La crisis de lo intelectual: la verdadera crisis de España

Por Pascual Tamburri, 16 de septiembre de 2013.

Para los políticos la crisis es económica y sus soluciones también. Sólo algunos analistas radicales se atreven a decir lo evidente: es una crisis de mentes, principios y cultura.

Me entristece comprobar cada día cómo nuestros responsables de la cultura y de la educación, ayer como hoy, viven satisfechos de la miseria que presiden y de la que son en gran medida responsables. Nuestra crisis, antes que de economía o de empleo, es de formación y de orientación. Esta comunidad no conoce su identidad ni su rumbo. Por eso me alegra ver cómo una pluma joven como la de Daniel Priego Lacosta rompe moldes.

´A veces recuerdo mi época de estudiante. Reconozco que nunca he sido un estudiante notable. Mis notas eran medias tirando más bien a justas y mis resultados académicos se medían en el interés personal que me suscitaba cada una de las asignaturas. A veces tenía interés, pero no me esforzaba o no captaba la esencia o simplemente no estudiaba. De aquellos años me llevo las clases de griego, latín e historia del arte, pero hay una que ahora hubiera querido haber prestado más atención y nunca lo hice. Fue filosofía. Nunca entendí el valor de esa asignatura que pasa fugazmente en un curso en el que apenas da tiempo a asimilar las cosas. Engulles, engulles y finalmente lo vomitas todo en la selectividad, lo hayas digerido o no. La suspendí y me quedó para septiembre junto con historia de España e historia de Navarra. Recuerdo que lo único que entendía, o quizá me esforzaba por entender, era Platón, Santo Tomás, vagamente Marx y potencialmente Ortega y Gasset. Por aquel entonces ya advertía la ausencia de autores españoles dentro de la materia, pero era algo que no cobraba importancia. Simplemente era un hecho´.

´Al poco decidí estudiar Filología Hispánica y en los dos años que estuve pude descubrir y en algunos casos más bien redescubrir algunos autores españoles que sin duda han dejado una gran huella en la literatura a nivel nacional e internacional. Recuerdo redescubrir a Leopoldo Alas. Había intentado leer La Regenta apenas cuatro años atrás. Me avergüenza reconocer que no llegué a pasar de la tercera página. No entendía el libro y no era capaz de reconocer aquella obra de arte. Cuatro años más tarde en una clase donde el profesor nos hablaba sobre el papel del autor como abstracto y como concreto en la literatura nos puso un fragmento de la obra que no pude digerir en otro tiempo. Una absoluta y genuina obra de arte se abría paso ante mis ojos y explotaba en mi cerebro impregnándolo de aquella majestuosidad que obvié desde el principio, no por ignorancia, sino por falta de recursos. Algo no tan significante, quizá me ocurrió con otros tantos autores. En concreto recuerdo las clases de literatura medieval como un galimatías lingüístico que no estaba a mi alcance. También recuerdo a Antonio Machado, quien ya había descubierto en etapa por la ESO, pero obtuvo otro enfoque´.

´Una de las clases que más cariño tenía y donde más disfrutaba sin duda era una asignatura optativa en la que básicamente hablábamos sobre teoría de la literatura. Descubrí a un grandísimo genio: Buero Vallejo. Su Historia de una Escalera fue sin duda ese pequeño empujón que hizo que amara el teatro en general y concretamente el español, como quien ama incondicionalmente y jura amor eterno a un amante. Aún no advertía las consecuencias de esa obra, pero entendí que el teatro es un arma muy significante y de doble filo que pasa desapercibida si no sabes mirar entre líneas. Seguí descubriendo autores, obras y temas que la literatura nos podría ofrecer: un sinfín de mundos donde la revolución se hacía desde fuera hacia dentro. El libro es la puerta que accede a ese ser rebelde dentro de ti que quiere descubrir´.

´Gracias a la literatura y años más tarde conocía otros artistas pertenecientes a otro tipo de disciplina no necesariamente con la literatura e incluso intelectuales de campos tan extraños y ajenos a mí como la medicina, por ejemplo. Volví a toparme con Ortega y Gasset, pero con otra perspectiva. Encontré a Ramón y Cajal, Dalí, Giner de los Ríos, Unamuno y un puñado generoso de autores, escultores, pintores y en general, rebeldes españoles que habían sacado su rebelde interior para que otros pudieran encontrar el suyo interior´.

´Mucho intelectual español, si duda, pero… ¿qué fue de aquellos intelectuales? ¿Qué nos queda todo aquello que se fue gestando hasta el s. XX? Únicamente nos quedan los recuerdos, la falsa promesa que nos dejan sus libros. Ahora no interesa que haya intelectuales, nadie quiere ser rebelde porque es más cómodo ser abducido por la caja tonta, por aquel esperpento telemático que nos devuelve una imagen reflejada en ese espejo cóncavo que Valle-Inclán nos había descrito decenios antes. Ser inteligente no está de moda, no está de moda pensar ni llevar la contraria. Quizá el lector orgulloso que lea estas líneas se sienta ofendido con estas palabras e incluso imagino cuáles pueden ser las excusas que proclame para intentar salvarse, pero no, querido amigo. La mayoría de nosotros nos encontramos inmersos en una espiral que nos lleva a un único camino´.

´Sí, es posible y de hecho por el bien cultural de este país hay gente que se interesan y promulgan la cultura, pero hay otra muchísima más que promulga la pseudo-cultura o la cultura del pop que se basa en los términos capitalistas: cultura es igual a consumo. La pseudo-cultura es aquella que te venden por los ojos, que compra la masa y que pasa a ser un aspecto común de toda la población. No hay elección, no hay ningún tipo de proceso artístico en la mayoría de los casos, porque hay que vender y hay que crear algo rápido y sencillo para que la sociedad de burros compradores no tenga que pensar demasiado. Todo está mascado y no hay más que hacer. En España lo intelectual murió progresivamente el día que la censura y el miedo se apoderaron del pueblo. Un pueblo inculto, obviamente, es más fácil de manejar y cuanto menos se pregunte más manejable será, y como consecuencia España, pueblo inculto y maleable, es un pueblo con una crisis cultural como no la ha conocido antes. No somos conscientes de ella, porque la memoria es muy frágil, pero por desgracia hasta que no sanemos este mal y lo eliminemos de raíz de este país, nuestra España será una España destinada a lo cochambroso y mísero´.

Daniel Priego Lacosta

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 16 de septiembre de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/crisis-intelectual-verdadera-crisis-espana-131114.html