Estado confesional vs catolicismo religión prohibida (pronto llegará)

Por Pascual Tamburri, 30 de agosto de 2012.

Se reprocha a los católicos que, desde el poder y denro de las leyes, promuevan sus principios. Pero lo contrario se aplaude. Así que el Estado no es neutral, ni mucho menos.

Se decía el otro día en torno a Juan Manuel de Prada que «a Andrés Ollero le aguardan unos meses de acoso mediático que lo dejarán convertido en un ecce homo; como es persona templada y bondadosa, sabrá echárselos sobre las espaldas, y ni siquiera guardará rencor contra los orquestadores. Pero este episodio de naturaleza martirial nos confronta, una vez más, con una realidad que muchos católicos pretenden obviar: a saber, que la religión que profesan choca frontalmente con la religión del Estado, tal como ha sido fijada por la doctrina constitucional; y que, tarde o temprano, la religión del Estado tendrá que impedirles ocupar responsabilidades públicas, para que sus «posiciones ideológicas extremas», propias de una seudosecta integrista, no colisionen con el normal desenvolvimiento de las instituciones y el imperio de la ley inicua. Salvo, naturalmente, que abdiquen de tales posiciones, que es lo que la mayoría de los presuntos políticos católicos españoles ya han hecho» .

A día de hoy, España 2012, vivimos en un Estado no confesional y casi indiferente a la religión. Digo casi porque hay, sigue habiendo, una referencia tan elástica como se quiera pero inevitable a la Iglesia Católica en la Constitución vigente. Entre Iglesia y Constitución hay muchas diferencias, y la menor de ellas no es que mientras que la Iglesia ofrece su visión del mundo y su fe que explica la historia a todos los que la quieran, el Estado presente impone, o mejor aún da por supuesta, la vigencia universal de su propia cosmovisión.

En este sentido, el Estado actual sólo es no confesional si nos referimos a las confesiones tradicionales, porque a su modo tiene su credo y no compartirlo supone arriesgarse, al menos, a un ostracismo político. Si no es más. Y de hecho, rechazar sin rodeos ni circunloquios buenistas cosas que todos los católicos rechazan (el aborto en todas sus formas, la educación para la ciudadanía, …) puede suponer una expulsión práctica de la comunidad política, de los círculos donde se eligen los nombres y se toman las decisiones. Pero incluso rechazar cosas que muchos católicos, aunque puede que no todos, rechazan (la impunidad de los terroristas, el incumplimiento de promesas preelectorales) es o puede ser motivo de severos castigos políticos.

De hecho, en este tórrido verano, ha sido llamativo que hubiese más debate moral sobre la decisión del ministro (católico) del Interior respecto a un preso de ETA –asesino, torturador y secuestrador con condena incumplida- que sobre la decisión del ministro (católico) de Justicia sobre el aborto (una reducción simbólica y más de consumo interno que destinada a promover un cambio en la nación) .

Conste que, consideradas algunas experiencias y otras intenciones, no creo que un Estado aconfesional sea mala idea, más por el poder político y social que quita al clero más meticón que por la libertad que da a los no católicos, que la podrían tener en un Estado católico si tuviésemos en efecto un clero y unos políticos ejemplares (y ser ejemplares no consiste en rezar muchos rosarios) .

Hombres como Andrés Ollero, y los católicos allí donde estén (en los altos cargos, en los rectorados, en las rectorías… y en Bildu), tienen ahora su mejor campo de batalla en defender y aplicar las propuestas históricas del Partido Popular que encajan en la moral y en la Doctrina Social de la Iglesia, y en rechazar las que no lo hagan. Si no siguen ese camino, si se acomodan al ambiente que vivimos, tendremos que llegar a la conclusión de que la presión institucional ha privado de su voz a los católicos españoles. Su voz social, claro, no su voz en el púlpito: precisamente se trataba de delimitar los campos respectivos. Y es algo que conviene manejar con cuidado, porque corremos el riesgo, ahora que hay católicos con carné, y con hermanos muy bien situados y reputados, hasta en los círculos de Bildu, de que todo esto termine reduciendo aún más la libertad social del catolicismo social español. Y ustedes no quieren que en este Estado confesionalmente laicista y progre se busque la vida por sí mismo, adivino.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 30 de agosto de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/estado-confesional-catolicismo-religion-prohibida-pronto-llegara-123798.html