Por Pascual Tamburri Bariain, 20 de octubre de 2013.
Publicado en La Gaceta.
La crítica más extendida contra la nueva Ley educativa, crítica que comparten los sindicatos más subvencionados, los partidos más extremistas, los docentes que hacen propaganda de sus opiniones marxistoides en clase y los alumnos que esperan tener un día más de holganza, es que la LOMCE “ha sido aprobada sólo con los votos del PP”. Parece que la conciencia democrática es reversible, que las mayorías populares valen sólo si coinciden con las ideas progres o nacionalistas, y la democracia es sólo tal si el resultado coincide con lo políticamente correcto. Especialmente, claro, si hablamos de educación y cultura.
Lo políticamente correcto es proclamar, como hacen muchos medios de comunicación y muchos representantes oficiosos y hasta oficiales de los afectados, que “la enseñanza pública no quiere resignarse y seguirá luchando para impedir que esta normativa se ponga en marcha el próximo curso”. Y para tan altos fines convocan, todos juntos de la mano, una huelga nacional y muchas manifestaciones el jueves 24 y más días de esta semana. La idea que se transmite es, con muy pocos matices, sólo una: la LOMCE es mala para la educación española y es ilegítima de origen, y hay “mil razones” para luchar contra ella o contra la política educativa del PP, siendo legítimo todo lo que se haga, empezando por las huelgas, para detener los planes de Wert. Precioso.
El problema es, claro, que señalar los defectos educativos de la LOMCE rechazándola de plano implica dar por buena, o al menos por mejor, la situación actual. Así que hemos de suponer que, más de veinte años después, nuestros huelguistas y manifestantes creen que la LOGSE (hijuela de la LODE) y la LOE (su nieta vigente) han creado una educación española mejor que la que había antes y mejor que la que puede nacer de la aplicación de la LOMCE. Que crea eso un político, un astronauta o un abuelo en su residencia, alejados de las aulas desde hace mucho, puede ser comprensible. Que lo crean los maestros y profesores que la viven, las familias que la pagan y los alumnos que la van a pagar el resto de sus vidas es un ejemplo mejor que la mayoría de prejuicio propagandístico e ideológico.
Tengo ante mí un manifiesto convocando la huelga escrito por alumnos de Bachillerato formados en la LOGSE y en la LOE, hijos preclaros del sistema en cuya defensa se movilizan. A pesar de haber sido advertidos por sus inspiradores, “la Federación…convocan” (sic), las “reválidas” y muchas formas verbales han perdido para siempre sus tildes, se dice “intenerarios” (sic) y los colegios tendrán “subención” (sic). Al margen de que los alumnos no pueden hacer huelga sino que como mucho, siempre que la Dirección acceda –y no tiene por qué-, pueden no asistir al Centro en ciertas condiciones, más allá de cierta edad y con ciertos límites, en la misma convocatoria nos muestran, y sólo tímidamente, el brillante resultado académico de dos décadas de estos principios educativos. No diré yo que la LOMCE sea excelente, porque peca de pacata, pero si ustedes quieren más de lo que tenemos luchen contra la reforma, y de paso contra la ortografía. Eso sí, que nadie se queje luego de lo que tiene en clase o en casa el resto de su vida.
Por Pascual Tamburri Bariain, 20 de octubre de 2013.
Publicado en La Gaceta.