Envolverse en la senyera para robar las carteras de todos

Por Pascual Tamburri Bariain, 17 de mayo de 2013.

Cataluña es el mejor ejemplo de cómo y por qué el nacionalismo sirve para justificarlo todo, especialmente los delitos. ¿Todo vale, si se envuelve en la bandera adecuada?

Cataluña es el mejor ejemplo de cómo y por qué el nacionalismo sirve para justificarlo todo, especialmente los delitos. ¿Todo vale, si se envuelve en la bandera adecuada? Lo explica Xavier Horcajo.


Xavier Horcajo. La Pasta Nostra. 33 años de poder convergente en Cataluña. Sekotia, Madrid, 2013. 256 pp. 14,95 €.

Xavier Horcajo, periodista, escritor y profesor de economía, tiene probablemente todo lo que hace falta para ponerle el cascabel al gato de la corrupción catalanista. Un gato del que se habla poco o nada, pero no porque no exista sino porque da miedo a muchos de sus teóricos enemigos. Horcajo, además de sus conocimientos profesionales, trabaja para el grupo Intereconomía, lo que le da la libertad y la independencia de las que no gozaría escribiendo en Barcelona; pero sí ha trabajado en la capital catalana, y conoce a fondo y de años los entresijos de la capital del «oasis catalán«, desde los 23 años de reinado de Jordi Pujol i Soley al actual de Artur Mas i Gavarró.

Lo cierto es que con la autonomía, en cualquiera de sus fórmulas de gobierno, la Generalitat catalana se ha distinguido por una anormal abundancia de casos de corrupción política. Con CiU o con el Tripartito, antes o después, políticos de todos los niveles se han lucrado con su posición y han beneficiado a empresas suyas, cercanas, amigas… o dispuestas a pagar. Esto no son ya suposiciones, son hechos juzgados y certificados, aunque el sistema ha conseguido que las condenas hayan tardado en llegar, hayan sido muy leves o se hayan indultado. Es incluso un negocio transgeneracional, como lo describe Horcajo para todos los españoles gracias a Sekotia, puesto que a Pujol y sus apoyos políticos, antes y después de Banca Catalana, le han sucedido sus hijos y familiares, de manera que la Cataluña real del siglo XXI es no sólo más corrupta sino más caciquil y oligárquica que las anteriores, inclusive la del franquismo.

En Navarra bromeamos a veces, y más este último año, con la corrupción que se emboza en la bandera regional y santifica, legitima o al menos perdona actividades ilegales, inmorales o al menos antiestéticas de políticos nacionalistas o regionalistas que empuñan la bandera por un lado y la caja por el otro. La Cataluña nacionalista nos lleva mucha ventaja en este camino, como aprendemos leyendo a Xavier Horcajo. «La bandera catalana ha sido el refugio de conductas indignas«. Comisiones para todo, nombramientos trufados, dinero en manos de los partidos y de sus líderes, o de sus empresas, en paraísos fiscales de todo tipo. La autonomía, que vino predicando honestidad y acusando al centralismo de expolio, se ha convertido en excusa de los mayores latrocinios. También de los políticos de regiones ricas respecto a los bienes y derechos de las regiones menos desarrolladas, pero eso, también, lo cubre la bandera.

Los Pujol, que crearon a su imagen y semejanza su partido y su Administración, son ahora infinitamente más ricos que al entrar el president en política o que al empezar la Transición. La bandera, el carisma, la ideología, la reivindicación, la lamentela nacionalista, todo ellos ha servido para justificar o tapar el enriquecimiento de algunos de los nacionalistas. Y es que hay, y cómo, una relación entre nacionalismo y economía, pero no la que los nacionalistas esgrimen habitualmente en tiempo de crisis, diciendo que el Estado oprime a las regiones, sino casi la opuesta: las regiones con un nacionalismo o un regionalismo avezado en el expolio sufren más la crisis, aunque sus clases políticas la sufran menos.

El nacionalismo, también el vasco pero sobre todo el catalán, tiene una fama inmerecida de sensato, de dialogante, de buen negociante, prudente y comedido. Esa fama ha causado incluso división de opiniones en el PP catalán (dejemos descansar por ahora al vascongado), de manera que Jorge y Alberto Fernández Díaz y Alicia Sánchez Camacho creen o han creído que pese a todo el partido de Pujol, Durán y Mas, pese a su currículum, podría aliarse solventemente con el PP, mientras que Alejo Vidal-Quadras, quizá por ser catalán de nacimiento, origen y cultura familiar, lo ve como un enemigo objetivo del núcleo de lo que el PP dice o decía defender. Entender este problema requiere conocer el catalanismo y el uso que de él se hace, y para eso ningún instrumento mejor que este libro de Horcajo, además de tantos de sus programas.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 17 de mayo de 2013, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/envolverse-senyera-para-robar-carteras-todos-128931.htm