Por Pascual Tamburri Bariain, 15 de marzo de 2013.
David Day exhibe su erudición sobre la obra de Tolkien, complace a los apasionados, enamora a los que se acercan… y puede gustar incluso a los niños. Pura magia, con o sin Gandalf.
David Day. El mundo hobbit. Ilustraciones de Lidia Postma. Traducción de Alfonso Rodríguez Arias y Rosa Borràs Montané. Edición de Cristina Rodríguez Fischer. Art Blume, Barcelona, 2012. 92 pp. 16,90 €
Debemos a David Day muchos de los mejores libros de ilustración, glosa y guía al mundo de J.R.R. Tolkien. Un mundo en el pleno sentido de la palabra, con la dificultad añadida de ser un mundo imaginado (aunque no del todo), que ha justificado a lo largo de tres décadas un Bestiario, una Enciclopedia, una Guía, una descripción como la de ´El mundo de Tolkien´ o la de ´El Anillo de Tolkien´. No puede acusarse de Day de haber sido un aprovechado de la fama cinematográfica de la Tierra Media en el siglo XXI, puesto que ha demostrado desde mucho antes su pasión personal, su erudición y su capacidad de comunicar al lector moderno los vericuetos más desconocidos de todas las obras de Tolkien. Sólo le ha faltado ser el autor del Atlas de la Tierra Media, y ha sabido contar con la colaboración de ilustradores igualmente apasionados y perspicaces como Alan Lee primero y Lidia Postma ahora.
Sí ha sido oportuna, coincidiendo con la aparición en 2012 de la primera película basada en El Hobbit, la publicación de esta nueva obra de David Day, El mundo hobbit, que Blume trae a España en una edición cuidada en los materiales y colores y más aún –asunto nunca tan delicado como en este caso- en la traducción, de la que se encargan Alfonso Rodríguez Arias y Rosa Borràs Montané. Tenemos que tener presente en qué contexto nos movemos. El Hobbit nació como cuento para niños, pero no conservó enteramente esa sencillez, y se convirtió en una parte de la historia, aún no ordenada en 1936, de la lucha entre los pueblos fieles a Ilúvatar y los servidores del mal encarnado por Morgoth primero y Sauron después. Tolkien, además de su propia experiencia vital (como niño, adolescente y estudiante; como universitario y soldado; como amante inglés, devoto esposo y tierno padre de familia), vuelca en esta novela quizás con menos premeditación que en ninguna otra su conocimiento filológico, tanto de la literatura antigua como de la evolución de las lenguas y de las palabras. Y esto implica que El Hobbit tiene varios niveles de comprensión, más allá de la simplicidad que recurrentemente se le atribuye.
Con el repertorio bibliográfico ya existente, los nuevos lectores de El Hobbit, los que se acerquen a él por primera vez sea por edad sea por la expectación derivada del cine, no necesitaban ni Guías, ni Atlas, ni Bestiarios, que ya existen en abundancia para ese mundo. Pero para no relegar El Hobbit a ser sólo un cuento de aventuras para niños, para entender los nexos sorprendentes entre la palabras inventadas por Tolkien, las rescatadas y elegidas por él, su propia visión del mundo y la historia que narra y las que sugiere, hacía falta explicar en detalle esas palabras y las implicaciones de cada una de ellas. Y eso es lo que hace Day, a modo de glosa.
Un buen regalo de Blume
Glosa, casi literalmente, es lo que David Day hace en este delicioso Mundo hobbit. Glosa, en el sentido medieval de comentar al margen –y más que al margen, en toda la obra- las palabras elegidas por el autor, su origen real o imaginado, o incluso sólo posible; y de esas palabras y su magia se extrae otra visión de El Hobbit, intrigante, seductora y sugerente para los ya conocedores del universo de Tolkien, y decididamente explicativa e ilustradora para los que ahora llegan a él. No es una obra para niños, al menos no para niños pequeños; pero sí es una obra para todos los demás, incluyendo a los que tengamos que explicar la historia de El Hobbit a niños de cualquier edad. Todo en la Comarca, en la Tierra Media, en los hobbits y en lo relacionado con Bilbo Bolsón está repleto de dobles y triples sentidos, de acertijos, de posibilidades, de puertas dejadas abiertas para historias que no se contaron o que no se han publicado. Y todo eso pasa por las palabras y su magia, por las chanzas de Tolkien aptas sólo para iniciados en la filología y en su misma obra (y también en la historia de Inglaterra). Todo el mundo de los hobbits puede explicase a partir de la glosa de la misma palabra ´hobbit´, al gusto de su creador. Y muchos aspectos quedarían en la sombra sin la explicación de David Day. Nunca insistiremos bastante, además, en la dificultad de traducir al español una obra ya de por sí compleja en inglés, hasta el punto de que esta glosa se convierte en naración y servirá también a quien quiera mostrar a sus alumnos a la vez la sencillez y la complejidad de la lengua inglesa y de su traducción.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 15 de marzo de 2013, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/tolkien-magia-palabras-alla-hobbit-127785.htm