Políticos sin escrúpulos en el poder y sexo prohibido en el Vaticano

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de abril de 2013.

Desde Maquiavelo la política es sólo poder, sin límite morales. Desde los Borgia es claro que la santidad de Pedro no tiene que ver con el entorno de sus sucesores. Buen año para recordarlo.

Corrado Vivanti. Maquiavelo. Los tiempos de la política. Traducción de María Teresa Navarro Salazar. Paidós, Barcelona, 2013. 256 pp. 19.90 €. E-book 13.99 €


Guy Le Thiec. Los Borgia. Luces y sombras. Traducción de Núria Petit Fontser. Paidós, Barcelona, 2012. 200 pp. 18.00 €. E-book 12.99 €

En el siglo XV España empezó a ser la capital, política, cultural y económica de Europa. Con los siglos otras potencias europeas tomaron el relevo, pero el liderazgo de la civilización europea siempre ha pasado de una nación Estado a otra, siguiendo y renovando el modelo de la España imperial. Aún hoy Estados Unidos, en lo sustancial, es una potencia europea aunque su modo. Sin embargo, la aplicación práctica y el desarrollo teórico de la idea moderna de Estado y la depuración conceptual de esa peculiar organización es anterior a la España de esa época. Justo en su umbral, un político, funcionario, escritor y filósofo florentino exploró las necesidades de la política en la modernidad. La suerte de Nicolás Maquiavelo fue acertar en el momento y en la orientación adecuados, puesto que su visión de las cosas no habría triunfado igualmente ni dos siglos antes ni dos siglos después, ni en otro lugar distinto de Italia. Y su desgracia, entonces y sobre todo ahora, ha sido ser más citado que leído, más recortado que estudiado.

Paidós edita ahora, no ya el Príncipe –del que hay ediciones recientes en español, alguna de las cuales se ha comentado en los últimos años aquí, aunque se echa de menos una actual que incluya los comentarios íntegros de Napoleón Bonaparte-, sino el estudio de Corrado Vivanti sobre la biografía, el contexto y el impacto intelectual de Maquiavelo a caballo entre los siglo XV y XVI. Hasta el siglo XXI, Maquiavelo define la política moderna, el arte basada en la obtención y la conservación del poder, y es un verdadero mito para bien y para mal según se le considere.

Lo que hace Vivanti se ha intentado a menudo, viendo cuál fue el Maquiavelo real y qué sucedió en las ciudades de su entorno y en las grandes potencias italianas y europeas, buscando en sus experiencias explicaciones para sus análisis. Por supuesto que Vivanti da con este motivo su explicación del paso a la modernidad, o al inicio de la misma, pero quizá lo más notable es cómo el resultado es un Maquiavelo menos atípico, menos inmoral, menos hiper realista. Hombre de su tiempo, Maquiavelo se inspira en su experiencia administrativa y en las lecciones del mundo clásico para explicar el mundo del Renacimiento y para explicar los cambios políticos en curso y por venir. El libro de Vivanti está bien escrito y traducido, es ameno y sorprende a quien espere el Maquiavelo «de siempre» .

Aún hoy es imposible para un europeo de cierta cultura tener una vida pública -digna- sin haber leído El Príncipe. De él se adoptó en el mismo siglo XX su escepticismo vertebrador: «Ha pasado tiempo, pero si se me permitiese juzgar a mis símiles y coetáneos no podría de ninguna manera atenuar el juicio de Maquiavelo. Debería, en todo caso, agravarlo. Maquiavelo no se hace ilusiones y no engaña al Príncipe… Mientras que los individuos tienden, empujados por sus egoísmos, al atomismo social, el Estado representa una organización y una limitación. El individuo tiende a evadirse continuamente. Tiende a desobedecer las leyes, a lo pagar los impuestos, ano hacer la guerra. Pocos son los que –héroes o santos- sacrifican lo suyo sobre el altar del Estado. Todos los demás se encuentran en estado de potencial rebeldía contra el Estado«. Y justamente la cuestión del Estado empieza a plantearse con Maquiavelo y llega candente hasta nosotros, lo que hace a Vivanti aún más actual.

Dice Maquiavelo que «cuando los hombres dejan de creer se les puede hacer creer por la fuerza«. Puede ser una boutade, puede ser sólo un exabrupto, pero es probable que ese alarde de realismo tan citado del florentino provenga de su experiencia política con una notable familia ítalo española de la que hoy queda poco más que el recuerdo.

Del ´Valentino´ maquiavélico al mal recuerdo de una familia española

También para Paidós, Guy Le Thiec se lanza a algo que en principio puede parecer innecesario y hasta impopular. La familia del que fue cardenal Rodrigo de Borja, los Borgia, ha merecido generales descalificaciones dentro y fuera de España. Pero fue sobre todo y antes que eso la familia que dio una serie de príncipes a la Iglesia de Roma en un siglo de cambios excepcionales, la saga que recibió una Iglesia medieval y dubitativa y pecó de obra pero no de doctrina en su tarea.

Los Borgia han llamado la atención desde su mismo tiempo, no sólo los Papas sino también personajes singulares como lo fue el duque de Valentinois, protegido de Francia, altísimo clérigo, hijo de Papa, enemigo ocasional de Fernando el Católico, admirado de Maquiavelo… y terminado con una muerte gris e innecesaria en la lejana Navarra cuando ya habían muerto las esperanzas puestas en él, no ya de libertad de la Iglesia sino de libertad de Italia.

¿Fueron los Borgia santos? Ciertamente no, y no hace falta leer a Le Thiec para saberlo. Pero sí en cambio para entender que no fue una dinastía de criminales comunes únicos en su género, como quiere su leyenda negra; como otros y mejor que muchos, encarnaron el ideal de príncipe renacentista, más preocupado por los fines que por los medios, y en consecuencia «maquiavélicos» aunque fuesen anteriores al florentino. Los Borgia merecen mejor suerte en la memoria, como sólo muy limitadamente tienen, ya que ni todos fueron Lucrecias ni Lucrecia fue la que la leyenda ha querido, quizá más en provecho de los protestantes de la generación siguiente y su propaganda que de una reforma de la Iglesia que quizá ellos querían en su interior más que nadie.

Con Le Thiec nos colocamos como observadores de una Roma excepcional, en la que los grandes caudillos del siglo se entrecruzan con los artistas el Renacimiento y con las inquietudes que llevarán a la ruptura y la herejía a gran parte de la Iglesia latina. Quizá demasiado francés y demasiado poco español para las necesidades de un público culto en nuestro país, es libro que convienen más que ampliamente a quienes de aquella Roma, de aquella familia y del final de la Edad Media tienen aún sólo los subproductos de la propaganda antirromana y antiespañola y sobre todo falaz, que tiende a llenar nuestros mismos libros de texto. ¿Y luego nos quejamos de que no saben quién fue Maquiavelo? El problema es que cuando les podemos enseñar algo, aun ese poco se lo damos trufado de patrañas.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 5 de abril de 2013, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/politicos-escrupulos-poder-sexo-prohibido-vaticano-128132.htm