¿No a las armas? En Newtown la culpa fue de los videojuegos

Por Pascual Tamburri, 20 de diciembre de 2012.

Adam Lanza cometió una masacre en la escuela Sandy Hook de Newtown. Los medios y el presidente Obama quieren menos libertad para poseer armas. Pero las armas no obligaron a Adam a matar.

Ya tenemos en todos los medios del mundo occidental el mismo debate: sobre cómo en Estados Unidos hay demasiada libertad para poseer armas, y sobre cómo esa posesión sería misteriosamente causa de las esporádicas masacres que allí tienen lugar. Aún estaban enterrando a los niños de la escuela «Sandy Hook«, de Newtown, Connecticut, a los que mató antes de suicidarse un chico de 20 años, Adam Lanza, y ya habían decidido que la versión políticamente correcta de lo sucedido pasaba más por la abundancia de armas que por el trastorno mental de Adam, o que por cualquier otra cosa. Desde luego, ante semejante eficacia mundial yo de mayor quiero ser periodista progre.

El pequeño problema de todo esto es que aún no sabemos en detalle qué sucedió en Newtown, y necesitaríamos muchas pericias profesionales antes de tener al menos una versión. ¿Armas? Adam era, para empezar, autista; Adam tenía, para continuar, una relación patológica con su propia madre, a la vez causa y efecto de sus carencias afectivas. Y el muchacho era, no en último lugar, un aficionado patológico a determinados videojuegos, también violentos, en torno a los cuales había construido su propia realidad imaginada, a la que prestaba más atención que a la del mundo real.

Al que le preocupe, puede bramar contra la libre venta de fusiles de asalto (no automáticos) en los Estados Unidos, pero haría bien en reflexionar antes sobre Newtown desde todos los puntos de vista. Está claro que la legislación de armas no impide que haya individuos con problemas, y que, por ejemplo, nadie obliga a nadie a comprar y portar armas. En eso los norteamericanos son, sencillamente, más libres que nosotros. Y no estamos más seguros, puesto que cuando aquí un loco o un criminal, que los tenemos y abundantes, ha querido un arma… la ha conseguido con o sin leyes de por medio.

Si como resultado de la acción de Adam se pudiesen restringir las armas, con más razón habría que restringir los videojuegos. Adam, solitario y meditabundo, ha dedicado en su vida mucho más tiempo a juegos de combate, disparos y muertes que al uso real de armas. ¿Van a prohibir los videojuegos? No parece Así que la prohibición no se deriva de su relación causal con las muertes sino de los prejuicios de determinados políticos, comunicadores y profesionales. Magnífico. Pero eso no reducirá ni un ápice la agresividad, el rencor y el odio de chicos como Adam, que los hay y no pocos. El videojuego, mal usado, es una actividad compensatoria que viene a llenar un vacío afectivo y en el que se desahogan frustraciones mayores o menores… convirtiéndolas en disparos.

Prohíban ustedes las armas si quieren, pero no utilicen a chicos como Adam como excusa, porque las armas no causaron las muertes sino un hombre joven poco o nada entendido ni atentido por la sociedad. Y si van a prohibir las armas, exactamente con la misma excusa, deberían ustedes por coherencia prohibir los videojuegos. O no hacer ninguna de las dos cosas, en cambio, lo que seguramente sea más sensato si se están dejando ustedes llevar por la rutina intelectual de la izquierda europea.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 20 de diciembre de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/armas-newtown-culpa-videojuegos-126129.html