La guerra secreta y prohibida que manchó a los políticos españoles

Por Pascual Tamburri Bariain, 14 de febrero de 2014.

España vivió la Guerra de 1914 aunque fue neutral. Hoy conocemos mejor los detalles más sucios. Mientras, Winston Churchill fue protagonista y se sintió obligado a publicar su versión.

Eduardo González Calleja y Paul Aubert. Nidos de espías. España, Francia y la Primera Guerra Mundial. 1914-1919. Introducción de los autores. Alianza Editorial, Madrid, 2014. 432 p.. 24,00 €.


Sir Winston S. Churchill. La crisis mundial 1911-1918. Prólogo del autor. Traducción de Carlos Botei y Pedro Reverté. Penguin Random House – De Bolsillo, Barcelona, 2014. 1008 p.. 17,95 €.

Una estupenda obra de investigación que nos trae Alianza Editorial nos coloca de golpe en la España de 1914-1918. Eduardo González Calleja y Paul Aubert han recorrido muchos de los archivos diplomáticos y militares españoles, franceses, alemanes y británicos para dar la imagen de un país neutral durante toda la guerra, pero profundamente marcado por ella. En España se enfrentaron los espías y agentes de los dos bandos, buscando información para sus países, enfrentándose entre sí y apoyando los movimientos de sus Fuerzas Armadas. A la vez, los servicios de espionaje extranjeros, casi sin intervención de las autoridades españolas, fomentaron el apoyo periodístico, político y popular a sus bandos, participando hasta extremos sorprendentes en la vida pública del país. La imagen que nos dejan estos «nidos de espías» es la de un país que, aunque neutral, tuvo opiniones muy dispares sobre la guerra incluso en su Ejército y su Armada, y en sus Cortes. Un buen trabajo de investigación que no cierra el asunto pero que contribuye a dar una imagen mejor y más imparcial de la guerra que cumple un siglo y de cuyas consecuencias aún hoy vivimos.

Una cosa conviene observar al futuro lector: a diferencia de muchos trabajos de profesionales, el libro de González Calleja y Aubert está bien construido y no es un aburrido texto académico, sino una aventura colectiva con personajes múltiples, aunque reales, que entran y salen de un país al borde de la guerra. Es una España en la que hay propaganda, espionaje, sobornos, atentados, corrupción, amores y aventuras, de modo que este libro de Historia tiene mucho de novela sin serlo. Lo que ayudará a que se compre y se lea, porque de verdad que cualquier lector culto no sólo aprenderá con esta lectura sino que disfrutará con ella y sus complicados vaivenes. Mejor aún sería si conociese por sus estudios los grandes rasgos del contexto político y social, peor eso me parece por desgracia mucho menos probable. Quizá si he de decir algo decisivamente importante del trabajo es que no tiene ninguna pretensión moral, no es un relato de buenos y de malos como estamos acostumbrados al leer historia del siglo XX. Es una descripción que se pretende objetiva de una parte de una guerra que, quizá por última vez, fue clásica y de intereses y no ideológica o de valores… dijese lo que dijese la propaganda que los españoles recibían de unos y de otros.

El ensayo Nidos de espías de González Calleja y Paul Aubert ha sido sólo el principio de la atención de Alianza al centenario de 1914. Se anuncia para febrero un trabajo divulgativo del historiador Ricardo Artola, que será a la vez síntesis de la guerra y compilación de materiales sobre ella, documentos, mapas y gráficas… habrá que verla pero parece interesante más para estudiantes, profesores y primeras aproximaciones que para especialistas. De especialistas, o especializados, lo serán los otros títulos que prepara Alianza, incluyendo la reedición de la monografía de Marc Ferro, La Gran Guerra. 1914-1918, y de la novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis, del valenciano Vicente Blasco Ibáñez. Una buena señal de interés en una guerra que, aunque lejana, aún nos marca y nos define, pues creó y difundió muchas de las cosas que hoy consideramos «normales» e hizo desaparecer muchas de las que lo fueron hasta aquel estallido. También para España.

La elegante versión sesgada de un protagonista

Sir Winston Churchill fue un hombre notable entre los dos siglos y entre los dos mundos. No fue un hombre completamente del siglo XX, porque al fin y al cabo nació y fue educado como vástago de una gran familia británica, si bien arruinado en todo menos en aspiraciones y norteamericano por otro lado. Pero sí fue uno de los grandes constructores del siglo XX, y de esta parte del XXI, tal y como son; levemente universitario y cadete como todos los de su clase, aspiró desde joven a destacar en la política y para eso se sumergió en la vida del entonces inigualable Imperio. Político profesional, cambió una y otra vez a lo largo de su vida de opinión, de amigos y de partido, demostrando que su principal meta –dijese lo que dijese- era su propio futuro. Sobre Sudáfrica, sobre Irlanda, sobre la guerra, sobre la técnica, sobre el progreso, sobre Alemania y sobre todos los líderes de su muy larga vida dijo y escribió todo y lo contrario de todo, varias veces. Es bien conocida su actividad como gobernante en la Segunda Guerra Mundial y luego en la Guerra Fría, y por ella pasó la historia. Es menos conocida su intervención en la política alrededor de 1914-1918, pero en su momento se consideró de grandísima importancia, y por cierto no sin contenido muy polémico.

Desde luego lo que es mucho menos conocido es que Churchill, no especialmente rico de familia o al menos no en la medida que el descendiente de Mambrú habría querido, y no siempre exitoso en política, vivió durante muchos años de su existencia como escritor. Eso explica que en los años de su vejez recibiese el premio Nobel de Literatura; desde luego habría sido imposible que se le otorgase el de la Paz, dada su intervención en las dos grandes guerras como coautor de su estallido, o de su expansión, o de su crueldad.

En 1931 Churchill, apartado de la política muy contra su voluntad, puso por escrito en un trabajo colosal, uno entre muchos además, su testimonio de su intervención en la Gran Guerra. ¿Es un trabajo de Historia? Podemos decir que sí, puesto que reúne datos y testimonios del mayor interés y trata de colocarse en una posición objetiva en las formas. Pero este clásico no es un trabajo de investigación, sino el testimonio elaborado, muy bien elaborado, de un protagonista de la vida política, militar y naval del Imperio Británico entre 1911 y 1918, años en los que después de miembro de los Comunes y asesor de su entonces partido, el Liberal, fue Primer Lord del Almirantazgo. Aquí encontramos explicado y justificado el estado de preparación de la Flota, sus aciertos y carencias en tecnología, su miedo a Alemania, sus manejos diplomáticos y su apuesta por la operación en los Dardanelos que llevó a Gallipoli.

Es un libro monumental que se lee con mucha facilidad en el que Churchill explica, quince años después, qué pasó. No es un documento del momento, y no es un estudio, pero sí es un libro grato de leer, rápido incluso de digerir, que dice más de lo que el autor quería ser y quería decir de sí mismo en los años 30 que sobre lo que pensaba y decía en los años de la guerra. Es, por lo demás una mina inagotable de nombres, anécdotas y relatos, que explica por qué en el momento de su publicación John Maynard Keynes habló de él como de «un libro extraordinario«. Lo es en verdad y una pieza necesaria para entender 1914. Siempre que no se le pida lo que no puede dar y nunca pretendió dar.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 14 de febrero de 2014, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/guerra-secreta-prohibida-mancho-politicos-espanoles-133742.htm