La «fórmula González» hace temblar a la casta autonómica

Por Pascual Tamburri, 27 de enero de 2013.

La mitad de diputados basta para hacer el trabajo en Madrid. Palabra de su presidente: ya está en marcha la máquina que reducirá el número de profesionales de la política.

Ser parlamentario autonómico, diputado provincial o concejal en una ciudad grande son de las prebendas más cotizadas a día de hoy por los profesionales de los partidos. Miles y miles de políticos sin otro oficio ni beneficio viven de los ciudadanos y del Estado, designados de hecho -porque no en Derecho- por los grandes partidos.

Es la casta política en lo que llaman partitocracia. No cuesta mucho, en comparación con lo que todos perdemos, bastantes ganan y muchos roban. Pero es una mala señal: un símbolo de que ser político ha sido para muchos el mejor negocio de sus vidas, en las que no había nada mejor que hacer ni patriotismo ni ideales que servir. Una señal, además, de que todo vale, y lo mismo que uno es político para tener prestigio y privilegios puede serlo para ganar aún más rápidamente… por las malas.

El presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, ha dado una señal en la dirección contraria. Con su proposición de Ley para reducir el número de diputados autonómicos, la Asamblea de Madrid pasaría del tope de 129 actuales a 65 como máximo, para «adaptar la estructura de representación de la Asamblea a la realidad económica». Hay que recordar que esto no es una novedad, sino que ya quedó planteada por González en su discurso de investidura.

El argumento simbólico es atronador: puede que reduciendo a la mitad los parlamentarios el ahorro no sea tanto, pero los ciudadanos no van a quedar mal ni peor representados. Si en Estados Unidos hay sólo 100 senadores, si en la misma Comunidad bastaban y sobraban en 1983 96 parlamentarios, la cantidad actual significa que se estaban usando mal los recursos públicos, justo cuando se pide a la Administración y a todos los españoles austeridad y recortes. Puede que no se ahorre una cantidad enorme de dinero, pero hasta un euro sería escandaloso si se estuviese gastando en vano mientras se poda en los servicios públicos.

No hay que hacer encuestas para saber la mayoría abrumadora de españoles de todas las regiones, de todas las ideologías y de todos los grupos sociales comparte la visión de Ignacio González. Ya María Dolores de Cospedal planteó un recorte, primero en las retribuciones y en el futuro posiblemente en el número de los parlamentarios castellano-manchegos, y también Fabra, Bauzá, Monago y Feijóo han diseñado sus propios recortes parlamentarios en Valencia, Baleares, Extremadura y Galicia, cada uno según las necesidades y posibilidades institucionales y políticas de su entorno.

Y lo harán, con aplauso general de los ciudadanos, porque quizá la única manera de conseguir que la austeridad no se convierta en descontento total sea comprobar que los más austeros y los primeros son los políticos, y no los primeros en el juzgado por corruptos.

Por eso sobran las críticas y reticencias del PSOE y de IU a apoyar la propuesta de Ignacio González. Tendrán que inventar muy buenas excusas para decir que no a algo que sus propios votantes quieren y aplauden. Es muy difícil pedirle el voto a un trabajador en paro, decirle que la culpa es de (otros) políticos que se lo llevan y luego defender que haya más políticos prebendados y sin utilidad real en medio de esta crisis. González se lo ha puesto muy difícil a su oposición, pero también a sus propios críticos en los medios de comunicación y en sectores menores de otras regiones del PP.

Es verdad que una reforma estatutaria, como la que se necesita para «recortar» las castas autonómicas, requiere una mayoría de dos tercios en el órgano legislativo regional y la sanción del Senado. Ignacio González puede contar con el segundo con las bendiciones del PP y de Mariano Rajoy (no en vano el presidente ya señaló, antes de llegar a La Moncloa, que en la Constitución y sin reformas se puede pasar de 350 a 300 congresistas); y necesita el consenso de los partidos de oposición, de los que sólo tiene el respaldo en esto de UPyD.

¿Cómo se consigue ese consenso? El método político convencional es una larga serie de negociaciones con los demás partidos, de la que suele salir, por pura lógica, una Ley acordada que no satisface a nadie y que no cambia casi nada; y eso después de meses o años dándole vueltas al asunto. González ha preferido no esperar en Madrid.

Al sacar esta iniciativa justo cuando los españoles asumen que tenemos la proporción más baja de personas ocupadas de nuestra historia, el presidente madrileño deja claro que estará dispuesto a negociar apoyos y matices necesarios, pero que no puede volverse atrás en lo esencial. Después de proponer que se reduzcan a la mitad los diputados, después de inflamadas las redes sociales y las ilusiones de la gente con un gesto simbólico así, IU y PSOE no pueden votar abiertamente en contra.

El PP de Madrid ha empezado la negociación con ellos para obtener los dos tercios de votos poniendo sobre la mesa que es una medida irrevocable. Porque ante su gente, después de lanzarse a esto, ni el PP ni Ignacio González pueden traicionarse a sí mismos; ni la oposición puede votar en contra sin razones que no tiene. Y es un símbolo de que la casta puede ser vencida… si se quiere.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 27 de enero de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/formula-gonzalez-hace-temblar-casta-autonomica-126775.html