Por Pascual Tamburri, 27 de diciembre de 2012.
Pese a su inestabilidad política, Italia vive una crisis menos grave que España. No es mérito de Mario Monti, más querido fuera de su país que en él, donde nunca ha ganado unas elecciones.
A finales de 2011 Mario Monti sustituyó a Silvio Berlusconi al frente del Gobierno italiano con una aparente confianza en sí mismo que se hizo contagiosa a muchos; tenía toda la pinta de un profesional convencido de que es suficiente trabajar con seriedad y competentemente para poner todo a punto. Oyéndolo hablar, al principio muchos pensaron «vaya, por fin uno que sabe lo que hace». Muchos italianos y sobre todo muchos políticos fuera de Italia… ya que el profesor Monti nunca fue elegido por el pueblo, sino por la clase política de su país y, ay, de otros países.
Mario Monti ha sido, mientras se limitó a su papel técnico, un precioso capital humano de Italia. Cuando abandonó los papeles estrictamente técnicos, y más aún desde que se convirtió en Presidente del Gobierno, empezó su metamorfosis. En nombre de lo que en Italia llaman «sobriedad«, se han multiplicado tasas e impuestos que ya eran muy elevados, creando la montaña fiscal, en proporción a los servicios del Estado, más alta del mundo. La política de presión fiscal sin límite, según críticos como Giorgia Meloni, ha deprimido la economía italiana, y las medidas que todos esperaban de un Gobierno de supuestos «técnicos», como la lucha contra la deuda pública y el estímulo al crecimiento y al empleo, nunca vieron la luz realmente.
Ya a finales de año, Monti ha hecho totalmente vida de político profesional, con el espectáculo de sus dudas sobre si se presentaría o no como candidato a las elecciones generales que en todo caso había que convocar en 2013 y que él mismo situó en cuanto consiguiese aprobar los Presupuestos para el año. Para los que habían creído en él, lo más lamentable del año de gobierno de Monti ha sido el apoyo que los Jefes de Estado y de Gobierno extranjeros, de izquierdas y de centroderecha, han prestado sin pudor a su posible candidatura política en las siguientes elecciones. Ahora mismo Mario Monti es el hombre que más goza de la confianza de Angela Merkel y de la Bruselas oficial y oficiosa, es el hombre de la Unión y del Banco de Europa en Roma. Pero el problema de fondo que tiene este hombre de ¿centro? es que si sus políticas están al servicio de Berlín o de Bruselas y de sus economías, entonces no están al servicio del pueblo italiano… y al menos de momento es el pueblo italiano el que se supone soberano en Italia.
Desde el principio, Monti ha gobernado Italia sin que el pueblo italiano lo eligiese. Era un consultor del mismo banco de finanzas que desencadenó en su origen esta crisis, además de ser presidente para Europa de la Comisión Trilateral y miembro del comité rector del Grupo Bilderberg, como recordaba Gabriele Marconi en su editorial de diciembre en Area. Italia era vista con preocupación en tiempos del anterior Gobierno Berlusconi, no por interés por los italianos, sino por miedo a que la extensión de la crisis a Italia acabase con el sacratísimo euro. Y las medidas adoptadas por Monti y su equipo han ido mucho más orientadas a defender ciertos intereses financieros internacionales, a salvar ciertas instituciones europeas y a promover ciertas economías y ciertas carreras institucionales que… a defender a Italia. Silvio Berlusconi, un hombre con muchos defectos, fue el hombre elegido por los italianos en las urnas. Y fuera de las urnas, desde ciertos medios de comunicación, foros financieros y grupos de poder, se hizo saber sin disimulo que o Berlusconi era sustituido por el «técnico» Monti en 2011 o la economía italiana caería. Lógicamente, Monti no se debía a la nación chantajeada sino a la finanza internacional.
¿Y ahora, qué? Nuevamente, chantaje al pueblo italiano para que no se equivoque al elegir. Que elija un dócil Gobierno de izquierdas (para subir los impuestos no hacía falta el currículo de Monti… bastaba cualquier Romano Prodi y la vieja coalición entre los comunistas y la izquierda democristiana) o moderadamente de centrito, sobre todo dócil y obediente. Si no… ah si no habrá problemas, qué va a ser esto, un país que elige su Gobierno por su cuenta, qué vergüenza. Quizá lo mejor del caso es que, después de semejante espectáculo, nadie puede presumir de coherencia democrática. Salvo que sea de Derecha, claro.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 27 de diciembre de 2012, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/mario-monti-beato-laico-habla-aleman-necesita-democracia-126226.html