Profesores ciegos, familias permisivas, jóvenes consentidos…

Por Pascual Tamburri, 5 de noviembre de 2012.

Los españoles jóvenes del siglo XXI son más inteligentes de lo que suponen sus educadores y sus mismas familias. Entienden por ejemplo ese arte eterno que se les dice que es ‘inútil’.

No será tan cerrado el ministro Wert si los consejeros autonómicos de educación se reúnen una y otra vez para coordinarse… y para añadir sugerencias al anteproyecto de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). Por enemigo que uno sea personal o políticamente del ministro, no puede negarse que el sistema educativo funciona mal (y algo tendrá que ver con toda la normativa que se aplica a su funcionamiento) y que se han puesto sobre la mesa cuestiones realmente graves que necesitan una respuesta.

En la última reunión no se ha tratado la cosa, por ejemplo, pero la sucesión de huelgas de alumnos en el último mes y medio, y la puntilla de hace diez días con una huelga convocada por una asociación de padres, deja claro que el derecho y deber de asistencia a clase necesita una regulación mejor pensada (o simplemente pensada). Podemos optar por una norma meramente demagógica, que otorgue un supuesto derecho a huelga a unos menores de edad que no son trabajadores, o que permita utilizarlos como rehenes por grupos radicales de docentes o de familias. La consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, Lucía Figar, matizó muy oportunamente que «la huelga es un derecho de los trabajadores, de quienes trabajan en el ámbito de la enseñanza«, y no de los menores que buscan el «derecho a hacer novillos» y «faltar a clase sin sanción«. La consejera valenciana, María José Català, estaría «de acuerdo» con negar directamente a los estudiantes menores de edad un incoherente y manipulado derecho a la huelga. Y es que últimamente las cosas han pasado de castaño oscuro, y se han visto y escuchado cosas que van mucho más allá de lo que sería una discutible opinión política.

¿Qué padre o madre quiere, estimula o simplemente tolera que su hijo de 14 años haga «huelga»? Las familias, si han recibido a su vez una mínima educación, saben muy bien que la huelga es un instrumento extremo de lucha social nacido para la defensa de los intereses de los trabajadores, y además en un contexto que no es exactamente el de hoy. Sólo cegados por la manipulación ideológica, o por un permisivismo progre y políticamente correcto, podrían los padres españoles pensar que la educación de sus hijos se defiende adjudicándoles un derecho a la huelga (para defender las leyes socialistas) o incluso convocando tal huelga las mismas familias. En el fondo, una posición así demostraría escasa confianza en el criterio de los mismos jóvenes, y una voluntad de recortar, limitar, controlar y dirigir su formación y su capacidad creativa, en las que, en suma, se confiaría poco o nada.

Y esa misma escasa confianza en la inteligencia de los alumnos la demuestran los profesores que los adulan, que los reverencian, que los tratan como lo que no son y les permiten lo que no deben, justamente porque no confían en su capacidad de ser lo que realmente son. Qué triste situación la de los docentes que creen tener alumnos naturalmente incapaces, que no los creen en condiciones de llegar a niveles superiores de conocimiento, que creen ayudarles rebajando la exigencia, aumentando la tolerancia, multiplicando el amiguismo… lejos de ser formas de ayudar al alumno o de mostrarle aprecio son formas modernas de despreciarlo, de menospreciarlo, de marcarlo como inferior en capacidad a sus padres y abuelos, a cuyo nivel no se le considera capaz de llegar.

Jóvenes, pues, consentidos, pero no por eso más queridos ni más entendidos: el exceso patológico de consentimiento, rayano en el permisivismo y la adulación, no ayuda en nada al alumno español del siglo XXI. Al revés, lo castra, lo mutila, lo limita. El joven español de 2012 no es más tonto, ni menos capaz de saber, de entender o de crear; dar por buena o por excelente una formación, una instrucción, una conducta o una creación menor o peor en nada le ayudarán, y por el contrario ocultará sus verdaderas cualidades, que ahí están a la espera de formarse. ¿Animar al alumno a la huelga lo hace mejor alumno o lo forma mejor en algún sentido? Por supuesto que no, lo hace más limitado y más débil. Es bueno sólo para fomentar una formación peor y para extender ideas muy concretas.

Y sin embargo muchos jóvenes de 2012 no son para nada tontos, conservan la capacidad de aprender y de crear que han heredado de sus mayores (los que las tengan, claro es) y que están ahí a la espera de ser verdaderamente desarrolladas. ¿Les ayudamos llamando saber a la ignorando o creación a la ignorancia del arte? Ciertamente no, y lo que deberíamos hacer es en cambio animar y ayudar a los que sí se forman, sí aprenden y sí crean, a los que lo hacen de verdad sin que se conformen con la gratuita adulación fácil. Hay que tener la cabeza y el atrevimiento de Jon Ander Tomás Mencía al hablar de ´El Renacimiento en el Cine Contemporáneo´ para lanzar tres comparaciones de grueso calibre entre las Artes del Renacimiento de Leonardo, Miguel Ángel y Rafael y, por ejemplo, el cine de Terrence Malick, Michael Haneke y Abbas Kiarostami. Un joven capaz necesita formación y, cuando avanza, ayuda y reconocimiento. Es profundamente injusto dar ese reconocimiento a quien no lo merece, como lo es dar libertades civiles a quienes no están en condiciones ni de entender su sentido y deberían, en cambio, dedicarse a buscar la excelencia. Pero claro, el problema no está en los jóvenes, sino en una generación o dos de formadores que no sólo están muy lejos de la excelencia sino que huyen de ella. Y predican la mediocridad.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 5 de noviembre de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/profesores-ciegos-familias-permisivas-jovenes-consentidos-125181.html