Por Pascual Tamburri, 22 de agosto de 2013.
Para conquistar Navarra, la mejor cabeza abertzale propone que el nacionalismo se haga ‘genuinamente navarro’. Para vencer con la ayuda de sus supuestos enemigos. Que no lo son.
Patxi Zabaleta, histórico líder y defensor de Herri Batasuna, fundador de Aralar y reorganizador del nacionalismo vasco al menos en Navarra, cree que Bildu –la sigla que reúne a la otra parte de la izquierda abertzale- debe presentarse ante el electorado como algo «genuinamente navarro«. Este análisis, mal entendido por sus propios amigos y por muchos de sus supuestos enemigos, es perfectamente lógico y se basa en la realidad. Claro que a veces, nacionalistas y antinacionalistas por igual, prefieren olvidarse de la realidad política y social y limitarse a defender sus prejuicios atávicos, o sus cargos, o sus beneficios y prebendas de todo tipo.
Un poco de vaselina foral, por favor
Lo que Zabaleta propone es que el independentismo vasco abandone su imagen, quiérase o no, «antinavarra» para muchos navarros. Que los abertzales sean los más navarros de los navarros, los más navarristas de los navarristas, los más navarreros de los navarreros, y que den por buenas las farándulas, invenciones y bobadas, los símbolos, actos y vínculos de los navarristas y los incorporen al nacionalismo vasco en vez de tenerlos enfrente. Detrás de eso hay muchas verdades frecuentemente olvidadas.
La primera y fundamental es que Navarra es esencial en todo proyecto nacionalista vasco de todo tipo. Navarra es la meta histórica anhelada por generaciones, y su incorporación no sólo merecería cualquier sacrificio sino que legitimaría cualquier otra concesión que haya que hacer, por complicada que sea, en futuras negociaciones. Navarra proporciona a un proyecto secesionista espacio, dimensiones, quizá una legitimación histórica si se manipula la historia debidamente. Y conseguir Navarra permitiría crear entre todos los abertzales una ilusión y una unidad que ahora mismo no existen.
Pero además, en el fondo, ¿qué significa presentarse como «genuinamente navarro«? Usar la banderica de Navarra (sí, esa que es más moderna que la ikurriña y que nunca ha sido bandera de ningún reino) ya lo hace y cada vez más el nacionalismo. Usar menos la ikurriña y los símbolos de origen jeltzale no será un gran sacrificio para los independentistas de base marxista. Los mismos nacionalistas, todos ellos, saben que para romper el cascarón y conseguir llegar a ser mayoría en Navarra tienen que crear confianza en vez de miedo o rechazo en la mayoría social natural de Navarra. Por las malas podría llegar a caer, pero es tiempo de zalamerías, de suavidades y de vaselinas, como bien sabe Zabaleta en sus relaciones con los partidos constitucionalistas. París bien valió una Misa, Pamplona bien vale un escudito, y Zabaleta tiene razón. Ya veremos qué caso le hacen, espero que poco.
Naturalmente, lo que hace enteramente lógica la propuesta de Zabaleta a los suyos es lo que se ha venido haciendo durante treinta años en la Navarra no-nacionalista. Los abertzales nunca han sido antinavarros, simplemente creyeron que podían combinar su presencia social minoritaria en Navarra, más la fuerza, más la presión institucional desde la región autónoma vecina para conseguir la incorporación sin modificar su retórica, sus programas y sus símbolos nacionalistas vascos. Y frente a ellos, regionalistas navarros y socialistas por igual, se hicieron todos los esfuerzos –bueno, ni siquiera todos… pero algunos- para «defender Navarra como comunidad diferenciada«.
¿Qué era eso? Suponer que un fuerismo identitario, navarrista, navarrero y navarroso cuanto se quiera, era el enemigo invencible para el vasquismo. Si hacía falta educar a la población en una versión ficticia de qué es un fuero, o en una interpretación pintoresca de la historia provincial, incluyendo cuentecillos folklóricos, o sacralizar tradiciones que no eran tales, símbolos de ayer y no de siglos, y prescindir de España, se hizo. Así que Navarra se hizo más navarrista que nunca de un navarrismo autocomplaciente, la mayoría de la población se adaptó cómodamente a la cosa y desde Madrid hasta les reían la gracia. Ahora bien, ¿qué pasa si el nacionalismo vasco rompe sus límites haciéndose más fuerista, más navarro, más localista que nadie y acepta como propios esos símbolos y autorrelatos supuestamente destinados a detenerlo? Habrá que buscar nuevas definiciones, o simplemente rendirse, a lo que muchos ya parecen dispuestos.
Para que no metan a Navarra, nuevas barreras y algunas ayudas inesperadas
El peor enemigo de ese posible avance del nacionalismo vasco en Navarra es… el mismo nacionalismo vasco. Manifiestamente, a una parte de los abertzales le cuesta mucho el cambio estético y verbal que Patxi Zabaleta propone. Están contentos con su porcentaje en Navarra y con tener su parte «segura» de la sociedad navarra, y esperan llegar al poder, y a la anexión, sin eso que perciben como «renuncias». En el contexto actual, además, su porcentaje y peso crece pese a sus divisiones, y les cuesta entender por qué deberían envolverse en la bandera roja de Navarra, porqué no pueden llevar a todas partes e imponer en todas partes la bandera de los hermanos Arana y el idioma que, guste o no, en Navarra va a seguir siendo minoritario y, sea haga lo que se haga, una lengua en retroceso como lengua materna natural. Seguramente Zabaleta ve más allá, piensa en un 50% y no en un 15%, pero será difícil que todos los suyos entiendan que su verdadera victoria será poderse presentar como los defensores de Navarra ante la mayoría de los navarros, salir del gueto, rebozarse en fueros, en derechos y en tradiciones, aprovechar la inestimable colaboración de décadas de regionalismo y ganar a Navarra para el nacionalismo sin parecer nacionalista. Ser ellos y no sus enemigos los que digan esa exitosa sandez de que «Navarra es Navarra«.
El nacionalismo es además una familia, y cuesta esconder u olvidar a los que muchos han considerado ´héroes´ hasta hace poco. No se puede ser el más navarrista ante la mayoría de los navarros si sigue siendo jaleado en el Baztán el etarra Valentín Lasarte, asesino de Gregorio Ordóñez y otras seis personas, al menos. Pero por la misma razón no se puede ganar el corazón y el voto de esa mayoría de navarros si se trabaja junto a Vicente Nazábal, que asesinó a Jesús Ulayar en enero de 1979, cuando paseaba por Echarri Aranaz junto a su hijo de 13 años. Y eso demuestra que ni siquiera Zabaleta es aún enteramente consecuente con su plan de navarrización, casi como los vocingleros jóvenes y no tan jóvenes que desprecian como «traidor» al líder de Aralar.
Los grandes proveedores externos de vaselina para este plan nacionalista han ido quedando desacreditados sucesivamente, y ese es un problema mayor para vender las bondades del vasquismo en Navarra, o para fagocitar un navarrismo previamente castrado. Desde un punto de vista práctico, los abertzales deben mucho a la UCD y a sus políticas de amable contención, y en general a todas las defensas de Navarra pretendidamente basadas en la lealtad constitucional, la moderación, la suavidad y la comprensión. Zabaleta entiende que quien gana intercambiando visitas con Antonio Basagoiti en la sede del PP es él y es el nacionalismo vasco, nunca será el PP ni mucho menos el patriotismo español. Por eso mismo, Zabaleta sabe que la Disposición Transitoria Cuarta de la carta de 1978, aunque rechazada por los abertzales, es hoy y nació ya entonces como concesión al nacionalismo, como puerta extraordinaria de acceso a Navarra en la que una simple mayoría en la provincia bastaría para hacer realidad un sueño. Extraña por tanto que los abertzales se ensañen en el Parlamento de Navarra con el expresidente y exdiputado del PP Jaime Ignacio del Burgo tratando de que explique su aparición y la de Calixto Ayesa (sea por su consultica sea por las deudas centristas) en las cuentas de Luis Bárcenas; o con Miguel Sanz y sus leales (de ayer y de hoy, del PSOE y de UPN) a cuenta de la CAN y de otros triunfos empresariales. Al fin y al cabo, es gracias a estas opulentas décadas de políticas centristas y navarristas que Bildu y Aralar-Nabai no se encuentran ya frente a una mayoría social concientemente españolista y foral, y lo que menos les interesa es que el navarrismo cambie, se depure y regenere antes de tiempo, por viejos o nuevos caminos que eviten esta vía de entrada para el nacionalismo que ha demostrado ser el navarrismo light y no patriótico, como ya en su momento advirtió la nunca suficientemente llorada AFN.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 22 de agosto de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/vaselina-barcenas-cabeza-miserias-meteran-130752.html