se refugian en el último baluarte, el derecho al trabajo…» Chaves retrata en el caso alemán algo que aún no hemos empezado a ver ni en España ni en esta crisis: cómo el fracaso del modelo económico especulativo u ortodoxo abre puertas a los radicales que ofrecen esperanza. Tanto más si parecen cumplir su palabra.

Leyendo la experiencia de Chaves en Alemania, la experiencia de las últimas elecciones griegas dista mucho de parecer tan terrible como se ha contado en muchos medios de comunicación. Probablemente el movimiento popular que allí ha despuntado no sea más que una distante imitación de las formas del pasado –algo que Chaves se cuida mucho de explicarnos que no fueron los nacionalsocialistas de 1933-, pero en todo caso es perfectamente comprensible que, desaparecidas o arruinadas todas las seguridades que durante dos o tres generaciones se habían dado a la población helena –el progreso, la seguridad, la opulencia fácil- muchos electores se vuelvan a lo prohibido, a lo marginal, a lo radicalmente distinto. No sería ni mucho menos la primera vez.

Chaves, demócrata y honesto como queda dicho, se preocupa por «saber cómo se provocan y cómo se desenvuelven los regímenes dictatoriales«. Es decir, por qué lo que los españoles de entonces (y de ahora) consideraban eterno e intocable (la democracia y las libertades) pasa a ser marginal y a ausentarse de la vida cotidiana de un pueblo al que se ofrece otro orden, otro horizonte, otra esperanza, por ardua que sea. Más importante que los detalles concretos que el lector encontrará en el libro, hilarante en ciertos puntos, es ver cómo ese movimiento extremo e impensable no fue cosa de ancianos, ni de plutócratas, ni de gentes con la vista puesta en el pasado, sino algo creado por y para los jóvenes, los estudiantes, los trabajadores, las mujeres y la gente más volcada en la modernidad. «El trabajador alemán se ha dejado ganar por lo que Hitler ha tomado prestado al socialismo. Para conquistar al proletariado, Hitler ha seguido el mismo camino que siguió Mussolini: ha puesto en práctica lo que un escritor francés, Fabre Luce, llamó la teoría de la vacuna. Hitler, para combatir el socialismo, ha vacunado con virus socialista la burguesía alemana» .

Más que una denuncia del nazismo, Chaves escribe una denuncia de la pésima comprensión que del fascismo y el nacionalsocialismo tuvieron muchos de sus enemigos políticos y culturales. El caso de Grecia demuestra, también en 2012 aunque de modo ínfimo, caricaturesco y en todo caso muy diferente, que no basta dar algo por imposible para que lo sea, ni considerarlo la suma de todos los males para que una parte significativa de la población lo descarte cuando males mucho más cercanos y tangibles acechan. «Los alemanes creen que la disciplina de hierro militar es una especie de suma y compendio de todas las virtudes cardinales. Y a todos los disconformes con el régimen, un régimen que debe su triunfo a unas elecciones, no se olvide, los someten a este tratamiento intensivo de disciplina militar, con la esperanza de que así… se curarán de sus errores. ¡Y lo maravilloso es que se curan! Pocos, muy pocos serán los comunistas, socialistas o liberales alemanes que resistan unas semanas de vida miliar a la prusiana sin encontrarse al cabo sumandos, aun contra su propósito, a esa moral regimental que los alemanes llaman ´espíritu del frente´.» En los países de régimen fascista, aunque nosotros sí conozcamos cómo terminó aquella historia, los hombres y las mujeres recibieron una respuesta a sus problemas. Leer a Chaves, aparte de para pasar unas horas divertidas, sirve para entender que no se puede juzgar un país y una época si uno cree conocer el futuro desde su ideología ni si uno cierra los ojos a la crisis real que aquellas personas tuvieron o tienen que vivir en sus carnes.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de mayo de 2012, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/posible-grecia-nazi-atrae-regimen-antidemocratico-121485.htm