Darwin es más escandaloso que nunca, y sigue sin respuesta

Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de junio de 2013.

Un simio está hoy más protegido que un embrión humano. Mientras, la arqueología, la genética y la filosofía intercambian argumentos para entender qué es humano, cuándo y por qué.

Carles Lalueza-Fox. Palabras en el tiempo. La lucha por el genoma neandertal. Crítica, Barcelona, 2013. 208 pp. 22.90 €. E-book 15.99 €


Francisco J. Ayala. Grandes cuestiones. Evolución. Traducción de Joandomènec Ros. Ariel, Barcelona, 2012. 208 pp. 16.90 €. E-book 11.99 €

Una de las modas ecopacifistas más recientes e intensas ha sido la protección de los primates. Sin duda algo bueno, al menos visto en abstracto. No tanto en concreto: a día de hoy una cría de chimpancé tiene más protección legal en nuestro país que un embrión humano, y por desgracia no es una boutade. Pero hay de fondo una cuestión apasionante, que se plantea una y otra vez en los tres últimos siglos y a la que no hemos logrado dar una respuesta ampliamente convincente, ya que no definitiva. ¿Qué es humano y qué no lo es? ¿Dónde están los límites cronológicos y taxonómicos de lo humano, y sobre todo cómo se justifican?

Carles Lalueza-Fox ha entrado con autoridad en ese campo aportando desde España elementos científicos que sin duda interesan al conjunto de los investigadores, y que revolucionan algunos de los fundamentos durante décadas considerados intocables de la antropología. Los restos considerados de neandertales eran considerado demasiado antiguos e insuficientes para extraer de ellos un genoma completo; Lalueza-Fox ha conseguido, colaborando con laboratorios y expertos de distintos países, esa proeza en sí misma brillante y que hace honor al nivel alcanzado por algunos departamentos y equipos de la Universidad española. Las buenas intenciones de unos precursores, las manipulaciones de otros, los deseos incumplidos del padre Teilhard de Chardin tienen ahora más fundamento. Aunque no necesariamente más justificación.

Lalueza-Fox y su generación de investigadores –ya no sólo arqueólogos y paleontólogos, también biólogos y bioquímicos- han cambiado completamente las bases sobre las que descansaba nuestro conocimiento del pasado remoto, paleolítico por supuesto, de la humanidad. ¿De qué humanidad? Al menos de tres de ellas simultáneamente en el Viejo Mundo hace entre unos 400.000 y unos 30.000 años: los humanos modernos en África, los neandertales en Eurasia y los denisovianos, con un genoma distinto, sólo en Asia. La existencia de los tres grupos, su hipotizada coexistencia y su posible ya que aún no probable cruzamiento obligan a redefinir todo lo que ya se creía sabido sobre la llamada evolución de las especies, y más aún sobre qué ha sido y es un humano. Y en esta tarea Crítica con Lalueza-Fox abre al público en general un campo en el que lamentablemente la mayoría carece aún de la información científica más actualizada. Que puede no bastar para cerrar la cuestión, pero sí debería ser suficiente para tratarla con fundamento.

¿La evolución define la identidad humana y hace todo relativo?

Francisco Ayala ha sido profesor en Estados Unidos muchos años, y ofrece en este resumen de sus ideas básicas sobre la evolución una respuesta a las cuestiones socialmente más significativas, incluyendo las relativas al origen e identidad de lo humano. Ariel sigue así interesándose por la evolución, que es materia de interés público creciente pero sobre la que la mayoría de los ciudadanos de a pie carecen de formación más allá de un puñado de lugares comunes. Aparte de la absoluta primicia de Carles Lalueza-Fox, Crítica ha editado en 2012 El mono estresado de José Enrique Campillo Álvarez y El precio de la inteligencia, de Jordi Agustí, Enric Bufill y Marina Mosquera; y la misma Ariel traduce y publica, como extensión práctica y distendida, Darwin en el supermercado, de Mark Nelissen.

Pero todo este volumen de información más o menos novedosa y de opiniones casi siempre susceptibles de ser polémicas necesita un fundamento científico sólido. Ya casi ni se trata de estar o no de acuerdo con el doctor Ayala, sino ante todo de compartir con él una lista de cuestiones dignas de ser estudiadas, investigadas y debatidas, antes por los expertos que por la población en general. Las veinte cuestiones sobre la evolución que Ayala nos ofrece aquí pueden sin duda recibir otras respuestas –y no hay que cerrarse a que las reciban, como bien nos enseña la historia de los tres últimos siglos- pero no cabe duda de que son grandes y graves cuestiones que no podemos permitirnos dejar sin contestar.

La discusión sobre la identidad, la inteligencia y el origen humanos, por ejemplo, es tan vieja como Occidente. Puede que Darwin abriese algunas puertas adecuadas, pero seguro que no las cerró. Y aunque el cuestionario del profesor Ayala sea muy interesante y didáctico para los que no tenemos formación experimental avanzada, e incluso si maneja toda la información adecuada disponible, sus conclusiones ni tienen por qué ser las únicas posibles hoy ni son las definitivas para mañana. Conviene por tanto colocar las ideas personales de Ayala y su formación post clerical a un lado, y al otro dejar abiertas todas las posibilidades para que los investigadores de hoy y del futuro den sus respuestas en plena libertad y en mejor formación e información. Al final, la verdadera cuestión es más filosófica que genética –salvo que demos por buenas muchas de las peores cosas del racismo biológico-, y consiste en definir y decidir qué es humano y qué no lo es, y en consecuencia de dónde venimos y dónde vamos. Lo que no es precisamente poco.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 30 de junio de 2013, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/darwin-escandaloso-nunca-sigue-respuesta-129834.htm