Un educador, un señor, un buen hombre

Por Pascual Tamburri, 22 de octubre de 2012.

Comparar las calidades humanas de los miembros del Gobierno da para que más de uno se sonroje. Especialmente al elegirse más por su servilismo (o no) que por su servicio (o sí)

Ha muerto en Pamplona Jesús Laguna Peña, un hombre que marcó su tiempo en la educación de Navarra y en el mismo Ministerio y que hizo gala de cualidades profesionales y humanas que cada vez más raramente vemos en la docencia y sus campos limítrofes. Jesús Laguna fue pedagogo, profesor de la Escuela de Magisterio e Inspector de Educación, además de ser destinado en comisión de servicio como Agregado de Educación en Londres y en Berna, y posteriormente como Consejero de Educación de España en Suiza. Conocía el oficio y enseñó lo que entre unos y otros le dejaron.

Como muchos servidores del Estado de su generación anduvo tentado por la política, que ellos nos enseñaron que era y es servicio, y tras pasar cerca de la UCD –como era lógico- experimentó en el Partido Reformista de Miquel Roca y en el CDS de Adolfo Suárez; pero nunca abandonó su carrera administrativa, labrada por sus propios méritos, y con UPN fue consejero de Educación y Cultura y senador autonómico por Navarra, puestos a los que llegó habiendo alcanzado ya la cúspide de su propio Cuerpo. A diferencia de lo que parece ser ahora más común, no pidió un puesto porque no lo tuviese él por sí mismo, sino que lo aceptó porque creyó que podía hacerlo bien, y así lo demostró. Las cosas, como se ve, van cambiando.

De hecho, con Jesús Laguna se nos va un hombre mejor y se nos aleja un estilo mejor. Hubo un tiempo en el que los altos funcionarios, además de serlo por oposición, eran sin excusa ni pretexto licenciados o doctores. Y en aquel tiempo a nadie se le ocurría que un político sin graduar pudiese enmarañar las decisiones técnicas que a los técnicos –demostradamente capaces- tocaban. Era un tiempo, también, en el que a los puestos se accedía por oposición, y la oposición no era un paripé infame para premiar afinidades y antigüedades, sino una exigencia pública y demostrada de capacidad y de formación. Era, sin duda, otro tiempo; pero no creo que todo esto nos permita decir que fue peor, si lo comparamos con lo que nos rodea.

Lejos de mi decir, por ejemplo, que tiene un expediente «limpio» un consejero –eso sí, muy majo, muy rocero y muy de aquí- que cambió en su Caja (que supuestamente era de todos) 150.000 euros en billetes grandes. Puede que eso fuese legal, puede incluso que fuese la buena acción del día, pero seguro que no era algo de lo que un funcionario de la vieja escuela se hubiese sentido orgulloso. Y es lo que acabamos de saber Jesús Pejenaute, ex consejero de Políticas Sociales, hizo en la por lo demás prístina e impoluta Caja Navarra. Unos tanto y otros tan poco, queridos, aunque todos estemos igualmente libres de sanción penal o administrativa. O no.

«Limpio», como ya irá aprendiendo nuestro amigo el consejero portavoz del Gobierno de Navarra, Juan Luis Sánchez de Muniáin, es una palabra muy atrevida. Limpio es el recuerdo de Jesús Laguna, desde luego, a quien como Inspector del Estado no podemos comparar con los que acceden a esas funciones autonomizadas sin oposición o casi a dedo, a quien como Consejero sin tanta asistencia burocrática conocemos muchos menos concesiones que las en curso, y a quien sólo como Senador (y sólo de momento) encontramos limpias contrapartidas.

Es difícil saber qué vocación es la de servicio, pero raramente la he visto unida a rencores sociales o locales mal sanados. Sólo quien llega para darse al cargo y no para sacar de él puede servir bien a la nación y al Estado. Sin ánimo de desmerecer, si alguien hoy «deja el listón muy alto en cuanto a la forma de participar en la vida política y en las responsabilidades de un Gobierno» es Jesús Laguna, que dio verdadero tono académico y profesional a un Departamento aún demasiado rural y alicorto. Y me parece al menos egoísta decir lo mismo del señor Pejenaute, el mismo día que uno muere y otro dimite. Porque las comparaciones, a veces, son odiosas. Y si no quieren que las hagamos, elijan ustedes bien a quién nombran para qué.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 22 de octubre de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/educador-senor-buen-hombre-124910.html