Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de diciembre de 2012.
‘No vivimos en un país corrupto’. Y esto dicho por un experto en fraude y corrupción. Pero la ficción de Carlos Quílez sirve para describir la realidad de nuestra política…
«No vivimos en un país corrupto». Y esto dicho por un experto en fraude y corrupción. Pero la ficción de Carlos Quílez sirve para describir la realidad de nuestra política…
Carlos Quílez. Cerdos y Gallinas. Nota del Autor. AlRevés, Barcelona, 2012. 288 pp. 18,00 €.
Durante la presentación en Madrid del último trabajo de Carlos Quílez, la novela Cerdos y gallinas publicada por Alrevés, fueron inevitables las referencias a la realidad política, económica y judicial. En efecto, el novelista es Director de Análisis de la Oficina Antifraude de Cataluña, justo en el momento en el que varios presidentes y expresidentes de Comunidades Autónomas están pendientes de resoluciones judiciales por corrupción. Y no asuntos cualesquiera, sino tramas que implican desde la Familia Real a través del Duque de Palma hasta concejales de pueblo. España en 2012 es un país donde los exministros son acusados de cohecho, los Ayuntamientos se metieron en gastos que no podían ni en sueños afrontar, los hijos de expresidentes regionales salían de España con sacos de billetes, las mafias chinas triunfan, el mal gusto estético aún más, los funcionarios uniformados o no pagan las culpas de políticos que saldrán impunes, las listas se hacen para colocar personas y no para el servicio de principios ni menos de la nación, unos roban, otros se enriquecen, muchos callan y los más esperan que llegue su hora. Y mientras se liquidan las Cajas que fueron públicas hasta los políticos menos pensados maniobran, sospechosos, en torno a una grieta en las murallas de la ciudad. Nuestro mundo, tras esto, no volverá a ser lo que era.
Una grieta en la muralla. Un sobre anónimo. Un diputado embozado. Unas horas antes, un parlamentario pateado en la zona de bares y discotecas. Políticos de todos los pelos repartidos por los locales nocturnos, dando satisfacción a sus variados gustos. Una larga historia de sobres y rumores, que se sostiene sobre créditos muy fáciles, comisiones muy llamativas, éxitos empresariales muy sorprendentes y casi mágicas conversiones de lo rústico en urbano y del iletrado en gestor. Parecen elementos de una trama novelesca, que casi sería trágica si le añadiésemos partidos investigados, fondos públicos y privados malversados, personajes absueltos por falta de pruebas y hasta un presidente del gobierno regional en la cárcel, tampoco hace tantos años (y su vicepresidente es hoy presidente de un banco público, aunque gobierna el otro partido, y dice ser víctima de un chantaje). Es posible que Carlos Quílez tenga razón y «España no sea un país corrupto» pero, ay, cómo nos esforzamos por parecerlo y por asimilar nuestros sucesos a la ficción y a menudo al sainete.
Carlos Quílez llegó a su actual puesto y comenzó a trabajar como escritor tras formarse en la Cadena SER. Cerdos y Gallinas es su novela más reciente, un relato que no suelta al lector por su sorprendente realismo. El entorno del crimen es el que conoce el autor, la Fiscalía, la Policía, los medios de comunicación, las mafias… y la corrupción de uno u otro tipo en las instituciones. Utiliza con soltura los materiales de los que dispone y, aunque evita repetir nombres y situaciones, hace un retrato impresionista de la España convulsa y viciada de la última década. Quílez articula Cerdos y Gallinas sobre dos ejes, el de los sucesos investigados y el de las diferencias personales entre los protagonistas, y sin atacar directamente acontecimientos que han sido noticia reciente da una imagen más que realista de la situación de nuestro país en nuestros días. Confusión, pérdida de rumbo, corrupción, mentiras sobre mentiras, engaños, mal uso de las instituciones y una desmedida ansia colectiva por el poder, por la riqueza y en suma por el ascenso social a cualquier precio. Tal es el mundo de la periodista Patricia Bucana, y tal el nuestro.
Según Quílez, refiriéndose en este caso a la realidad y no a la novela donde la retrata, «existe una extraordinaria minoría beligerante, chula y soberbia que se mueve con total impunidad y contra la que debemos luchar y ser absolutamente intolerantes«. Son los corruptos, que en buena medida son los que en los distintos campos mandan. Cerdos y Gallinas, según su autor, «a pesar de las coincidencias con la realidad» esta es una obra de ficción. Si lo es, de lo que no estoy totalmente seguro, es una ficción muy cuidadamente realista. Y es quela realidad siempre se escapa por alguna grieta en la muralla, por increíble que parezca cuando nos lo cuentan. Aunque tardemos mucho en saber en qué dirección.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 28 de diciembre de 2012, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/cerdos-gallinas-rodean-muralla-corrupcion-politica-126246.htm