Por Pascual Tamburri, 8 de noviembre de 2012.
La Pravda de la Unión Soviética lo llamó en 1979 ‘incendiario de almas’. Ha muerto Pino Rauti, encarnación de la derecha social y popular más temida por comunistas y plutócratas.
El viernes 2 de noviembre, a primera hora de la mañana, murió a los 85 años de edad en su casa de Roma Pino Rauti, líder histórico de la Derecha italiana y europea. El funeral del fundador y secretario general del Movimiento Social Italiano, de los FAR y de Ordine Nuovo se celebró en la basílica de San Marcos de la capital italiana, frente al Altar de la Patria, el Monumento al Soldado Desconocido y el Palacio de Venecia. Sin su contribución militante e ideológica no se podría comprender la historia de patriotismo europeo en la segunda mitad del siglo XX y en el cambio de siglo; su trabajo intelectual hasta el último documento y las reflexiones que ha despertado su muerte en los personajes más variados merecen no ser olvidados tampoco en España, donde en muchas décadas no ha habido una Derecha de esa envergadura y de semejante consistencia, ni habría recibido el respeto de las restantes derechas, centros e izquierdas.
Isabella Rauti, hija y en cierto modo heredera del «Gramsci negro», ha escrito que ha tenido «el privilegio de tener en la misma persona un padre afectuoso, un maestro de cultura, un referente político, ejemplo de dignidad y de coherencia. Me quedan los muchos recuerdos, sus enseñanzas, sus principios. Me quedan el amor que no muere y la responsabilidad del honor«. La diputada Paola Frassinetti ha expresado sus sentimientos con una frase del cantante Franco Battiato: «Porque me gusta lo que piensas y lo que dices, porque en ti veo mis raíces«. Y la muerte de Rauti nos ha hecho recordar algo de música a muchos, también a su hija que no pudo evitar decir «adiós, Giuseppe Rauti, último, ultimísimo cantor de gestas épicas… has sido como aquel ´ruscello che sgorga lassù ed umile a valle scompar´«. Era un hombre mitad enjundia intelectual y mitad coherencia militante, pero sucesivas y muy distantes generaciones de jóvenes han seguido y siguen incluso los caminos tan polémicamente abiertos por él. Se escapó de casa a los 16 años para irse a una guerra que ya sabía perdida (y no fue el único); se escapó de un campo de concentración y se vino a la Legión en España; fundó un partido político ilegal en 1946, cuando nadie habría apostado por su futuro, y terminó siendo su secretario general y viéndolo –mutilado eso sí- convertido en primer partido de Italia.
Todo y más aún. En su última entrevista, concedida el 22 de octubre de 2010 a Sky TV, lo repitió una vez más: «para hacer política hacen falta grandes ideas«. Una y otra vez ha enseñado a ser coherente con ese principio, y ha militado contra quien por interés, cálculo o miopía de pequeña política no lo era. Amigo y discípulo de Julius Evola, con él fundo los FAR. Su primer y más conocido libro sigue siendo «Las ideas que movieron el mundo«, inencontrable en español. Enemigo de los políticos profesionales, del comunismo, de la derecha burguesa y del centroderecha alicorto, le fueron imputados delitos de todo tipo, de todos los cuales sin excepción fue juzgado y absuelto por unos tribunales, los italianos, que no pueden precisamente ser acusados de amigos de la derecha.
Periodista, escribió en Imperium, en Il Tempo, en Ordine Nuevo, en Linea, editor, librero, bibliómano, atento siempre a todas las novedades de la sociedad y de la cultura hasta este mismo año, no ha dejado a nadie indiferente. Hasta su enemigo político de toda una vida, el presidente del Parlamento Gianfranco Fini, ha expresado dolor por su muerte diciendo que era «un hombre político que ha representado una parte relevante en la historia de la Derecha italiana» (tanto que se pasaron una década disputándose el liderazgo del MSI, orientándolo Fini hacia la Democracia Cristiana y sus alrededores y hacia Jean Marie Le Pen y prefiriendo Rauti una Derecha popular y social, que considerase a la vez valores y pueblo en vez del modelo occidental); y que era «un parlamentario riguroso, intelectual de profunda cultura, testigo apasionado y entregado de los ideales de la Nación y de la sociedad que pertenecen a la historia política de nuestro país«. Casi nada, viniendo de él; pero es que lo ha dicho también el líder democristiano Pier Ferdinando Casini, que lo recuerda como un «intelectual de gran entidad, un hombre tan valiente como controvertido y discutido, que ha marcado sin duda una época de la historia italiana» .
Y eso parece que nadie lo discute: con Rauti termina una fase de la historia de Italia, pero también de la Derecha europea (una fase en la que, hasta ahora, España ha participado poco y no bien, y de eso paga ahora la factura). El secretario general del PDL, Angelino Alfano, dice que «Rauti nos deja a todos, y sobre todo a los más jóvenes, la enseñanza de la necesaria relación entre política y cultura, entre acción concreta presente e investigación histórica, social y cultural«. Para Francesco Storace, «Rauti ha caracterizado profundamente, con sus ideas, una comunidad. Yo militaba [contra él] del lado de Giorgio Almirante, pero admiraba a aquel hombre cuyo carisma sacudía las conciencias. Su capacidad de ver por adelantado las cosas que pasarían después. Con su muerte, todos perdemos algo, ante todo en cultura» .
Pino Rauti fue visto por la misma Unión Soviética como el hombre de derecha más peligroso de Europa Occidental precisamente por su capacidad incansable de combinar milititancia política y renovación intelectual. Este «incendiario de almas» ofrecía siempre a los jóvenes valores permanentes y respuestas a las inquietudes del momento; abrumador, enjundioso y ajeno al facilismo demagógico, pero enemigo de verdad difícil para el comunismo tradicional, para la progresía occidental, para la izquierda y también para el centroderecha acomodaticio y el capitalismo especulativo. Es difícil llamarlo «de derechas» salvo que aceptemos su propia defición de qué es y debe ser la Derecha. Lo anecdótico es hoy recorar que su yerno es Gianni Alemanno, el primer alcalde de derechas de Roma, o que su jovencísimo nieto es ya militante en las nuevas experiencias de la derecha romana. Lo que verdaderamente deja Rauti como herencia es esa Derecha atrevida, renovada, no convencional y revolucionaria, la única que a la vez de verdad temían los soviéticos y disgustaba a las multinacionales. Rauti explicó en detalle, con treinta años de adelanto, las razones de la crisis de la izquierda, y con veinte las causas de la crisis especulativa occidental. ¡Con razón era peligroso y no lo querían al frente de un gran país o de un gran partido! Pero ha dejado semillas intelectuales tan profundamente arraigadas como él mismo previó. Su revolución no era imposible, sólo futura, por eso ya en el mismo 1979 él anunció que «la crisis del régimen se convierte en crisis del sistema y se entrelaza con el día a día, incluso en ese privado en el que todos se refugian a modo de último y desesperado baluarte defensivo» .
En la Nouvelle Revue d´Histoire, al hablar de Las derechas radicales europeas (1900-1960), Dominique Venner plantea las dos posibles respuestas a la obvia decadencia de la civilización europea. En brillante resumen de Fernando Vaquero, serían o «imaginar otro sistema político y social a través de una revolución» o «una transformación de los hombres por la propagación de otra visión de la vida, otra filosofía espiritual«. Según Venner «lo que queda de la ´derecha radical´ es el recuerdo de un impulso heroico, la ruptura con el peso del materialismo y las leyes de la economía. Un impulso poético hacia un horizonte de grandeza y belleza«. Y es verdad. Pero el legado de Pino Rauti es saber y anunciar que la «solución sistémica» y la «solución espiritual» en vez de incompatibles son complementarias. Y eso, además de su ejemplo moral, lo hace estar presente en nuestro recuerdo y en el de los que vengan en su camino. Presente también en España, también en 2012.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 8 de noviembre de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/incendiario-almas-grande-cultura-valores-ningun-politico–125262.html