Por Pascual Tamburri, 15 de marzo de 2013.
Exámenes y encuestas confirman lo ya sabido: la ignorancia de los aspirantes a enseñar es enorme. Pagan el pato los alumnos. La única solución es volver a exigir el nivel ahora perdido.
La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid ha roto uno de los grandes silencios vigentes desde la Transición. Tenemos que agradecer a Lucía Figar que haya hecho públicos los resultados de las oposiciones al Cuerpo de Maestros de 2011, así como el análisis de los mismos. Y las conclusiones son las que se sospechaban desde hace ya tres décadas: la educación española está cada vez más en manos de personas seleccionadas en virtud de méritos sindicales, de simple antigüedad, de consideraciones psicopedagógicas y de méritos similares, y cada vez menos en posesión de los conocimientos propios de las funciones académicas que ejercen. Con lo cual será muy difícil quejarnos de la mala formación académica de la generación más joven, ya que muchos de sus docentes simplemente no saben.
Sólo 1.913 de las 14.110 personas que se presentaron en 2011 para acceder al Cuerpo de Maestros aprobaron la «prueba de conocimiento». Es decir, que sólo un 13% de los graduados universitarios con la titulación en regla con las normas en vigor sacan 5 o más en los conocimientos que tienen que impartir en la escuela primaria. Pero es que de ellos sólo el 1,83% sabían el nombre de las provincias por las que pasan los ríos Duero, Ebro y Guadalquivir, o sólo el 31,11% marcaron en un mapa los límites y capitales de las comunidades autónomas.
Con el sistema imperante, personas sin esos conocimientos ni otros igualmente elementales pueden llegar a ser funcionarios docentes del Estado, ya que el nivel académico tiene menos del 40% del valor de la nota de la oposición, mientras que la antigüedad vale casi el 50%. Así que uno puede estar décadas suspendiendo exámenes que ya se ve que no son de Letrado de las Cortes, seguir enseñando como interino con la protección de los sindicatos y finalmente hecho funcionario sin saber, por mera antigüedad. Un círculo vicioso casi perfecto, porque naturalmente no se puede enseñar lo que no se sabe, ni los chavales van a aprender lo que no se les enseña ni exige.
La situación es mucho más grave que la simple anécdota de decir que la gallina es «un mamífero». En todos los cuerpos docentes del Estado se ha recargado en los últimos años la importancia de la burocracia, la mal llamada calidad, la pedagogía progre, la diversidad igualitaria y naturalmente la adhesión a los principios «académicos» del zapaterismo. En todos ellos se ha despreciado, sin pudor ninguno, la necesidad de que los docentes, sean maestros o profesores, dominen la materia que van a enseñar.
Entiendo la preocupación de la Comunidad de Madrid al darse cuenta de que ha contratado en los últimos años miles de docentes interinos incapaces de aprobar los exámenes de conocimientos, ajenos a un nivel académico básico pero bien colocados en las listas correspondientes. Y por eso merece un aplauso Figar, que se ha atrevido a ponerle el cascabel al gato y a decir que «es importante seleccionar a los mejores» .
Es absolutamente innegable que año tras año los estudiantes españoles logran peores resultados que otros europeos al ser examinados de modo comparable. Y también lo es que nuestro sistema educativo es muy caro –extremadamente caro en proporción a los resultados- y dedica más tiempo que ninguno a una gran variedad de materias no fundamentales. Pero eso no es responsabilidad de los jóvenes de 2013; tendrán los defectos que tengan, pero son hijos y nietos de un sistema educativo en el que otros han tomado desde 1968 decisiones que nos han traído al punto en el que estamos.
El punto de partida para un cambio no son cambios más o menos cosméticos en la legislación, sino asumir que sólo maestros y profesores que sepan pueden transmitir ese saber. Todo lo demás, los medios materiales y las perfecciones pedagógicas, se pueden añadir cuando y como convenga; pero un profesor ignorante es el modo más seguro y más caro de conseguir muchos alumnos ignorantes y la perpetuación de un sistema basado en la ignorancia y el resentimiento, como tantos y tantos Departamentos prueban cada día. Por lo cual José Ignacio Wert no puede más que extender a toda España el cambio que Figar empieza en Madrid.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 15 de marzo de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/orejas-burro-para-casta-dejado-educacion–127806.html