Adicciones y tesoros más antiguos que el Islam salen a la luz

Por Pascual Tamburri Bariain, 8 de marzo de 2013.

Egipto es más que el integrismo que tantos temen y no es sólo el pasado que tan poco se entiende. Paul Sussman triunfó recordando la cercanía entre el policía y el historiador.

Egipto es más que el integrismo que tantos temen y no es sólo el pasado que tan poco se entiende. Paul Sussman triunfó recordando la cercanía entre el policía y el historiador.


Paul Sussman. El enigma de Cambises. Traducción de Víctor Pozanco Villalba. RH Mondadori – De Bolsillo, Barcelona, 2013. 464 pp. 9,95 €. Ebook 5,99 €

Por suerte Paul Sussman terminó de escribir y publicó El enigma de Cambises antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Seguramente hoy no entraría en una novela en asuntos tan delicados y mediáticamente tan manidos, o en cualquier caso lo haría de modo diferente. Durante trescientos años los occidentales hemos tendido a imaginar Egipto, injustamente, como un gigantesco museo cuyos monumentos nada debían a sus «indignos» habitantes. Hoy tendemos a pensar en Egipto como si fuese sólo y esencialmente un foco de problemas políticos y religiosos, poblado por millones de fanáticos ciegos a todo lo demás. Sussman llegó a la fama como novelista situando en un Egipto mucho más real una trama policíaca de las que además de tener en vilo al lector enseñan el mundo como es.

En el siglo VI antes de Cristo, tras derrotar al faraón Psamético y conquistar Egipto, el rey persa Cambises envió un ejército numeroso hacia el Sur, para conquistar en el oasis de Siwa el oráculo del dios Amón. Ese ejército se perdió en el desierto y de él nunca más se supo, aunque parece haber hallazgos recientes –más recientes que esta novela- que apuntan una solución a este misterio. Y estos son hechos contrastados del pasado, que Sussman conoce bien puesto que su formación y sus primeras armas no fueron ni como periodista ni como escritor, sino como historiador. ¿Y qué hace un historiador escribiendo novelas policíacas? ¿Intrusismo profesional, dirán las Facultades de Comunicación? ¿Desprestigiar su profesión de origen, dirán los puristas? Lo cierto es que en El enigma de Cambises nos encontramos con un protagonista, el inspector Jalifa, en el que se unen las dos vertientes de la investigación, la policial y la histórica; qué es un historiador, y tanto más un arqueólogo, si no un detective de un pasado que ha dejado de sí sólo pistas dispersas y confusas.

Sussman exhibe un gran conocimiento del Egipto histórico, sin por ello aburrir al lector que busque en la novela una aventura apasionante. Y también demuestra conocer el presente y la realidad actual de Egipto, sin descalificar y sin apriorismos innecesarios. Desde la primera página estamos en un laberinto de pistas verdaderas y falsas, de amores y desamores, de sentimientos de culpa y de orgullo, todos ellos entrecruzados en la búsqueda de un ejército perdido tres milenios atrás, cuyos restos materiales pueden llenar las arcas de los malvados o de los poderosos, servir para destruir el mal o para encumbrarlo, completar el conocimiento del pasado o arruinarlo para siempre. El asunto merecería haber sido tratado por Valerio Massimo Manfredi, que tan buenas horas nos sigue dando con El ejército perdido o El faraón de las arenas. Esta nueva edición de El Enigma de Cambises debería servir, eso sí, para hacer la lectura ligera pero no huera accesible para todos los públicos, sin que el precio sea excusa. Y es que quien quiera encontrar descanso y distracción sin rebajarse a la incultura dominante tiene aquí, y en muchas obras de este serie, una oportunidad que es casi un regalo y que se sigue, por ejemplo, en El guardián de los arcanos.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 8 de marzo de 2013, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/adicciones-tesoros-antiguos-islam-salen–127631.htm