El Muro de Berlín nos defendía de nuestros errores y nuestros sueños

Por Pascual Tamburri Bariain, 7 de marzo de 2014.

Robert Harris nos llevó con Fatherland a una imposible Alemania nazi del futuro. Ahora tenemos un viaje a la más cruel y gris Alemania comunista del pasado, o de un futuro imposible.

Simon Urban. Plan D. Traducción de Carlos Fortea Gil. RHM Grijalbo, Barcelona, 2014. 496 p.. 21,90 €.


Eugen Ruge. En tiempos de luz menguante. Novela de una familia. Traducción de Richard Gross. Anagrama, Barcelona, 2013. 400 p.. 19,90 €.

Cuando en 1992 Robert Harris combinó de modo moderno, elegante y comercial la ucronía y la novela negra, tuvo un éxito de esos que llamamos «de público y de crítica». Naturalmente hoy Patria es más recordada entre el público medio gracias a la película y no a la novela inicial, pero ésta se ha convertido en un modelo del género y hasta en un género en sí misma. No hay ni que decir que en Harris no había ni una sombra de nostalgia por el Tercer Reich, ni el de 1939 ni el hipotético de 1964, pero su modelo ha cuajado: régimen totalitario de pasado y trasfondo cruel pero de apariencia edulcorada, con buenas personas a distintos niveles de decisión, con miserias dolorosas que ocultar y con una alternativa capitalista ni tan maravillosa ni tan alternativa, con la que se convive casi con una sonrisa. Y en medio, una investigación policial que amenaza con destruir el régimen… o con hacerlo eterno.

Si ver a un capitán de las SS de héroe en Patria fue sorprendente, Simon Urban nos aturde con la personalidad, las reflexiones, dolores y sueños del capitán Martin Wegener de la Volkspolizei. ¡Un Vopo en 2011, con la RDA viva y convertido en héroe y protagonista, con una Stasi no-tan-terrible y una resistencia no-tan-maravillosa! Urban documenta de un modo sorprendente, cuidadoso, minucioso incluso, no sólo cómo fue la RDA histórica sino cómo podría haber sido en el siglo XXI si hubiese sobrevivido a 1989 más o menos convertida en una simulación de Estado de Derecho, frente a una RFA en manos socialdemócratas.

Quede claro, Simon Urban escribe una novela, muy amena y adictiva ficción (bien, es cierto, la leí en dos sesiones porque no podía esperar sin saber cómo seguía), no es una historia de la RDA y menos una reivindicación de sus méritos. Las andanzas del capitán Wegener, con su supuesto colega occidental Richard Brendel, son una novela policíaca de gran calidad en un contexto de nuevas tecnologías y de viejas paranoias, en parte como fueron y en parte como podrían haber sido. Si uno conoce algo del viejo bloque comunista verá retratada una posible evolución y se divertirá con una aventura con muchos vaivenes y muchas opciones. Si un lector, además, no vivió ni ha estudiado aquel mundo tiene aquí una opción de conocerlo con una media sonrisa. Tiene mucho de sátira y todo de novela de las que se llevan al cine después de triunfar. Lo merece.

La parte dolorosa de la historia

Desde luego que Simon Urban escribe en una dimensión completamente distinta a la de Eugen Ruge. En En tiempos de luz menguante Ruge retrata en una novela la RDA como fue, en su tiempo y vivida por una familia adicta al régimen comunista. No hay en el volumen que nos ofrece Anagrama nada de novela negra, ni de aventuras, ni romántica, ni de ficción histórica. Es un relato novelado, tradicional y casi naturalista, de la vida de cuatro generaciones de una familia alemana vinculada al comunismo, sin concesiones a la propaganda ni exageraciones en el inevitable horror.

Eugen Ruge no ofrece un gran libro, que nos lleva desde los «viejos luchadores» del comunismo antes de Hitler hasta un joven adolescente del siglo XXI, fumador de marihuana y estudiante de FP. Entre medio, de todo, desde familiares ejecutados, purgados y desaparecidos, exiliados en México, deportados al Gulag en los Urales, intelectuales, miembros del aparato, antiguos miembros de la HJ, ateos, conversos al cristianismo, resistentes, creyentes, violadores del Muro y nostálgicos del mismo. Ruge nos cuenta, con una técnica polifónica que da al protagonismo a unos y otros alternativamente y que nos hace ver los mismos hechos desde distintos puntos de vista, cómo fue de verdad la RDA y cómo fue la vida en ella. De alguna manera hay que explicar cómo, habiendo dos Estados alemanes, unos cuatro millones cruzaron la frontera en una sola dirección.

El socialismo real no fue ninguna delicia, excepto para los que de verdad lo querían y quieren aún ver con las anteojeras de la ideología en vez de con los ojos de la realidad. El novelón de Ruge no es en modo alguno divertido, pero sí es apasionante para conocer aquel tiempo y para ver muchos de los eternos recovecos del alma humana perfectamente retratados. Además, si aún nos queda algún amigo o conocido nostálgico del comunismo y sus bondades, podemos regalarle tanto el libro de Ruge como el de Urban, y comprobaremos que, con buenos textos, el comunismo se cura. Leyendo.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 7 de marzo de 2014, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/muro-berlin-defendia-nuestros-errores-nuestros-suenos-134118.htm