Por Pascual Tamburri, 5 de noviembre de 2013.
Hace un cuarto de siglo se hundió el bloque soviético. Terminó así el siglo XX, con su sangre, su horror y su decadencia. Pero ¿lo hacemos mejor en este siglo XXI?
El historiador marxista Eric Hobsbawm definió el siglo XX como «el siglo breve», y en efecto lo fue en cierto sentido. Aunque para todos los que seguimos a Dionisio el Exiguo el siglo empezó al terminar 1900 y terminó al empezar 2001, el siglo en términos políticos, sociales, culturales y económicos arrancó en 1914 y se cerró en 1989. Nada es igual después de empezar la Primera Guerra Mundial, y nada pudo ser igual después de caer el Muro de Berlín. Otra cosa es que esos cambios totales y en todos los frentes hayan sido especialmente buenos para España, para Europa y para eso que antes llamaban, pobres ilusos, la civilización cristiana.
Muy pronto vamos a conmemorar el centenario del comienzo de ese siglo XX y los 25 años de su fin. En julio de 1914 (más de 99 años ya) la crisis de Sarajevo liquidó el sistema de poder que había garantizado la extensión del régimen industrial burgués conservando a la vez partes de las formas y del fondo de la vieja Europa. La Europa de Jorge V, Guillermo II, Francisco José y Nicolás II era aún, en gran medida –o creía y quería serlo- la Europa de Metternich, y desde luego la de Bismarck. La Europa de Lenin fue otra cosa, la misma Europa de los benéficos Stalin, Kruschev, Breznev y Gorbachov, y de sus admiradores y aliados impunes. Una Europa encasillada entre el socialismo real, el capitalismo total y sus fallidas alternativas. Una Europa que empezó el siglo como emperatriz del mundo y lo terminó como decrépita decadente.
Lo que empezó a hundirse en Sarajevo en 1914, expresó su primera forma ideológica en Versalles en 1919, con la extensión universal de la democracia y del derecho de autodeterminación de los pueblos, con tan magníficas consecuencias. A eso se añadió, poco a poco, todo lo que ha definido el siglo XX. La imposición del capitalismo con centro en Estados Unidos en medio mundo, y por extensión del comunismo en el otro medio, se concreta en Bretton Woods en 1944. La división del mundo entre dos potencias y dos sistemas, con exclusión y humillación de Europa, en Yalta en 1945, que lleva luego al fin de los imperios europeos y la extensión al mundo de los problemas occidentales. No sin razón Andreas Hillgruber llamó a ese proceso que marcó el siglo «La destrucción de Europa» .
Estamos también a casi 24 años del 9 de noviembre de 1989 en Berlin, el fin simbólico del sistema soviético. Francis Fukuyama creyó que con eso en el mundo quedaba como siempre y para siempre el capitalismo sin alternativa, confundiendo el fin del comunismo con el fin de la historia. En estos años hemos visto cómo, efectivamente, el siglo XX terminó, pero con él no terminó la historia. En el curso 2013-2014 tendremos que explicar –en la medida en que la nefasta Logse de 1990 y sus secuelas lo permitan- la razón que tenía don Ángel Martín Duque en sus inolvidables clases de los viernes de aquel año, al explicarnos cómo la historia continuaba y Europa seguía viviendo, aunque fuese cambiando. No sabemos si el siglo XXI será breve o no, pero eso seguirá siendo verdad y veremos cosas que habrían sorprendido a nuestros pobres abuelos.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 5 de noviembre de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/todo-espana-europa-perdieron-siglo–131990.html