Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de diciembre de 2013.
Publicado en La Gaceta.
Antes de 2008, el presidente de Navarra y de UPN, Miguel Sanz Sesma, nos explicaba a los entonces suyos que el apoyo del PP nada le aportaba en cuanto a la gobernabilidad de la Comunidad, y que de hecho el centroderecha, unido o dividido, nunca tendría la mayoría en Navarra con este sistema electoral. Y que el futuro político había de pasar, según le decía algún gurú amigo suyo, dedicado a la hostelería, por la alianza entre UPN y el PSOE en Navarra. Aquella explicación, a golpe de diagrama sectorial, trajo como consecuencia el divorcio entre UPN y PP y el retorno, aunque breve y con UPN, de los socialistas al gobierno navarro. Parecía que la “explicación de los quesitos” iba a ser la única y última salvación de Navarra. Pero no lo ha sido, y de hecho va trayendo consecuencias cada vez peores y más sorprendentes.
Una encuesta publicada hace poco por La Razón confirma la tendencia general que todas las encuestas dan hasta el momento para la Comunidad Foral. No habría mayoría absoluta con la intención de voto actual. De hecho, ya se cuidaron en la Transición de que nunca pudiese haberla con el proporcional, y ya reforzaron después unos y otros la difícil gobernabilidad real rebajando el mínimo electoral y suprimiendo la designación automática del presidente en ciertos casos. De los 50 escaños, UPN pasaría de 19 en 2011 a 17 ó 16 en 2014. En descenso de votantes, de porcentaje y de escaños; si ahora no puede legislar menos entonces. Y no le bastaría la ayuda de un PP también en descenso, reducido a 3 escaños… si los dioses quieren que pase del 3% y se evite una hecatombe. De UPyD ni se habla, al menos en los medios forales, aunque una sorpresa desde ese sector agradaría a pocos. En todo caso, no hay con esta desesperanza, un horizonte de victoria “españolista”, suponiendo que no les ofenda ser llamados así.
Con un PSOE en su resultado más bajo, los 9 escaños de 2011, el bloque más fuerte de partidos sería la “coalición del quesito”, la querida por Miguel Sanz, Antonio Catalán y sus amigos en UPN, uniendo a los regionalistas y los socialistas y dejando fuera de la combinación al centroderecha nacional del PP. Pero aun así, y admitiendo que el PSOE de Roberto Jiménez quiera en 2014 lo que no ha querido los tres años anteriores, no habría mayoría absoluta garantizada por mucho que UPN renunciase otra vez a su programa histórico.
Pero es que el PSOE tendría la opción de elegir entre una UPN a la que ya ha tenido en su mano y un nacionalismo con el que volvería a existir la opción de unirse. El PSN más GeroaBAI más IU variaría entre los 22 y los 24 diputados, dependiendo de los resultados de los socios abertzales y comunistas del PSOE. Así que todos van a competir al mejor postor para quedarse con los votos de Jiménez.
O quizá no. Porque GBAI más IU podría tener casi lo mismo, en vez de con los 9 escaños del PSOE con los 10 de Bildu, una alianza que los llevaría a los 24 votos y al borde, ellos sí, de la mayoría absoluta. Tal sería el magnífico resultado de liberaciones, negociaciones, premios y regalos: una abstención masiva del voto españolista, el eclipse del PSOE y un peso creciente de los abertzales. No porque tengan más votos, sino porque sus fieles votos valen más allí donde sus enemigos han perdido toda ilusión. Y eso en una región donde, pese a todo, el centroderecha seguiría teniendo mayoría… relativa.
Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de diciembre de 2013.
Publicado en La Gaceta.