Por Pascual Tamburri, 11 de noviembre de 2013.
Osasuna se hunde. Un club arruinado, en puesto de descenso, no paga sus impuestos. Saca a jugar a un juvenil de un grupo ultra proetarra. Se gasta el dinero en euskera. Y le ríen la gracia.
14.654 espectadores pudieron contemplar el 8 de noviembre la derrota de Osasuna ante el Almería, en la decimotercera jornada de Liga. Los andaluces van hacia la salvación, los navarros hacia el descenso. Al menos por ahora. Pero los tres puntos no fueron la noticia del día, porque en Pamplona por desgracia vuelve a mezclarse fútbol con intereses políticos, y no precisamente de la política más deseable ni limpia.
El escándalo, bastante más allá de lo deportivo, es que el entrenador pamplonés Javier Gracia llamó al juvenil de Osasuna José Manuel García Maurín a jugar como media punta con el equipo. Y este José García no es cualquier cosa; reclutarlo es toda una señal de dónde quiere ir, o de qué no quiere evitar, la dirección del club. Mala, muy mala cosa, aunque en los minutillos que salió al césped el muchacho no lo hiciese peor que los demás, algo no difícil dado el entorno.
Una «Josemanía» artificial, politizada, violenta y peligrosa
José García Maurín procede de una larga vinculación a los Microbotas, una facción juvenil del grupo abertzale de extrema izquierda de hinchas Indar Gorri. Son ya décadas de violencia, destrozos, vandalismo, apoyo a ETA y Batasuna, promoción y reclutamiento, eso por no hablar de su vida cotidiana también violenta y no precisamente limpia por bares, bajeras y calles de la capital navarra, y en los desplazamientos. Esos Indar Gorri, sus acólitos juveniles y sus amigos del graderío sur del viejo Sadar desplegaron una pancarta en la que podía leerse: «De sentir unos colores a cumplir tu sueño. Zorionak Jose«. ¿Y qué colores serán? ¿Los del club navarro? ¿O los de la ideología independentista y marxista de esa parte de la hinchada, violenta y radical?
El mismo canterano Jose García Maurín, que debutó con 16 años y 199 días, ya hace 10 años apareció en El Día Después «fuera de sí animando sin camiseta a Osasuna en las gradas de El Sadar en un partido contra el Athletic«. Era 2004, y volvió a aparecer en 2011 en las televisiones, cuando ya no cabía excusarse en la inocencia de la infancia. Hasta la temporada pasada era uno de los líderes de los Microbotas e «iba siempre a las reuniones y a las comidas de Indar Gorri«. Ahora cuida más su imagen y no siempre se deja ver entre los radicales del Sadar, pero tanto él como el entrenador Enrique Martín y la dirección de Osasuna saben perfectamente quiénes son los Indargorri, con sus discípulos Botas, Microbotas y Minibotas, grupos estructurados de hinchas violentos abertzales, consumidores notorios de varios tipos de sustancias y protagonistas desde siempre de altercados, peleas, palizas, amenazas, a veces relacionadas con el fútbol (contra otras hinchadas o contra osasunistas de diferentes ideas) y a veces simplemente al servicio de una ideología política de ultraizquierda.
Microbotas, grupo violento radical, muy poco «deportivo»
Admirables y ejemplares aficionados, que pegan y amenazan a chicos y chicas de su edad, que participan en otro tipo de actividades políticas radicales y siguen la estela de Indar Gorri. A todo esto: ¿puede presumir de espíritu deportivo, apolítico, osasunista y navarro un grupo que se llama «Fuerza Roja»? Ya se sabe que los hooligans son malos sólo si no son comunistas o batasunos, y si lo son hay que premiarlos y aplaudirlos.
Quien necesite más información sobre estos jóvenes amantes del deporte (de deporte de la violencia, se entiende), encontrará datos contrastados y escandalosos en informador.org. Cómo será la cosa de lamentable que después de alguna pelea especialmente violenta hasta una parte de Bildu se desmarcó en público de sus polluelos… un ratito nada más. Técnicamente, como Osasuna los ha amparado y como el Gobierno, el Ayuntamiento y los medios de comunicación locales, por evitar «mala imagen» evitan entrar en el asunto y hasta les ríen las gracias, aún no cabe imputarles un delito de pertenencia a organización o grupo criminal, aunque sí puedan ser detenidos y sancionados por actos concretos ilegales de todo tipo. Aún los Cuerpos policiales no han ido demasiado adelante en sus investigaciones, seguramente guiados en esto por los políticos y la prensa burguesa.
Osasuna quiere compensar su ruina económica y deportiva con una «Josemanía«, pero la verdad sigue siendo que en ese grupo junto a su «dinamizador» hay jóvenes con antecedentes penales y policiales de distintos tipos, ya desde el chupinazo de los Sanfermines de 2010. Dos grupos de medio centenar de radicales, organizados y con experiencia de violencia en el estadio y fuera de él, con tinte futbolero y contenido político, ¿son una buena inversión para un club con tantos problemas?
La promoción de José García Maurín puede entenderse como un aplauso a todo ese mundo ajeno a la tradición osasunista, a la convivencia cívica y, manifiestamente, a la Navarra foral y española. Por eso sorprende, junto al aplauso de los dirigentes del equipo, el silencio cómplice de las autoridades públicas y de los Diarios navarros, el de Huarte pero también el de Cordovilla, ¿un gesto de populismo fácil para conservar simpatías entre los aficionados? Ya ha habido lesiones, robos, pintadas con emblemas de ETA y de los SHARP, enfrentamientos con grupos de inmigrantes jóvenes, heavies y punkies. Pero cuando 30 jóvenes cercanos a este grupo atacaron supuestamente a clientes de un bar de Pamplona «armados con palos, navajas, puños americanos y sprays de pimienta», encapuchados y con «botellas vacías y barras de hierro«, la respuesta de Osasuna fue que «mientras el club no reciba una comunicación oficial de un estamento oficial, no puede tomar una decisión porque todo el mundo goza de la presunción de inocencia y más los menores«. Y todos callan.
Quien calla, otorga. Otorga mucho si el aplauso lo recibe un adolescente varias veces cambiado de Instituto con «decenas de expedientes disciplinarios», capaz de «amenazar de muerte a una profesora y a varios alumnos», denunciado, sancionado, trasladado. La Policía Foral los clasifica como «un grupo de extrema izquierda«, lo que parece incluso muy moderado si vemos los hechos. ¿Osasuna quiere un modelo así para su futuro? ¿Los medios de comunicación y los políticos quieren aplaudir un expediente así y pagar a Osasuna por tenerlo?
Osasuna tiene otros problemas, y Navarra los suyos
Mientras el club se debate entre el fracaso deportivo y el crimen organizado, su presidente tiene otras preocupaciones. Al terminar el mandato de Patxi Izco quedó claro que el club debía a Hacienda al menos 45 millones de euros por impuestos no pagados (51 reconoció el tesorero Ángel Vizcay en la pasada asamblea). Osasuna ha recibido un trato privilegiado de las autoridades, que durante años olvidaron cobrar los impuestos y que al descubrirse el pastel han aplazado el pago en 10 años. ¡Menudo crédito fácil! Oiga, y ¿por qué un club de fútbol merece esa ayuda y las empresas navarras con problemas no? Pese a eso, en el fondo de la tabla.
Con Miguel Archanco Taberna de presidente Osasuna ha pedido, con insistencia y sin mucho disimulo, no pagar esos impuestos. Ya se sabe, «con Hacienda se estaba siempre en contacto«. Sería insólito que subiendo los impuestos y con el paro en alza se dedicase el dinero a ayudar a un club de fútbol en su fracaso. No hay espacio para un «rescate fiscal», ni para subvenciones, ni para que haya más subvenciones encubiertas vía contratos con entidades públicas: rojillos o rojos que sean, deben pagar. Sobre todo si van a usar el dinero de los impuestos de todos para estimular a los Microbotas y sus criaturas.
Claro que hay cosas más «importantes» en las que tirar dinero público regalado a Osasuna. Ya en su campaña electoral, Miguel Archanco prometió que «las comunicaciones con la masa social serán en bilingüe, porque nosotros buscamos la normalidad del euskera«. Y así, se gastó y se gasta un dinero sin precedentes en que la papelería y las comunicaciones del club sean también en vascuence. En Navarra, donde el 100% de los navarros conoce el castellano y el 83,1% de los habitantes es monolingüe castellanoparlante. De hecho, el euskera es menos conocido en Navarra que el francés o el inglés. Y quizá pronto haya que añadir el árabe. El euskera es una lengua navarra, por supuesto. Pero la «normalidad» en Navarra no es bilingüe, y Osasuna sólo puede proponerse serlo por algún interés político.
Ah, la política: quizá esté ahí la respuesta. Archanco quiere más euskera. Archanco promociona a José García. ¿Tendrán algo que ver las dos cosas? Si le importa más el vascuence que la quiebra o el descenso del club vamos bien. Claro que si Jose García Maurín es tan buen jugador como dice la prensa, él es la solución: pueden venderlo al Real Madrid y con lo que saquen pagar la deuda que tienen con todos los navarros. Y de paso vigilar bien a sus amigos.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 11 de noviembre de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/escandalo-osasuna-fracaso-economico-politico-deportivo-132117.html