Por Pascual Tamburri, 23 de diciembre de 2013.
Los partidos tradicionales generan desesperanza. Y los votos que pierden van a la abstención, o a nuevas fuerzas que aún no tienen su camino marcado. ¿A quién beneficia su aparición?
No se puede reprochar a Albert Rivera falta de iniciativas o de inquietudes. Después de fundar Ciutadans y de empezar su difícil y exitoso proceso de asentamiento en Cataluña, una y otra vez se ha planteado dar a su movimiento una dimensión nacional. Como ha resumido Fernando José Vaquero Oroquieta en La Tribuna del País Vasco, fue primero el Partido de la Ciudadanía, que fracasó en las generales de 2008, vino después experimento con Libertas, Miguel Durán y Declan Ganley, nonato en las europeas de 2009, y ahora aparece el Movimiento Ciudadano. Albert Rivera, triunfante en Cataluña y en las encuestas catalanas, cree necesitar una representación en el resto de España.
Desde luego que es el momento de pensarlo. Las siguientes elecciones serán las europeas de 2014, con distrito nacional único, y triunfar en una región queda amortiguado por el volumen estatal de las sumas de votos. Pero a la vez los votos obtenidos en Cataluña sirven para impulsar una lista en toda España, cómo no. Ciutadans tiene difusos perfiles ideológicos, lo que por encima de toda declaración se demuestra por la complementariedad de sus resultados con UPyD: aunque los orígenes, los matices y las formas sean distintos, en la práctica y hasta ahora donde triunfa Rivera fracasa Rosa Díez y viceversa. Sus votantes de referencia, los desencantados con los dos grandes partidos nacionales y muy especialmente con el PP, son los mismos. El PP intenta ahora, con las encuestas en la mano, descalificar a UPyD y especialmente a Ciudadanos entre sus «desengañados» etiquetándolos como abortistas… pero creo que no funcionará el sistema porque Albert Rivera siempre podrá responder que igualmente excomulgados están todos los que promuevan cualquier ley que introduzca o mantenga el aborto.
Quizá eso pueda cambiar y quizá UPyD sí pueda al final desembarcar en Cataluña. O quizá Ciudadanos sí pueda contagiarse al resto de España. Pero el hecho seguro es que las dos fuerzas difieren algo en sus propuestas, coinciden en casi todos sus referentes (la Constitución, la ciudadanía, las libertades, los derechos, el progreso, qué se yo) y sacan votos del mismo caladero: españoles antinacionalistas de mayor o menor fe constitucionalista, moderadamente liberales, moderadamente socialdemócratas y decididamente hartos de que los partidos tradicionales les tomen el pelo olvidando sus valores y sus promesas. Electoralmente (ya que no personalmente), ahora mismo los dos grupos buscan al mismo votante. Pueden especializarse (y buscar uno descontentos de la izquierda y otro de la derecha), pero mientras no lo hagan su división tiene dos grandes beneficiarios: PSOE y PP.
La culpa es, otra vez, del malvado d´Hondt. Con los distritos electorales provinciales y el sistema semiproporcional «que nos hemos dado», un poco apolillados ya unos y otro, a mayor división de fuerzas más ventajas para los grandes. Imaginemos que con esos descontentos estuviese surgiendo un gran movimiento populista realmente alternativo a la basura que nos ha acompañado hasta la crisis y en ella. Si un nuevo partido estuviese en condiciones de disputar el primer o segundo puesto en el reparto de la mitad o más de las provincias, entonces sí tendríamos un verdadero cambio electoral en las siguientes generales. O si dos nuevos partidos, uno socialdemócrata españolista y otro nacional-populista, se colocasen entre los cinco primeros nacionales junto al centro, la izquierda y la extrema izquierda, forzarían quizá un reparto auténticamente proporcional y, también, un cambio de escenario. Pero mientras Rivera y Díez no decidan si ser lo mismo o no, juntos o no, quienes sonríen son Rubalcaba y Rajoy, como CiU y PNV.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 23 de diciembre de 2013, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/ciutadans-upyd-beneficiarios-crecimiento-132857.html