Alianzas difíciles para CiU y Mas. Casi imposibles para el PP

Por Pascual Tamburri, 3 de diciembre de 2012.

En tiempos de crisis que dura, las mayorías no duran… y no son absolutas (menos en Galicia). Artur Mas pagará caro su orgullo, y necesita aliados. Pero hay precios que el PP no puede pagar

Estamos todavía combinando la resaca de las elecciones vascas con el reflujo de las catalanas, y ya hay quien (no sin interés) las pide en Navarra. Si algo ha quedado claro con todo esto es que si Patxi López si hubiese podido no habría disuelto su parlamento, y si Artur Mas pudiese volver atrás no disolvería el suyo. Porque la jugada le salió mal, y la combinación de descontento social con los malestares nacionales lo alejó aún más de tener una mayoría parlamentaria propia. Y lo peor para él es que tiene que gobernar, y en definitiva seguimos sin saber ni con quién ni a qué precio.

Ya hace unos días, en esta misma casa, Pablo A. Iglesias miraba a Cataluña: «Conviene recordar que Alicia Sánchez Camacho siempre ha tenido unas excelentes relaciones personales con CiU, al margen de la situación política de cada momento. Tiene muy buenos amigos entre los nacionalistas, especialmente los moderados de Unió Democrática. No ha dejado de jugar esa baza y, más tarde o más temprano, dará sus frutos. Por ahora, la consigna es paciencia. Es Artur Mas quien debe dar el primer paso: hacia ERC, el PSC o el PP. Si se aproxima a los populares, le recibirán con mucho recelo porque las traiciones no se olvidan. Pero los brazos estarán abiertos. CiU sigue siendo su mejor novio político en Cataluña«.

La cuestión catalana es espinosa para todos, y especialmente para los perdedores. Convergencia y Unión, casadas hasta que la muerte (financiera) las separe, tienen dos promesas que cumplir esta legislatura. Si quieren cumplir su compromiso de lucha eficaz contra la crisis, no pueden buscar apoyos ni en ERC, ni en el CUP, que tienen una orientación social y económica incompatible con la suya (y con la de la Iglesia, añadiría, si esto contase para algo). Si quieren cumplir con su compromiso secesionista plebiscitario, no pueden buscar apoyos en el PP, que tiene, y más dada la situación vasca y los gestos como el de la manifestación del 6, una militancia activa por la unidad nacional a la que no puede renunciar sin lanzarse ya definitivamente al suicidio electoral.

Dicho esto, ¿qué le queda a CiU? El PSC-PSOE, por supuesto, que como siempre es todo y lo contrario de todo, o sea nada, y que podría bastarle… si supiese dónde va, aparte de a la conquista y conservación de los puestos e influencias. Pero un PSC descabezado, si es cómodo en la oposición, puede no serlo tanto como apoyo de un gobierno regional que tiene que enfrentarse duramente y a la vez con la izquierda regional (en nombre de los recortes y austeridades) y con el centro nacional (en nombre de la unidad nacional). Difícil posición para CiU, y difícil también para el PSOE.

Eso sí, si para ellos es difícil para el PP, si quiere seguir siendo PP, es sencillamente imposible. No hay estabilidad, moderación, prudencia, centrismo, reformismo ni gaitas (asturianas) que puedan jamás explicar la investidura y/o apoyo a un presidente y un gobierno catalanes abiertamente secesionistas. No hay ni que pensarlo: sencillamente, un apoyo de cualquier tipo del PP a Mas sería muy difícil para el heredero de Pujol pero es totalmente improponible para el PP. Cambiaría sólo con mucho tiempo, con un cambio de líder de CiU y con una pública retractación de los catalanistas y su adhesión a la unidad indivisible de la nación (la única que hay por aquí, o sea la española). Es decir, si una cosa es difícil la otra es imposible.

No es el único sitio donde el PP está en las mismas. Prescindiendo de la espinosa deriva vascongada (cuánto se tienen que estar acordando, no siempre para bien, de los malentendidos entre el amigo Antonio Basagoiti y el amigo Santiago Abascal), en Navarra hay y habrá cosas que aunque los números las harían posibles la lealtad política las anula. El PP foral renace en 2008 porque UPN (sus dirigentes de entonces y, hasta prueba en contra, desde entonces) prefiere el apoyo del PSOE y el silencio sobre sus años anteriores en el poder; eso hace que el PP pueda convertirse en aliado de UPN sólo al grito de «que vienen los batasunos», y aun así sólo con abundancia de luz y taquígrafos sobre los desaguisados político-financiero-empresariales de los años del consenso social-regionalista. Porque aunque los números diesen de sí (y no dan ahora, ni lo anuncian las encuestas), el PP no puede despreciar a sus votantes que se convirtieron en tales para reconstruir una Navarra foral, española y limpia, no para poner parches en las calzas de personas que, por lo demás, ni tienen cariño alguno a la derecha española ni sacrifican su interés personal por el de esa «patria común e indivisible».

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 3 de diciembre de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/alianzas-dificiles-para-casi-imposibles-para–125787.html