Por Pascual Tamburri, 2 de diciembre de 2013.
Desde la derrota de 1914 y el sistema de Bretton Woods de 1944, Europa es económicamente una colonia. Faltan pocos detalles para que lo sea del todo. Y estamos en ello.
Los tumultos de Ucrania pueden hacernos reflexionar sobre los errores de nuestro propio camino hacia Bruselas y hacia Washington. España empezó 1986 con una gran ilusión y muchas esperanzas. La entrada aquel 1 de enero en lo que entonces se llamaba ´Mercado Común´ (la admisión de nuestro país en la CECA, el EURATOM y la Comunidad Económica Europea) supuso una victoria política para el PSOE de Felipe González y una explosión interna de consenso y alegría. El fin de las barreras económicas con nuestros vecinos garantizaba, según la versión oficial y las oficiosas, la prosperidad, el desarrollo y todas las venturas que imaginar cabía. A más libertad comercial, más riqueza, se creía.
Veintiocho años después lo que ahora llamamos ´Unión Europea´ tendrá veintiocho Estados miembros y habrá avanzado mucho más en el camino de lo que ahora se llama ´integración económica´. Lo que hay que preguntarse es si el precio que España ha pagado para llegar a este punto ha valido la pena, o qué luces y qué sombras ha tenido. Hay una buena razón, aparte de nuestra crisis política y económica, para revisar el proceso de integración: estamos a las puertas de una mayor integración económica con Estados Unidos, una mayor integración económica entre las dos orillas del Atlántico que se insiste en presentar como garantía de más libertad y por ende de más crecimiento. ¿Es eso así, y será gratis?
El presidente Barack Obama ha vuelto recientemente a remover las aguas de lo que hasta hace poco se llamaba TAFTA (TransAtlantic Free Trade Agreement) y ahora parecen preferir llamar TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership). Lo uno por lo otro, de lo que se trata es de acordar entre Estados Unidos y la Unión Europea la supresión de las barreras aún existentes a la libre circulación de bienes, servicios y capitales entre los dos grandes bloques comerciales. La UE es mayor en volumen que Estados Unidos, y en conjunto acumulan más de la mitad del PIB mundial, pese al crecimiento reciente mucho mayor de otros países y bloques.
De hecho, los aranceles y barreras tradicionales son muy bajos o casi no existen entre EEUU y UE. En la práctica, las mayores barreras prácticas son burocráticas, reglamentarias o jurídicas, como se lo puede explicar cualquier exportador norteamericano de carne hormonada o de maíz transgénico, o cualquier exportador europeo de vino o de cerveza. Por no hablar de los problemas con las marcas. Europa es hoy y ha sido durante décadas un continente financieramente dependiente, en el que sólo ha habido pequeños y breves ejemplos de ruptura de los acuerdos de Bretton Woods de 1944. Allí se definió el modelo económico que a grandes rasgos hoy toda Europa aplica y nadie discute al Oeste de Kiev, y allí se estableció el predominio económico de Estados Unidos que una integración económica mayor o total no haría más que confirmar. Muchos de los dirigentes europeos que firmaron, como lord Halifax en el 44 o Adenauer, Schuman y De Gasperi en el 56, lo hicieron siendo conscientes de que era un acto de sumisión económica y política a Estados Unidos. Una ruptura de la verdadera libertad económica de los europeos. Si España pagó con dependencia y desindustrialización su integración en un mercado común y la aplicación del modelo existente, ¿qué pagará ahora con la integración de ese mercado en otro aún mayor? Y por supuesto, ¿qué pagaría Ucrania por empezar ese mismo camino ahora?
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 2 de diciembre de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/comercio-libre-europa-esclava-mercado-comun-mercado-trampa-132498.html