Los políticos en el callejón oscuro de la economía y la Constitución

Por Pascual Tamburri, 29 de noviembre de 2012.

Los políticos están mal vistos (pagan justos por pecadores) y la economía es lo único que importa a muchos. Pero un país es más que dinero y bienestar… y si no, la democracia pierde sentido

Estamos en medio de una gran crisis económica. Sin embargo, la opinión pública mayoritaria ha sido impulsada a pensar que la responsabilidad es de la política. Ya no hay una crítica a los políticos corruptos, o incapaces, ni una crítica siquiera al sistema político existente: la crítica se extiende a toda velocidad a la Política, a toda ella, a la idea misma de que haya unos hombres que gestionen el poder público y desde él defiendan el orden presente y futuro, sea éste el que haya de ser. Curiosamente, la crisis (y fracaso) de esta economía está llevando a la santificación de los economistas y técnicos en tal cosa, que después de ser dirigentes del hundimiento son vistos como salvadores. Porque la Finanza sustituye a la Política, porque la materia triunfa sobre la idea, sobre cualquier idea, democrática o no. Mientras, en España, los políticos se dedican a la economía (y no a dirigirla, sino a postrarse ante los gurúes de la finanza) y la Constitución, sencillamente, no se cumple.

El profesor Marco Tarchi cree y explica que estamos en «un callejón sin salida«, en el Diorama 311. «La figura del Burgués, su Forma… ha recuperado la hegemonía en la historia, con una fuerza, una estabilidad y una capacidad de control muy superiores a las que lo habían distinguido en su primera fase de dominio, entre el siglo XIX comienzos del XX. Y sus principios inspiradores, los fundamentos de su antropología –desde el individualismo al deseo ilimitado de poseer, desde el culto al bienestar material a la obsesión por la seguridad (ante todo económica), desde la racionalidad calculadora hasta la exaltación de una libertad entendida como libertinaje y de derechos completamente separados de los deberes, para dirigirnos a un cosmopolitismo que borra la huella formativa de identidades culturales y tradiciones específicas, disfrazándose de universalismo- han aparecido en todos los niveles de la sociedad, con las consecuencias uniformantes que tenemos a la vista, y que las redes de comunicación más usadas se encargan de reproducirnos todos los días» .

La cuestión, en cuanto a las salidas de esa crisis moral, mucho más severa que la económica, es que hay un consenso casi general en que los políticos no gobiernan bien (ya que no solucionan lo único que parece importar, la economía), y por tanto cada vez más europeos están convencidos de que es mejor que gobiernen los especialistas… especialistas y técnicos que se distinguen sin excepción por varias cosas: comparten la visión burguesa del mundo y de las cosas, luchan ante todo por defenderla e imponerla y, curiosamente, conocen bien la crisis porque son ellos mismos quienes, dirigiendo también el sistema, la causaron y se enriquecieron con ella. Siempre que se garantice el «bienestar», los europeos de hoy están dispuestos a renunciar al control de la política y a la democracia. Eso sí, a la vez que se reduce la política al servicio de un programa único e indiscutible, el materialismo burgués se eleva a religión única, indiscutible y dogma de toda convivencia. «La política ha tocado en estos tiempos su nivel cero» .

La humillación de la política consiste en atribuirle los males que proceden del sistema económico. Contrariamente a lo que habitualmente se afirma, en la conferencia de Bretton Woods de 1944 no se estableció en el mundo liberal el dominio de la política sobre la economía, sino la absoluta prioridad de lo económico (entendido además en sentido liberal-capitalista) sobre todos los demás aspectos de la vida, incluyendo política, sociedad, cultura, pensamiento o moral. Y no era una novedad, sino la confirmación de algo que el liberalismo burgués lleva en su misma identidad. Ahora bien, cuando llega una gran crisis la culpa no es de quien tomó las decisiones económicas, sino de la política y los políticos… Curiosa contradicción.

Y en España, esto lleva ahora mismo a un callejón sin salida, en el que se renuncia a tomar decisiones políticas o se toman con manifiesto olvido de los compromisos pendientes y de las normas vigentes en atención a la economía. Todo se humilla ante la economía, y no tanto a la solución de la crisis como a la conservación del principio de superioridad de la economía sobre todo lo demás.

Aunque estemos en una crisis económica, hay cosas más importantes pendientes de una decisión. Podremos ser más o menos ricos, pero ¿importa eso tanto como ser o no españoles o como la destrucción de la unidad política de la nación? Antes de hablar de economía y demás materialidades, hasta la vigente Constitución española afirma que «la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles», que «las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional», que «los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España» y hasta que «si una Comunidad Autónoma … actuara de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno … podrá adoptar las medidas necesarias … para la protección del mencionado interés general». Y sin embargo nos empeñamos en ver la economía como el primero de nuestros problemas, y en renunciar al imperio de la política.

Claro que hay políticos corruptos, y más aún ignorantes, incapaces o no preparados. Pero aquí hablamos de una cuestión de principio: la imposición del orden de valores burgués, con el dominio total de lo material, implica la renuncia o sumisión de toda la política. No se habla ya tanto de una limpieza, mejora, reforma o revolución de la política, sino en la sumisión de ésta, incluyendo la constitución y, más grave aún, la nación. La ineficacia de muchos está sirviendo de excusa a la imposición más completa que nunca del esquema economicista. Lo que sabemos por la historia es que, al final, la política siempre vuelve, aunque tenga que hacerlo sobre el caballo de Atila y pasando por encima del miserable ediosamiento del bienestar.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 29 de noviembre de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/politicos-callejon-oscuro-economia-constitucion-125709.html