Por Pascual Tamburri, 1 de febrero de 2013.
Rajoy heredó la crisis y los millones de parados de unos Gobiernos que no sólo la causaron sino que además se negaron a buscar soluciones. ¡Y ahora ellos mismos se lo reprochan!
Hace 80 años casi exactos, el 30 de enero de 1933, Adolfo Hitler fue proclamado canciller y el partido nazi, además de la mayoría parlamentaria que ya tenía desde el año anterior, se hizo cargo del Gobierno de Alemania. Es normalmente reconocido que la lamentable situación económica del país y la existencia de seis millones de parados entre sus trabajadores desacreditaron profundamente a los políticos y a la misma democracia entre los ciudadanos del que había sido mucho tiempo modelo de prosperidad industrial, tecnológica y científica, vanguardia de progreso social y ejemplo de cultura. En Alemania y fuera de ella se reprocha a los políticos anteriores su miopía, su egoísmo y sobre todo su incapacidad para resolver ante todo los problemas de la gente normal.
A los nazis, en cambio, se les imputan muchas cosas; pero nadie les culpa a ellos de la crisis económica, que tenía elementos internacionales y elementos específicos del sistema democrático de la República de Weimar, ni de los millones de parados, que ni los bancos quisieron arreglar ni los partidos se atrevieron a solucionar. Está claro que uno, sea quien sea, no es culpable de la situación que se encuentra cuando llega al poder. Y por la misma razón quien creó esa situación gobernando mal o no gobernando, derrochando o robando, no tiene ninguna legitimidad para reprochar nada a quien llega al poder empujado por la angustia y el miedo de los ciudadanos. ¡Ni mucho menos para ofrecerse a sí mismo como solución! ¿Cómo va a estar la solución con los responsables de la crisis?
Ni el PSOE es un partido de la decadente democracia alemana de hace tres generaciones, ni José Luis Rodríguez Zapatero es comparable a ninguno de los gobernantes de aquellos tiempos. Por supuesto que no: es un partido mucho más corrupto, mucho más responsable de la crisis que vivimos, con unos líderes mucho peor formados en general y con mucha más culpabilidad en los millones de parados.
Este lunes se cumplen cinco años de una de las mayores mentiras del socialismo, contada para que José Luis Rodríguez Zapatero firmara por otros cuatro años en La Moncloa. Un lustro ha pasado ya desde que, en la precampaña de las generales de 2008, el PSOE pusiera en circulación aquel cartel en el que ZP, sonriente como casi siepre, prometía el pleno empleo. Un embuste que perseguirá de por vida al partido del puño y la rosa, hasta la tumba.
España era, para algunos, el país de Jauja, el país del eterno e infinito crecimiento en el que sólo por quererlo había sitio para todos, dinero público para todos, privilegios para todos y, obviamente, trabajo para todos. No era así, claro está, y no puede decirse ni que la crisis fuese inesperada ni que fuese por razones exteriores. No fue inesperada por bien avisados estábamos, y estaba en especial quien nos gobernó de 2004 a 2011 gastando sin control, de que nuestro modelo de crecimiento era insostenible y de que estábamos gastando, como país además de cómo ciudadanos, más de lo posible. Y no fue culpa de otros, porque otros países con problemas económicos no tienen ni una crisis tan grave ni una cifra similar de paro. La crisis y el paro fueron consecuencia directa y necesaria del modelo de crecimiento y del derroche enloquecido que el PSOE asumió y multiplicó en los años en los que gobernó. El tono moral con el que se gobernó también ha tenido sus consecuencias.
Alfredo Pérez Rubalcaba ha formado parte del aparato de poder socialista desde siempre. No puede protestar de la sanidad porque ha formado parte de los gobiernos que han tomado las decisiones que nos han traído a este punto. No puede protestar de la educación porque él mismo ha sido director general, subsecretario y ministro cuando se diseñó el caro y patético sistema que padecen nuestros jóvenes. Y ciertamente no puede lamentar el paro ni ofrecer soluciones para él porque les ha sobrado, a él y a su partido, tiempo y medios para evitar el estallido del desempleo y para solucionarlo cuando empezó. No quisieron hacerlo, porque no creyeron que sus decisiones nos trajesen a esta crisis.
Es fácil entender a la gente que se queja de los políticos. Y es muy comprensible que los españoles no quieran ni oír hablar de personas que les roban en vez de gobernarles. Pero el partido de ZP y de Rubalcaba es el menos llamado a lamentar esta crisis y a diseñar sus soluciones; ellos heredaron una España que creyeron rica y próspera; ellos tuvieron los medios para cambiar todo lo que hubiesen querido, y se limitaron a dilapidar medios públicos; ellos dejaron a Mariano Rajoy y a los suyos el pesado fardo de un sistema agonizante y de millones de parados. ¿Conseguirán engañar a los españoles y hacerse por arte de magia soluciones para lo que causaron? Es aún más difícil de lo que hizo Hitler.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 1 de febrero de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/gran-mentira-encabezara-epitafio-psoe-cumple-lustro-126901.html