Una Comunidad pequeña y acorralada, entre miserables y asesinos

Por Pascual Tamburri, 8 de enero de 2013.

Navarra tiene un Gobierno en apurada minoría. Justamente allí el PP es más débil. Posible pero improbable el adelanto electoral. Y como resultado, un avance de los enemigos de España.

La peripecia de Santiago Cervera, con dimisión incluida, puso a Navarra y su futuro político en la portada de la actualidad. Después, la drástica intervención de Yolanda Barcina en los restos del naufragio de Caja Navarra ha hecho que todos los rumores de décadas sobre la gestión de lo público en la Comunidad Foral cobren una importancia renovada. No hace mucho que Pablo A. Iglesias escribía aquí que «en la sede nacional del PP… creen que tras el adelanto de las urnas en Asturias y Cataluña en 2012, algunos dirigentes piensan que puede producirse otra sorpresa similar en 2013. Esta vez, en Navarra«. Y ese abismo lo sería para todos.

Los elementos del drama son muchos y su combinación angustiosa. Navarra ya no es una región que pueda presumir de un excepcional bienestar y una gestión brillante que justifiquen sin más el uso que los políticos hacen de la foralidad. De las últimas elecciones autonómicas salió un Parlamento Foral más dividido que nunca, y el giro del PSOE-PSN lejos de UPN ha dejado un Gobierno regionalista monocolor incapaz de sacar adelante leyes o Presupuestos (salvo aceptando políticas y chantajes socialistas o abertzales, lo que tampoco es una novedad). Lo único que salva a Yolanda Barcina de una moción de censura es que ésta tendría que ser constructiva y los socialistas de Roberto Jiménez no quieren aparecer aún totalmente en manos nacionalistas. Y los nacionalistas a su vez están divididos y muy condicionados por la situación del País Vasco. De cualquier modo, Navarra está sobre la mesa de juego, y es una ficha cuyo valor no depende de su tamaño.

La historia de escándalos navarros no empieza precisamente con Cervera, ya que arranca (con continuidades curiosas o no tanto) con los francodesarrollistas corruptos de MATESA, continúa con la difícil presidencia de Jaime Ignacio del Burgo y sigue hasta hoy sin interrupción. Unión del Pueblo Navarro ha gobernado Navarra desde que Juan Cruz Alli (luego amigo de los abertzales) sustituyó al socialista Gabriel Urralburu (luego condenado por corrupción), con la breve interrupción de un tripartito entre abertzales, socialistas y el mismo Alli terminado también por vía policial-judicial (aunque Javier Otano era personalmente inocente). Miguel Sanz impuso su liderazgo primero en UPN y luego en el gobierno regional a un precio que los ancianos de su partido recuerdan bien. Muchos años de gestión muy personal han cambiado en el fondo, en la forma y en los nombres la UPN que nació justo después de la Constitución (y contra ella). Los líderes de UPN de todos los niveles y también sus estrategas e ideólogos son ahora a todos los efectos profesionales de la política ajenos al patriotismo de la Transición. Viven del poder y temen perder el poder; en consecuencia durante muchas legislaturas, UPN ha apelado antes de las elecciones a «¡que vienen los vascos!», y después ha gobernado con más o menos apoyo de los socialistas, compartiendo con éstos las prebendas del régimen y, lo que es peor, renunciando a las políticas más queridas por su electorado genuino y aplicando las de la izquierda o similares… abertzales también.

UPN es un partido ahora mismo totalmente configurado para el poder regional y local, y no tenerlo sería el peor abismo imaginable. Ninguna renuncia ha sido imposible con tal de conservar el poder, y  una gran parte del electorado ha tragado con todos los sacrificios pensando que, al fin y al cabo, Navarra iba bien y se evitaba que gobernasen los abertzales. A la siguiente campaña electoral UPN va a llegar con la certeza de que no tendrá una mayoría absoluta, con una amplia probabilidad de no tenerla tampoco relativa y sin aliados seguros y suficientes para formar gobierno. Según qué escándalos y rumores surjan y en qué orden crecerán las grietas dentro de UPN (puesto que Miguel Sanz y Alberto Catalán no practican la misma disciplina que exigían cuando el liderazgo no era de Yolanda Barcina), y las encuestas, la formación de listas, la distribución de cargos y finalmente los resultados pueden ser otros tantos campos de batalla. Sean cuales sean los rumores, Yolanda Barcina no disolverá el Parlamento hasta que el viento cambie y sea posible un resultado mejor que la situación actual. Ahora mismo, pese a todo y a no poder legislar ni casi gobernar, UPN tiene el poder. Tras unas elecciones, dada la situación de PP y PSOE, casi cualquier cosa (peor) es de temer. Eso sí, también puede ser que Barcina se canse personalmente de esta presión y se llegue a un anticipo electoral por simple hartazgo, algo a lo que Patxi Zabaleta por cálculo y Roberto Jiménez por inconsciencia (antes de los nuevos datos sobre sus créditos CAN) parecían apuntar.

Gran parte de las decisiones futuras dependen del que fue partido de Santiago Cervera. De momento, el PPN no tiene un presidente como el del PP de Guipúzcoa, Borja Semper, y nadie se plantea que «El futuro se tiene que construir también con Bildu«. El problema no es que el PP navarro se lance a hacer el ridículo con los abertzales, sino que siga siendo demasiado débil. Navarra es el lugar donde el PP es más débil, tanto en números absolutos como en fuerza relativa. Sus escaños de 2011 no bastaron para formar mayoría con UPN, y por tanto legitimaron sin debate a los que dentro de UPN querían a cualquier precio la amistad con los socialistas. El objetivo político del PP en Navarra no puede ser otro que el poder, quizá primero en coalición –coalición suficiente en números y sin renuncias en el fondo- y después en nombre propio. Hay votantes y militantes potenciales para el PP. ¿Dónde? En los decepcionados con la UPN entregada al socialismo, sus políticas y sus corrupciones, en los que llevan décadas esperando valores llevados a las políticas (más allá de las habituales concesiones a los habituales grupos de presión), en los que quieren más España y más coraje y quizá ya ni votan. Pero hay que irlos a buscar… y ahí seguramente hace falta construir un PP navarro fuerte, lo que no es tanto cuestión de si el líder es Martín como de tener un proyecto claro y la sentina de la nave bien limpia de desechos, puesto que hace falta tripulación y no lastre.

Por lo demás, el partido que más años ha gobernado Navarra no es UPN sino el PSOE. Con Gabriel Urralburu tuvo Gobiernos monocolores, con apoyo externo de UPN (y compensaciones presupuestarias, municipales, lobbisticas y así); tuvo el experimento de Otano, que falló más por las enemistades de Alli y los escándalos del PSOE que por tener un consejero abertzale. Pero sobre todo, con buena o mala cara, ha gobernado siempre que ha formado Gobierno UPN, puesto que incluso en los años en que bastaba a Sanz el apoyo de CDN había en UPN muchas voces a favor de amplias concesiones al PSOE. Quizá en medio de esta tormenta de noticias, rumores y escándalos estemos viendo algunas de las razones de esa amistad políticamente contra natura pero humanamente tan estrecha. Roberto Jiménez, con un partido dividido detrás y con un PSOE nacional débil que no puede evitar verlo con cierto desdén, no puede presentarse como alternativa a UPN ni como renovación de nada… sólo si los abertzales dan por bueno el paso de los socialistas a la oposición el PSOE podrá ganarse una cierta imagen de cambio. Pero para eso necesita tiempo, para eso y para recuperar votos, y por eso tampoco el PSOE quiere elecciones ya, salvo que sea para retomar la alianza con UPN o para lanzarse a un nuevo multipartito en el que los abertzales dirigiesen la política y Roberto Jiménez fuese el mascarón de proa. Improbable, claro, si pensamos en el partido. Pero para el secretario general es una de las pocas opciones de ser presidente de Navarra en esta generación. Hay quien lo ha visto, claro; y otro día hablaremos de los estudios y amistades del licenciado Jiménez, y por supuesto del complejo mundo del nacionalismo vasco en Navarra… un mundo que aún hoy no se puede entender sin ETA ni sin la voluntad de anexionar Navarra. Tendremos tiempo, porque Barcina no va a disolver el Parlamento, salvo que caiga un cerverazo esta vez cerca de ella.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 8 de enero de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/comunidad-pequena-acorralada-entre-miserables-asesinos-126371.html