Defienda bien la identidad ‘anticatalana’

Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de agosto de 2013.
Publicado en La Gaceta.

Artur Mas espera terminar el verano de 2013, tras su carta de julio a los Reyes Magos, dando un paso más en su plan de secesión. A la manipulación ya rutinaria de la historia de 1714 en la ‘diada’ del 11 de septiembre se suma un simposio propagandístico “España contra Cataluña”. Y es que para el nacionalismo catalán el objetivo es claro: convencer a los catalanes, al resto de españoles y al resto del mundo de que Cataluña es como ellos dicen y de que sus raíces se hunden en un pasado que es como ellos lo cuentan. Gracias al control totalitario de la cultura y la educación lo han conseguido en su región y gracias a la ayuda de la izquierda y a la fláccida indolencia del centro lo han conseguido en las demás.

Hay quien defiende la identidad española de Cataluña con argumentos de interés. Parece hasta gracioso, ir a contar a unos que creen ser un pueblo diferente con una voluntad ‘oprimida’, de que “siguiendo en España vivirán mejor”. Aunque la independencia suponga un desastre económico, menos PIB, peores condiciones de vida, menos renta. ¿Y qué? El nacionalista se distingue porque está dispuesto a sacrificar el interés individual por el bien de su nación. Los argumentos de interés económico dicen mucho del avance de la visión del mundo liberal-capitalista y social-progre en España, pero no sirven contra el nacionalismo. Y son un arma peligrosa: ¿el día que se demuestre que viviendo en un Estado independiente vivirán mejor, cosa que ellos ya creen, entonces sí será aceptable la ‘decisión’?

Otros defienden la hispanidad de Cataluña con argumentos de Derecho positivo. Poca cosa, aunque a los políticos profesionales les parezca un mundo. Si Cataluña es España porque lo dice una Ley, de cualquier rango, basta cambiar la Ley (o la Constitución) para que deje de haber argumento. A esto se responde a veces diciendo que ‘el Gobierno, las Cortes y los Tribunales nunca consentirán la secesión’. ¿Por qué? Si inventaron la palabra ‘nacionalidad’, si se arrastraron ante inexistentes derechos históricos, si tragaron el Estatuto, si negociaron en Argel unos y en Zurich otros, ¿por qué no van a modificar ‘el marco constitucional’ en esto?

Aún otros aducen la voluntad mayoritaria de los catalanes para defender que Cataluña siga siendo España. ¿Cataluña es España porque los catalanes quieren? La verdad es que no; será bueno que los catalanes de hoy quieran, pero no han sido educados para ello. La voluntad democrática será políticamente tan importante como se quiera. Pero no hay un derecho a la secesión, pues aunque todos los españoles lo digan seguirá sin ser verdad la identidad inventada por el nacionalismo.

Cataluña es España al margen de cualquier interés material, independientemente de la voluntad de políticos y de masas y por encima de cualquier ley. Por eso la verdadera batalla de ideas se da en los argumentos ‘objetivos’ del nacionalismo, que no son tales: raza, lengua y sobre todo historia. No hay equidistancia, y Mas lo sabe bien. Antes de existir la palabra ‘catalán’ ya existía una comunidad histórica española. España es antes que cualquiera de sus partes. Por eso, con o sin crisis y corrupción, estamos ante una gran crisis nacional de la que no saldremos sin dolores y cambios.

Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de agosto de 2013.
Publicado en La Gaceta.