Gibraltar, el gol que no cesa

Por Pascual Tamburri Bariain, 2 de febrero de 2013.
Publicado en La Gaceta.

Que el fútbol es a menudo política ya lo sabíamos. Sin descender a las bajezas recientes del Fútbol Club Barcelona, las batallas sobre un prado han tenido ya un siglo de consecuencias en las batallas de la propaganda. Quién podía negar en 1938 la grandeza de Italia, triunfante en 1934 y 1938 en la Copa del Mundo, y también en 1936 en el fútbol olímpico en Berlín. Bien lo sabía Sandro Pertini, con su calculado éxtasis ante las cámaras en el Madrid de 1982, donde él, precisamente él, adquirió una aureola patriótica en su país.

Gibraltar ya es miembro de pleno derecho de la UEFA. ¿Vamos a tener una colonia de Isabel II jugando las Eurocopas y de los Mundiales? La clave no es si el Peñón es o no es un Estado, porque hay equipos de regiones sin Estado jugando en las competiciones internacionales. La verdadera cuestión es si una parte de España (que es lo que legalmente Gibraltar es, a todos los efectos) puede participar en competiciones internacionales sin permiso de la Federación española.

¿Gibraltar es España? Ese estratégico territorio es posesión británica en suelo español. Los hoy gibraltareños son resultado de la inmigración colonialista de los siglos siguientes al XVIII. Si Gibraltar –territorio español, colonia y base británica, población multiétnica- desea jugar al fútbol puede tener su propia Liga, o jugar en la inglesa, o hacerlo en la española. Pero en las Copas nacionales no, por la misma razón que no pueden ni podrán hacerlo ni Cataluña, ni Cuenca, ni Calasparra. Y aceptar otra cosa es un gol por la escuadra, un golazo político hacia fuera (porque Gibraltar sólo puede ser colonia o ser descolonizado a España), y hacia dentro (porque ninguna parte de España puede pasear bandera por los estadios del mundo). Y lo de menos es que ni tengan un estadio con césped.

Por Pascual Tamburri Bariain, 2 de febrero de 2013.
Publicado en La Gaceta.