Peligro, católicos

Por Pascual Tamburri Bariain, 21 de abril de 2013.
Publicado en La Gaceta.

Cuando un grupúsculo de extrema izquierda afín al terrorismo presiona a los políticos para que legislen a su gusto, ahora lo llaman escrache. Incluye insultos de palabra y de obra, presión en los medios y en la calle, manifestación y manipulación sin disimulo. Escrache: para muchos, una nueva y legítima forma de acción pública, a la que tienen derecho todos y cuanto más a la izquierda con más razón.

Para los mismos que defienden eso, que las autoridades protejan a los políticos y sus familias de nada improbables actos de violencia es un paso hacia la dictadura, una negación de la libertad, casi fascismo si no algo peor (perdón: nada peor es concebible desde la corrección política). Así que el escrache ha pasado a ser una libertad pública y la protección del orden algo muy sospechoso.

A la vez, los presuntos objetos de tales escraches, los representantes del centro, sus séquitos y portabolsas, se defienden sólo con media boca y con medio gesto. Sus recatadas juventudes tiene cosas mejores que hacer siempre. Perdura el complejo colectivo de que la izquierda y el nacionalismo tienen derecho a dirigir la calle y definir la corrección política. Les reprochan los excesos, pero no que lo hagan. Escrache gesto de libertad, pero sólo para y por algunos.

¡Pero que los católicos no digan en público qué creen y qué quieren! Puede opinar Bildu pero no el cardenal Rouco. Pueden manifestarse por ETA o contra los desahucios, pero no los católicos contra el aborto. Pueden manifestarse por Chávez o contra el PP, pero no los católicos por la vida. Pueden manifestarse por un nuevo matrimonio o contra la ley de Educación, pero no los católicos contra la legislación que más ha envejecido a España. Los escraches sólo son buenos si vienen de donde siempre. Sólo los católicos son peligrosos.

Por Pascual Tamburri Bariain, 21 de abril de 2013.
Publicado en La Gaceta.