Algo huele a podrido en España, dicen a coro The Times y OCDE

Por Pascual Tamburri, 17 de septiembre de 2012.

La Universidad española recibe críticas extremas en los medios de comunicación anglosajones. Los recortes deberían ser la ocasión de un cambio de sistema, ya que el actual está podrido.

Something rotten in the state of Spain. Hace algo más de un mes Paul Jump describía con algunas anécdotas cómo, mientras España se debate bajo el peso de los insostenibles préstamos y déficit, y mientras la tasa de desempleo está en el 25%, su sector educativo no se ha ido de rositas. Y lo peor no es que sea un experto británico en la materia, es que publicaba sus datos y su opinión en The Times.

Significativamente, cuando ciertos medios anglosajones, como The Guardian, el New York Times o el mismo Times han criticado a España o al Gobierno de Rajoy este verano, la prensa española se ha hecho amplio eco. En cambio, nuestro sistema universitario se ha beneficiado de un silencio, respecto a este artículo, que es difícil no calificar de cómplice. Jump cuenta cómo, efectivamente, se han recortado los salarios académicos y cómo se ha reducido el presupuesto de investigación, y cómo el Gobierno ha hablado de iniciar una reforma universitaria; pero también cómo, ya antes de tomar el control el PP, sólo una de las casi cien Universidades españolas, la Pompeu Fabra, está entre las mejores 200 del mundo, y cómo sólo habría dos o tres entre las 500 mejores en el Times Higher Education World University Rankings.

Pero lo que Jump anunciaba acaba de ser certificado por un informe oficial de la OCDE sobre la tan traída y llevada calidad de la educación española. Resulta que el gasto educativo español es superior a la media de la OCDE, cuando los resultados son inferiores a la misma media. Bastantes países de nuestro entorno y de otros con más dificultades tienen una calidad educativa superior con menor gasto. Así que ni más gasto es equivalente a mejor educación, ni por tanto una mala calidad educativa es consecuencia de los recortes en el gasto. En cambio la calidad en la formación es superior en países que mantienen un sistema de evaluaciones externas (alguien las llamó reválidas), que exigen más de los docentes y lo mejor de los alumnos. España tiene un número anormalmente alto de titulados superiores, y entre ellos un porcentaje insólito de parados; es un signo de un sistema que ni forma, ni educa, y ni siquiera sirve al «mercado» (lo que de todos modos no es su función principal). Un sistema ideologizado, decadente, en descomposición y, además, caro.

Decía hace mucho sir Basil Liddell Hart algo que los militares y los profesores han compartido siempre: Weapons and training count far more than mere numbers; al final lo que importa es la formación de la gente de uno. Y en ese plano a España, a la España de la LGE, la LOGSE y la LOE –amén de sus paralelas universitarias- le va francamente mal. El Times puso por escrito lo que muchos creen y saben en España: la calidad universitaria no existe porque la autonomía se ha ejercido con una politización, un nepotismo y un clientelismo que no se han visto ni en las Cajas de Ahorros. Las redes de poder que controlan las Universidades no serían sólo ajenas a toda ética sino además radicalmente no-meritocráticas, de manera que los puestos universitarios son salvo excepción de concesión interna y localista; a lo que las sucesivas reformas burocráticas y las agencias de certificación sólo han añadido gasto y complicación, pero no valoración objetiva de los méritos docentes o investigadores, ni por tanto calidad.

Según José Peñalva, «esto significa que sólo los intelectual y políticamente más serviles consiguen los puestos, y si criticas el sistema eres acusado por las autoridades académicas españolas de no tener confianza en las instituciones democráticas«. Lo que implica una fuga al exterior de buenos investigadores y docentes, según él denunció en 2010 en Corrupción en la Universidad (tras pleitear por una cátedra de Pedagogía en Murcia) y ahora cita The Times en su suplemento educativo.

Para un país como España es dramático que la imagen exterior del sistema educativo sea así, y mucho peor que pueda alimentarse con datos objetivos como los de la OCDE o los que han publicado Paul Jump o el profesor Peñalva. Ninguno de los niveles del sistema educativo funciona, excepto quizás la FP, y todos ellos son a la vez instrumentos político-ideológicos, medios de corrupción, focos de derroche. Quizá puedan reformarse, pero seguramente la crisis, las reformas y los recortes son ocasión de un cambio en profundidad. Hace décadas que se necesita y hay muchas razones además de las económicas para hacerlo, precisamente ahora.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 17 de septiembre de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/algo-huele-podrido-espana-dicen-coro-times–124184.html