Retratan y recuerdan un cambio de era, con sus crímenes y pasiones

Por Pascual Tamburri Bariain, 7 de febrero de 2014.

Las novelas negras de Maurizio de Giovanni con el comisario Ricciardi, y ahora las de Roberto Costantini con Michele Balistreri recrean la Italia imperial del siglo XX. Un sabor agridulce.

Roberto Costantini. Las raíces del mal. Traducción de Mercedes Corral Corral. Penguin Random House – Grijalbo, Barcelona, 2014. 638 p.. 21,90 €.


Maurizio de Giovanni. Con mis propias manos. La Navidad del comisario Ricciardi. Traducción de Celia Filipetto. Penguin Random House – Lumen, Barcelona, 2014. 352 p.. 19,90 €.

Se presenta ahora en español la segunda de las novelas que Roberto Costantini ha publicado en español con «su» Michele Balistreri, en Grijalbo, y la quinta de las siete que hasta ahora Maurizio de Giovanni ha publicado con el comisario Ricciardi, en Lumen. Los dos investigadores italianos no podrían ser más distintos, más incluso que sus creadores, y sin embargo están triunfando entre los lectores españoles no sólo de novela negra. Los dos autores tienen en común tres ingredientes poco habituales unidos en este tipo de narrativa, que explican tanto su éxito comercial, como su calidad literaria y su continuidad.

Ante todo, los dos autores dan muestras suficientes de haber pasado por un sistema educativo que en su momento funcionó, y que no es desde luego el nuestro: escriben y saben escribir, con estilo, con gracia, jugando con el idioma y hasta con sus dialectos y dando mucho y buen trabajo a las traductoras. Además, no son novelas negras «cerradas», sino que estos ´gialli´ unen al misterio policial una dimensión romántica, y a menudo otra fantástica y terrorífica, y ciertos toques de humor no siempre fáciles de trasladar al lector español. Por último, tanto de Giovanni como Costantini retratan –en su origen para el lector italiano, pero ya en nuestras librerías- aspectos del pasado italiano que el público culto de allí tiende a apreciar, con sus recuerdos, sus cicatrices y su legado, también en la vida del protagonista. En el caso del comisario Ricciardi, como veremos, en el horizonte está la Nápoles eterna pasando por la rueda de la primera década de Régimen fascista –en la cuarta novela se incluyó la visita de Mussolini de 1931- y un sorprendente retrato de un Estado totalitario ma non troppo.

Roberto Costantini juega en otra Liga más actual, aunque siempre dentro del género negro de calidad. El comisario Michele Balistreri es, como su creador, nacido en Libia y heredero a su modo de un mundo que ya no es, y que quizá pudo ser pero el tiempo y la Historia se lo llevaron por delante. Su estilo policial es completamente distinto del de Ricciardi, como lo es literariamente. No estoy seguro de que el verano del 82 –el año de Naranjito, para los españoles de Cuéntame- fuese tan asfixiante, pero sí creo que Costantini disfruta llevando la historia personal de su protagonista a la misma Libia recién independizada que él conoció, y lo hace entreteniendo, divirtiendo y apasionando.

Costantini ha traído al muy peculiar Balistreri a la Semana Negra de Barcelona de la primera semana de este febrero, con una novela que es mucho más que policíaca, y en torno a ella ha tenido la amabilidad de responder a algunas de las cuestiones que más pueden interesar a los lectores de El Semanal Digital. Las raíces del mal es un thriller que ahonda en lo histórico, lo psicológico, lo sociopolítico y conspirativo en dos épocas muy distintas entre sí: la Libia postcolonial de los años 60 y la Italia de los años 80 y sus complejos negocios, movimientos políticos y tramas.

Respondiendo a El Semanal Digital, el profesor Costantini cuenta que en su opinión el público europeo pide hoy buenas novelas de detectives, que enganchen. Otro tipo de novelas gustará sólo a una minoría, y en cambio si una novela policíaca es buena y atractiva puede tener además un contenido histórico, y de sentimientos, y de relaciones dentro de una familia. Costantini aprovecha su propia experiencia, por ser nacido en Libia, pero de él en el comisario Balistreri no hay mucho más que eso. Es la obra de un novelista en un ambiente que conoce, sin la mínima aproximación a la autobiografía y con muchas aventuras apasionantes y sorprendentes.

Que parte de la novela esté ambientada en Libia y parte en Italia no será un problema especial para el lector español. También para el lector italiano la historia de Libia es una historia desconocida, y quizá el único nombre de político que el ciudadano medio aún recuerdo es el de Muamar el Ghedafi. En cambio, los problemas que italianos y españoles verán reflejados en esta novela serán los mismos, es el cambio de un tipo de sociedad a otro con todo lo que esto supone, vivido por una normalísima familia de clase media, con sus aspiraciones y sus sueños. No hay monstruos genéticos, sino conductas derivadas del ambiente, de las aspiraciones y de la educación. Pero empieza y termina siendo una novela de intriga que apasiona al lector.

Michele Balistreri, el protagonista, es un hombre al que su pasado le duele y su educación, más su difícil relación con su padre, lo hizo como es. No sólo en el pasado ve tensiones, intrigas, traiciones y asesinatos. Como dice el profesor Costantini, en los dos extremos del relato tenemos dos modos de vivir y de enriquecerse, uno con trabajo, produciendo sobre la arena al principio, y otro con finanzas, especulación y petróleo, bajo la arena, en el mundo más cercano al de hoy. Uniendo los dos, la historia de dos países, de una gran trama, de una familia como tantas otras. Muertes, sospechosos y sospechas que convierten a este policía de finales del siglo XX en narrador de un libro que uno no deja sin terminar. No conseguirá usted tampoco aunque quiera.

El otro comisario, un relato más clásico y treinta años antes

Es probable que algunos críticos más exquisitos elijan la pluma de de Giovanni antes que la de Costantini, pero yo preferiría no verme en la tesitura de tener que descartar a ninguno de los dos. Lo bueno de la novela policial bien hecha es que se lee con rapidez y facilidad, puede educar pero siempre entretiene. Y no deja de divertirme, en los últimos años, ver cómo hasta los mayores enemigos del viejo Berlusconi tienen que pasar por sus fauces editoriales, en alguna de las muchas caras que tiene el imperio Mondadori, aquí y allá.

No negaré que ´La Navidad del comisario Ricciardi´ sea una de las novelas más adictivas que he leído en los últimos años, junto con todas las anteriores de la serie. La verdad es que uno se siente trasplantado, no ya a una trama policial brillantemente descrita, sino a una ciudad y un tiempo que ya no existen, con un retrato de pasada pero contundente de sus costumbres, de su vida, de sus modas y de sus maneras de hacer, de decir y hasta de comer. Nápoles, famosa entonces y ahora por sus gaiteros y sus belenes en diciembre, es un escenario excepcional, y Maurizio de Giovanni tiene la inmensa virtud no ya de ser napolitano, sino de saber retratar su ciudad, sus habitantes de ficción y aquella época tan confusa con una claridad que enamora e ilumina.

Ricciardi no es lo que uno esperaría de la Policía en un Estado totalitario. No es fascista, y de hecho es comisario por vocación, puesto que pertenece al viejo y maltratado estamento de hidalgos del Sur, con título y patrimonio que le permitirían no trabajar. Pero siente una llamada de servicio dentro de sí, y tiene la capacidad de sentir las muertes violentas, y de no paliar su dolor hasta resolver los casos. El retrato humano de Ricciardi es sorprendente, pero más aún lo es el de su entorno, en el que uno se encuentra una efectiva libertad de acción y de expresión, donde los travestis y las prostitutas, con o sin ley, colaboran con la Policía, donde se opina contra el Régimen sin resultados especialmente terribles, y donde la ciudad cambia y se moderniza, capeando una terrible crisis económica, en medio de refunfuños pero al final, qué duda cabe, funcionando. No, indudablemente nada de lo que de Giovanni nos sitúa de modo perfectamente coherente en la Italia de los años 30 habría sido posible al mismo tiempo en la Unión Soviética. Quizá no todos los totalitarismos son iguales, o si no, en cualquier caso, que nos dejen elegir libremente dónde retroceder.

El comisario Ricciardi y el sargento Maione creen que el crimen siempre tiene una causa, que normalmente será el amor –aunque sea elevado a deseo- o la necesidad –aunque derive en ambición-. Y pasear con ellos por la Italia de 1931, no sólo en esta novela sino en las que han sido y en las que sin duda vendrán, es una cata en el alma humana a la vez que un atisbo de la vida en un mundo que ya no existe, pero en el que los humanos fueron como seguirán siendo. El comisario de los ojos verdes y fríos no es un optimista, pero tampoco quiere que las cosas vayan a peor; su sargento, Sancho para un Don Quijote irregular, ama a su familia y vive para ella y para un oficio que conoce como nadie. Maurizio de Giovanni quizá empezase esta serie como si fuese una broma, pero su éxito y su atractivo dentro y fuera de Italia han hecho de él una revelación muy seria.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 7 de febrero de 2014, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/retratan-recuerdan-cambio-crimenes-pasiones-133617.htm