Por Pascual Tamburri, 24 de mayo de 2013.
El Príncipe de Asturias representa el único futuro posible de la monarquía en España. Tras los errores de su familia, ya no puede haber más. Doña Letizia sólo puede ser un apoyo eficaz.
Los Príncipes de Asturias cumplieron el miércoles nueve años de matrimonio, un aniversario que ha llegado en el momento más difícil que ha vivido la Monarquía de Don Juan Carlos. De los que participaron en el cortejo real de aquella ceremonia triunfal en la catedral de la Almudena, la mayoría está experimentando en 2013 situaciones muy complicadas.
Separados los duques de Lugo, Jaime de Marichalar no se considera ya miembro de la Familia Real y la Infanta Elena está reconstruyendo su vida. Los duques de Palma están en el centro de la tormenta, imputado Iñaki Urdangarín y en el filo de serlo la Infanta Cristina, sobre cuyo matrimonio hay rumores amenazadores. Noticias nefastas más que rumores han afectado al matrimonio más importante de todos, el de los Reyes. Don Juan Carlos ha dilapidado, con accidentes, amistades peligrosas y negocios aún más peligrosos, una imagen positiva que él mismo con Doña Sofía había creado durante décadas.
Don Felipe y Doña Letizia, con sus hijas, son ahora mismo la parte más sólida y menos insegura de la dinastía y de la institución, una realidad que sigue siendo importante al menos mientras la Constitución siga haciendo del Jefe del Estado «símbolo de la unidad y permanencia» de España. El Príncipe ha sido educado desde su nacimiento para serlo y está tan bien preparado como jamás pueda estarlo para reinar. La Princesa, elegida por él por amor y rompiendo con muchas tradiciones dinásticas quizás obsoletas, ha demostrado ser una excelente profesional de la imagen y de la comunicación, y durante años ha reforzado la relación de la Corona con el pueblo y con los medios de comunicación.
Es evidente que Letizia Ortiz Rocasolano ha añadido a la familia reinante también no pocas dificultades, si se consideran su vida anterior con sus partes ocultas y las ocultadas, su familia y relaciones, sus vínculos directos e indirectos con malos amigos de la continuidad de la dinastía desde republicanos a políticos transmisores de sobres. A estos problemas personales, que ni son nuevos, ni eran desconocidos en el momento del matrimonio, ni en nada han menguado durante éste, se han añadido rumores sobre una difícil relación de pareja.
Hasta hoy y desde 2004, la Princesa de Asturias había sido un sostén para el Príncipe, a su vez báculo y sucesor de un Rey cada vez más débil en lo físico y en lo político. Pero ahora mismo corre el riesgo de restar más de lo que suma, porque Don Felipe, a quien nadie discute, no puede permitirse a su lado ni dudas, ni errores, ni rumores. El margen del que ha gozado su padre ya no existe. El Príncipe de Asturias está casi solo para liderar la salvación de la Corona. Y si no se garantiza que vaya a estar bien acompañado, será mejor que esté completamente solo, ya que quedan pocos monárquicos y aún menos juancarlistas. Se acercan tiempos nuevos.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 24 de mayo de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/letizia-arma-doble-filo-para-titanica-mision-principe-129091.html