En TVE el rostro olvidado de una princesa, amante, reina y santa

Por Pascual Tamburri Bariain, 14 de septiembre de 2012.

Isabel la Católica tuvo una infancia y juventud, hasta convertirse en heredera y luego reina de Castilla, que sólo recordaban los especialistas. Una serie y un libro han cambiado esto.

Javier Olivares. Isabel. Todos conocen a la Reina pero ninguno a Isabel. Plaza & Janés, Barcelona, 2012. 592 pp. 17.90 €.

Pocas mujeres tan conocidas y tan trascendentales para la historia de Europa como ese puñado de reinas que va de María Tudor a su hermanastra Isabel y de la emperatriz María Teresa a la zarina Catalina la Grande. Durante mucho tiempo los historiadores se han ocupado en detalle, incluso minuciosa y obsesivamente, de su vida política, pública, y sólo más tarde de sus vidas privadas. No puede hablarse en este caso de machismo, simplemente se ha hecho con ellas lo mismo que con otros personajes históricos. Quizá el equilibrio entre lo público y lo privado ya se haya alcanzado, de modo paralelo al cambio en los intereses de los potenciales lectores. Pero sobre algunas de ellas, tanto a favor como en contra, sigue pesando el lastre del mito, de la imagen preconcebida, en lo público y en lo privado, que aún hoy sigue haciendo de Catalina II o una ilustrada o una ninfómana, y de nuestra Isabel I o una beata o una frígida.

No es que muchos y buenos historiadores no hayan dedicado esfuerzos de investigación y de divulgación a conocer por entero y sin fisuras a Isabel de Trastámara; recuerdo con enorme afecto las muy amenas y enjundiosas clases de un hombre injustamente olvidado por los suyos, Vicente Álvarez Palenzuela, y leo con placer la amplia obra al respecto de don Luis Suárez, que ya se comentó en estas páginas. Pero la cuestión está un poco más allá: la mujer que definió en buena medida la identidad moderna española, una mujer que en su tiempo fue a la vez admirada, odiada y temida y que puede pronto ser santa para los católicos, es una mujer que una inmensa mayoría de españoles conoce aún sólo como suma de clichés, y cuya infancia, juventud y vida familiar son básicamente ignoradas.

A partir de los datos acumulados por los investigadores, Javier Olivares, en su faceta de autor de ficción, ha lanzado en 2012 dos proyectos paralelos que van a cambiar la imagen social de la reina Isabel y que dejarán sin duda un gran impacto en la cultura española. Ya desde 2011, y en prensa desde los primeros meses del año para Plaza y Janés, Olivares ha escrito una novela innovadora y atrevida con Isabel como protagonista en sus años de princesa, en medio de la compleja corte de Juan II y Enrique IV, con la maraña de conjuras nobiliarias, la división entre los Trastámara y los atisbos de guerra civil en Castilla. No es la Isabel reina y santa idealizada por un lado, ni tampoco la Isabel de la leyenda negra, sino una princesa niña, adolescente y joven que adquiere en medio del desorden una firme idea de la monarquía, tan lejana de la debilidad de su hermanastro el rey como de el poderío nobiliario de la farsa de Ávila. Y una Isabel con sentimientos, con pasiones, con vida íntima, en cuya vida aparece no sólo por consideraciones políticas su joven y muy distinto primo Fernando (el político más brillante de su siglo… en dura lid con su propio padre).

El autor acertó al elegir el tema y el enfoque, aunque haya recibido críticas casi como si de pornografía se tratase –pero es que hablamos de ficción, no de investigación, y de una mujer, no de un icono- y la editorial ha acertado al retrasar hasta ese mes de septiembre la presentación de la obra, haciéndola coincidir con la aparición y triunfo en TVE de la serie que ha basado su guión en la novela de Olivares. En una España en la que de la reina Isabel nada se dice en Primaria y poco en Secundaria, no dudemos de que su imagen a partir de ahora vendrá marcada por la novela y sobre todo por la serie, excepto para la minoría interesada por la historia como tal. Es una buena novela y una buena serie, bien concebida y ambientada, que precisamente van a multiplicar el interés por el personaje sin difamarlo y van a hacer que haya más españoles que profundicen en esta persona esencial para todos nosotros y para la nación como tal.

Que Isabel la Católica tuviese una vida previa y diferente a su vida pública no es un insulto ni una blasfemia; sí lo sería pensar que esa intimidad sea más importante o incompatible con la obra política y cultural de la reina, que sigue siendo en sus puntos esenciales la que ya se conoce. Si acaso estas dos obras de ficción harán que el pueblo español se acerque más a ella, lo que no puede ser malo en tiempos sombríos como éstos, en algunas cosas no tan distintos del siglo XV.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de septiembre de 2012, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/rostro-olvidado-princesa-amante-reina-santa-124131.htm